1 Juan 3:21 - Printer Friendly

LBLA: Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios ;

NBLA: Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios.

NVI: Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios,

RV1960: Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

JBS: Carísimos, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

Cuando tenemos la conciencia tranquila, podemos tener confianza ante Dios. El amor de Dios es incondicional y está disponible para todas las personas (Juan 3:16), independientemente de lo que hagamos. Sin embargo, el hecho de si Dios aprueba lo que hacemos o no hacemos sí es algo condicional. Debemos estar en comunión con Dios —debemos "permanecer en" Él— antes de poder tener confianza en ese aspecto de la relación que tenemos con Él. Dios solo "aprueba" los motivos y las acciones que forman parte de la voluntad que Él tiene para nosotros (Romanos 2:7–11). Basándonos en la información que Juan nos ha ofrecido hasta ahora en esta carta, podemos llegar a la conclusión de que es posible evaluar si estamos viviendo o no según la voluntad de Dios y, si nos damos cuenta de que nos hemos quedado cortos, podemos estar tranquilos porque Dios nos perdona y lo sabe todo sobre nosotros. (1 Juan 2:1).

Juan habla sobre la importancia de la confianza en otras partes de su carta. En el versículo 28, Juan dice que los creyentes tienen motivos para confiar, en lugar de avergonzarse. En 1 Juan 4:17, Juan dice que el amor que Dios siente por nosotros nos da confianza cuando somos juzgados por nuestros pecados. Asimismo, podemos tener confianza en que Dios escucha nuestras oraciones (1 Juan 5:14). Cuando caminamos cerca de Dios, comenzamos a confiar humildemente en Él, lo cual nos lleva a orar con valentía y a esperar con ansias el regreso de Cristo.

En 1 Juan 3:19–24, Juan concluye el capítulo tres conectando nuestra confianza en la oración con nuestra obediencia a Dios. Si bien el amor de Dios es incondicional y Su salvación está asegurada, el hecho de si lo obedecemos o no sigue siendo crucial. Cuando el corazón nos reprende, eso es una señal de que somos verdaderamente sus hijos, y Dios también nos está dando la oportunidad de corregir nuestro comportamiento. Tal y como se mencionó anteriormente en este capítulo, el amor no es solo un mandamiento importante, sino que es una señal clave de la fe cristiana.

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.