1 Corintios 14:40 - Printer Friendly

Este versículo regresa al lugar en el que Pablo comenzó esta sección: hablando sobre cómo usar estos dos dones espirituales específicos durante los servicios de adoración de la iglesia en Corinto. Pablo ha dicho cosas positivas sobre estos dos dones, tanto del don de la profecía como del don de hablar en lenguas. Las iglesias modernas no se ponen de acuerdo sobre la medida en que estos dones todavía se dan y/o deberían practicarse.

Pablo animó a los corintios a desear el don de la profecía y a no prohibir, en general, el uso del don de las lenguas, y habló sobre todo esto dentro del contexto de los servicios de las iglesias de su época. Ahora, sin embargo, Pablo vuelve a repetir los principios básicos que deberían guiarlos en el uso de cualquier don. La prioridad clave en la estructura de cualquier servicio de la iglesia debería ser lo siguiente: "que todo se haga decentemente y con orden".

Tal y como se nos revela en este pasaje, el problema en cuestión no se trataba solo de mantener las cosas limpias y ordenadas, ni tampoco se trataba de ser rígido o ser demasiado tradicional, sino que Pablo dijo que todo esto tenía que ver con el hecho de reflejar el propio carácter de Dios. Nuestro Dios no es un Dios de confusión, dijo Pablo (1 Corintios 14:33). Por eso, los dones que Dios nos otorga no deben ejercerse de manera caótica. Por tanto, los servicios de adoración debían seguir un orden y una estructura premeditados para evitar cualquier tipo de caos durante esos mismos servicios.

De hecho, muchos creyentes también eligen el orden por encima del caos en todas las áreas de su vida para así poder reflejar mucho mejor el carácter de Dios en el mundo y en sus propias vidas.

1 Corintios 14:26–40 incluye instrucciones específicas para los corintios sobre cómo deberían ordenarse los servicios. Estas reuniones deben reflejar el carácter de Dios. Todos deben tener la oportunidad de compartir un himno, una enseñanza, una revelación profética de Dios, e incluso hablar en una lengua si alguien pudiera interpretarla. Las personas deben hablar por turnos, y solo dos o tres hablantes de lenguas o profetas debían contribuir durante los servicios. Las esposas deben permanecer en silencio y respetar a sus maridos. Por último, solo se debe dar pie a todo lo que pueda edificar la iglesia en su conjunto.

Pablo anima a los corintios a que intenten alcanzar el don de profecía con más fuerza que el resto de los dones. En los servicios de la iglesia, el don de la profecía es superior al uso del don de lenguas si no hay nadie disponible que pueda interpretar esas lenguas. Sin embargo, la profecía beneficia a todos, pero orar en lenguas sin que nadie las interprete beneficia solo al que las está hablando. Además, solo debería haber dos o tres hablantes de lenguas que contribuyan a cualquier servicio, y tienen que hacerlo por turnos y con intérpretes que le comuniquen sus mensajes al resto de la iglesia. De hecho, lo mismo se les aplica a la profecía y al don del discernimiento de espíritus. El orden y la edificación de la iglesia son principios importantes para cualquier reunión de adoración en la iglesia. En la actualidad, las iglesias modernas están divididas sobre la medida en que estos dones están o no presentes en la vida de los cristianos y sobre cómo deberían practicarse.

1 Corintios 14 concluye la enseñanza de Pablo sobre los dones espirituales que comenzó en el capítulo 12. Entre estos dos capítulos, el capítulo 13 declaró que el amor cristiano es lo más importante. El don de la profecía es mejor que la exhibición del don de lenguas en los servicios de adoración, a menos que alguien con el don de interpretación de lenguas esté disponible. Incluso entonces, solo aquellas cosas que edifican la iglesia deben participar en los servicios, y todo debe hacerse de manera ordenada, reflejando así el carácter de Dios. Los últimos dos capítulos de esta carta hablan sobre la resurrección de Cristo y unos últimos detalles de Pablo.

La primera carta de los Corintios es uno de los libros más prácticos del Nuevo Testamento. Pablo le escribió una carta a una iglesia que estaba inmersa en una ciudad que se asociaba con el comercio, pero también con la corrupción y la inmoralidad. Estos creyentes estaban teniendo algunos problemas a la hora de aplicar apropiadamente los dones espirituales que Dios les había ofrecido y de resistirse a las prácticas impías de la cultura que los rodeaba. La carta de Pablo les ofrece instrucciones para asuntos de la vida real como el matrimonio y la espiritualidad. También se ocupa de la importancia de la unidad y ofrece una de las descripciones del amor más conocidas de la Biblia en el capítulo 13.