1 Juan 3:9 - Printer Friendly

LBLA: Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

NBLA: Ninguno que es nacido (engendrado) de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él. No puede pecar, porque es nacido de Dios.

NVI: Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.

RV1960: Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

JBS: Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

Juan continúa enseñando sobre las personas que continúan viviendo sus vidas sumidas en el pecado. Muchos interpretan este pasaje y dicen que Juan nos está haciendo una advertencia sobre el hecho de que esas personas no son creyentes. Si bien esto parece estar de acuerdo con el sentido general de las Escrituras, el consejo que Juan nos da aquí en realidad nos lo da a nosotros, los creyentes. En particular, Juan dice que no hay excusa para el pecado en la vida de un creyente. La gracia no nos da licencia para pecar. Las personas que pecan sin remordimiento, sin que les pese la conciencia, y que no cambian, demuestran que no tienen una relación con Cristo. En cambio, los cristianos deben seguir eligiendo el bien por encima del mal a lo largo de sus vidas.

En este versículo, Juan habla sobre las personas que han "nacido de Dios". Dios vive en los creyentes y, por lo tanto, los creyentes ya no pueden vivir la misma vida que vivieron antes de convertirse en hijos de Dios. Aunque los creyentes continúen pecando, poco a poco se irán pareciendo más y más a Cristo. Los hijos de Dios deben reflejar sus características hasta cierto punto. Una vez más, el énfasis no está en la perfección, sino en la semejanza. Una persona que no ha cambiado no es un verdadero creyente. Los verdaderos creyentes no pueden evitar vivir de manera diferente debido a que Dios vive dentro de ellos y ellas.

1 Juan 3:4–10 condena enérgicamente el pecado y no deja excusa alguna. Si bien esta advertencia suele interpretarse como una prueba de fuego para la salvación, el público específico de Juan son, en realidad, los creyentes cristianos. La salvación no excusa el pecado, porque todo pecado proviene del diablo, no de Dios. El pecado siempre perturba nuestro caminar con Dios. Y quienes solo andan en pecado y tinieblas no pueden afirmar ser hijos de Dios.

El tercer capítulo de 1 Juan se centra en el concepto de amor. Debido a Su amor, Dios no solo nos considera Sus hijos, sino que realmente somos Sus hijos. Juan también nos explica la manera en que el pecado, incluido el odio, nunca surge como consecuencia de tener una relación con Dios. Además, se supone que los cristianos, a diferencia del mundo, no solo deben "sentir" amor, sino que también debemos actuar en consecuencia.

Durante los capítulos 1 y 2, Juan dejó claras la diferencias que existen entre las personas que verdaderamente están comunión con Cristo y las personas que viven "en tinieblas". El capítulo 3 continúa hablando sobre este mismo tema, pero haciendo énfasis en el tema del amor. Todo esto sirve de puente para conectar la manera en que Juan describe la vida de las personas que viven en tinieblas y aquellas que viven en la luz, y la explicación sobre cómo la fidelidad de Dios nos da confianza a los cristianos.

En 1 Juan, Juan comparte que sabía que sus lectores ya estaban familiarizados con el evangelio. En lugar de reafirmar estos hechos, Juan quería fomentar la confianza de los creyentes cristianos. Al mismo tiempo, Juan anima a los creyentes a examinar sus propias vidas para saber si estaban siguiendo a Cristo o no. Juan también desafía a los falsos maestros y las mentiras que estaban diciendo sobre Jesús. Muchos de estos mismos temas también se encuentran en el Evangelio de Juan.