1 Juan 3:3 - Printer Friendly

LBLA: Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro.

NBLA: Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro.

NVI: Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.

RV1960: Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

JBS: Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio.

Debido a que los creyentes tienen esperanza y anticipan estar con Jesús por el resto de la eternidad, buscan vivir una vida pura. La meta de vivir una vida pura es ser como Cristo. Él es puro y los creyentes deben desear vivir como Él lo hizo, algo que sienta las bases para los comentarios que Juan hará más adelante durante este capítulo, donde nos dirá que persistir en el pecado es incompatible con la vida de una persona que dice estar en comunión con Cristo.

La pureza es un tema crucial en el Nuevo Testamento. En Mateo 5:8, Jesús dijo: "bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios". Pablo quería presentar a los creyentes como una "doncella pura para Cristo" (2 Corintios 11:2). Los creyentes deben ser "sinceros e irreprensibles para el día de Cristo" (Filipenses 1:10). 1 Pedro 3:2 habla de la "conducta casta y respetuosa" que debe tener los creyentes, algo de lo que los incrédulos se quedarán perplejos. Sin embargo, la pureza no implica estar libre de pecado en este lado de la eternidad, sino que se refiere al hecho de parecernos más a Cristo en un mundo que está lleno de maldad. Las personas que son puras pueden esperar con ansias el paraíso en lugar de temer el juicio que Dios traerá en el futuro.

En 1 Juan 3:1–3, Juan habla del amor tan maravilloso que Dios siente por nosotros. Dios no solo está dispuesto a llamarnos "hijos", sino que en realidad somos Sus hijos. Parte de esa transformación es inmediata, pero aún así todavía no se nos ha revelado todo lo que seremos. Por tanto, solo cuando Cristo regrese veremos todo lo que Él tiene reservado para nosotros. Juan también dice que las vidas de las personas que están en comunión con Cristo son "puras".

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.