1 Juan 3:24 - Printer Friendly

LBLA: El que guarda sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en nosotros : por el Espíritu que nos ha dado.

NBLA: El que guarda Sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

NVI: El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.

RV1960: Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

JBS: Y el que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

En este último versículo del capítulo 3, Juan nos recuerda una vez más que la obediencia está ligada a "permanecer" en comunión con Dios. Por tanto, permanecer en Dios es algo que está íntimamente relacionado con nuestra obediencia, nuestra creencia en Jesús como Señor y el hecho de amarnos los unos a los otros. Juan simplemente está repitiendo las enseñanzas de Jesús, quien dijo que el "mandamiento más grande" es amar a Dios, y el siguiente es amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos (Mateo 22:37–40).

Estos dos últimos versículos del capítulo 3 también mencionan a las tres personas de la Trinidad. El versículo 23 menciona a Jesús el Hijo, y este versículo añade a Dios el Padre y el Espíritu Santo. Aunque algunos han argumentado que la doctrina de la Trinidad apareció mucho tiempo después de la era del Nuevo Testamento, 1 Juan nos ofrece varios ejemplos en los que el Padre, el Hijo y el Espíritu aparecen juntos como parte del Dios triuno.

Este versículo nos ofrece una manera clara de demostrar si el Espíritu Santo está presente en la vida de una persona. Es decir, la influencia del Espíritu Santo es prueba de que una persona ha alcanzado la salvación. Dado que los cristianos pueden pecar y elegir no "permanecer" en Su voluntad, esa falta de influencia no siempre es una señal de que una persona no crea. Sin embargo, las personas que no muestran ningún tipo de influencia del Espíritu Santo en sus vidas no tienen ninguna manera de demostrar que pertenecen a la familia de Dios.

En 1 Juan 3:19–24, Juan concluye el capítulo tres conectando nuestra confianza en la oración con nuestra obediencia a Dios. Si bien el amor de Dios es incondicional y Su salvación está asegurada, el hecho de si lo obedecemos o no sigue siendo crucial. Cuando el corazón nos reprende, eso es una señal de que somos verdaderamente sus hijos, y Dios también nos está dando la oportunidad de corregir nuestro comportamiento. Tal y como se mencionó anteriormente en este capítulo, el amor no es solo un mandamiento importante, sino que es una señal clave de la fe cristiana.

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.