1 Juan 3:13 - Printer Friendly

LBLA: Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia.

NBLA: Hermanos, no se maravillen si el mundo los odia.

NVI: Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia.

RV1960: Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.

JBS: Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece.

Juan añade más información sobre el tema del odio del que comenzó a hablar en el versículo 12. La audiencia de Juan, aparentemente, ya estaba experimentando cierto nivel de persecución. Si bien algunos consideraron esta persecución como una sorpresa, Juan les advirtió que eso era algo que debían esperarse que ocurriera. Pablo dice algo similar en 2 Timoteo 3:12: "también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución". La razón de esta persecución es la misma por la que Caín mató a Abel: porque el mundo es malo y aborrece el bien. El pecado es celoso y está lleno de odio, por lo que desprecia ver a los demás hacer el bien.

Jesús dijo: "bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:10). Esas personas serán recompensadas (Mateo 5:12). Jesús también dijo: "si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán;" (Juan 15:20). La salvación no hace que todos nuestros problemas terrenales desaparezcan, sino que el evangelio viene acompañado por la realidad de que amar a Dios provoca que el mundo nos acabe odiando.

En 1 Juan 3:11–18, Juan nos describe el contraste que existe entre el odio y el amor, y cómo se debería ver el amor en la vida de un creyente cristiano. El mal odia con pasión al bien. Por eso Caín mató a Abel y por eso el odio se considera el equivalente espiritual del asesinato. Por tanto, se espera que los cristianos no solo sientan amor, sino que actúen con amor, un amor sacrificado y desinteresado.

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.