1 Juan 3:22 - Printer Friendly

LBLA: y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El.

NBLA: Y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos Sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El.

NVI: y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

RV1960: y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

JBS: y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

Cuando confiamos en Dios, oramos con valentía. Eso no significa que podamos pedir o incluso exigir cualquier cosa, como si Dios fuera una máquina expendedora cósmica. Sin embargo, sí recibiremos todo lo que pidamos de acuerdo con Su voluntad. Por tanto, cuanto más sabemos cuál es la voluntad de Dios, más se conectan nuestras oraciones con Sus planes.

Además, la oración se basa en dos pilares fundamentales de la vida cristiana. El primero es la obediencia: "porque obedecemos sus mandamientos".

En segundo lugar, debemos agradar a Dios: "hacemos las cosas que le son agradables". Los creyentes que viven en obediencia oran de una manera profunda e intensa. Por ejemplo, Moisés fue un hombre que caminaba muy cerca de Dios. El Señor obró a lo largo de su vida y respondió a muchas de sus oraciones con milagros y señales claras de que Dios estaba obrando. Sin embargo, muchos se olvidan de que una de las razones por la que todo eso ocurrió es porque Moisés agradó al Señor. Por lo tanto, para experimentar la presencia de Dios en nuestras oraciones como nunca lo hemos hecho, primero debemos obedecerlo: "permanecer" en Él.

En 1 Juan 3:19–24, Juan concluye el capítulo tres conectando nuestra confianza en la oración con nuestra obediencia a Dios. Si bien el amor de Dios es incondicional y Su salvación está asegurada, el hecho de si lo obedecemos o no sigue siendo crucial. Cuando el corazón nos reprende, eso es una señal de que somos verdaderamente sus hijos, y Dios también nos está dando la oportunidad de corregir nuestro comportamiento. Tal y como se mencionó anteriormente en este capítulo, el amor no es solo un mandamiento importante, sino que es una señal clave de la fe cristiana.

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.