1 Pedro 2:8 - Printer Friendly

LBLA: y, PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCANDALO ; pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados.

NBLA: y, “PIEDRA DE TROPIEZO Y ROCA DE ESCANDALO.” Pues ellos tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados.

NVI: y también: «una piedra de tropiezo y una roca que hace caer». Tropiezan al desobedecer la palabra, para lo cual estaban destinados.

RV1960: y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

JBS: Y: Piedra de tropiezo, y piedra de escándalo, a aquellos que tropiezan en la Palabra, y no creen en aquello para lo cual fueron ordenados.

En el versículo 8, Pedro concluye un pensamiento que inició durante los dos versículos anteriores. En esta metáfora de la construcción de una casa, Jesús es la piedra fundamental o la "piedra angular" de la misma. Dios le dio un enorme valor a Jesús y lo eligió debido a que es la piedra angular. Las personas que creen en Cristo, entonces, nunca serán avergonzados (1 Pedro 2:6). Para nosotros, Jesús tiene un enorme valor y debido a que creemos en Él, compartimos el honor que Jesús recibe del Padre.

Sin embargo, para las personas que no creen, Cristo es una piedra muy diferente. En el versículo anterior, Pedro se hizo eco de las propias palabras que Jesús les dijo a los líderes religiosos judíos. Jesús también citó el Salmo 118:22, el cual se lo aplicó a sí mismo, y dijo que esos líderes eran los constructores que rechazaron la piedra que Dios mismo había elegido (Mateo 21:42–26).

Ahora, Pedro cita Isaías 8:14. Isaías dijo que el Señor es una roca de tropiezo para Israel. Pedro dice que Jesús, la piedra angular, fue exactamente la piedra de tropiezo de la que hablaba Isaías. Todos los que rechacen a Jesús, los que se nieguen a poner su fe en Él, tropezarán con Él. ¿Por qué tropiezan con Jesús? ¿Qué ocurre cuando desobedecen la palabra? "La palabra", tal y como la ha estado describiendo Pedro hasta ahora, parece referirse al mensaje del evangelio. Tal y como Pablo se lo dijo a alguien que le preguntó al respecto: "cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia" (Hechos 16:31).

Entonces, cuando desobedecemos la palabra, nos negamos a creer en Jesús. Las personas que rechazan a Cristo y no creen que sea el único camino hacia Dios tropezarán con Él. Cristo es el único camino que nos lleva hacia Dios, y al mismo tiempo el obstáculo que impide que muchos puedan acercarse a Dios (Juan 14:6). Pedro añade que las personas que tropiezan por desobedecer la palabra estaban destinadas a hacerlo. Sin embargo, eso no quiere decir que no sean responsables de su desobediencia. En resumen, todas las personas que rechazan a Cristo se acaban "tropezando" con Él.

En 1 Pedro 2:1–12, Pedro nos describe la casa espiritual que Dios está construyendo. Jesús es la piedra fundamental perfecta que Dios ha elegido para sustentar esa casa. Las personas que confían en Él son también piedras vivas con las que se construye la casa. Además, servimos individualmente como sacerdotes y sacrificios espirituales y nuestras vidas representan el sacrificio más importante que debemos ofrecerle a nuestro constructor. Por lo tanto, debemos vivir vidas basadas en el amor y la bondad, y es normal sentir que no pertenecemos a este mundo mientras nos preparamos para regresar a casa para estar con nuestro Padre. Mientras tanto, en este lado de la eternidad nunca dejaremos de luchar contra de nuestros pecados.

Pedro explica con detalle lo que significa vivir como pueblo escogido de Dios. Cristo es la piedra angular de la casa espiritual que Dios está edificando. Debemos luchar contra nuestro egoísmo y nuestro deseo de pecar. Esto implica someternos a las autoridades humanas, por muy injustas o severas que sean. Significa soportar el sufrimiento, como Cristo lo hizo por nosotros al morir en la cruz. Nuestro papel no es librar una guerra física por la justicia aquí; pronto volveremos a casa.

1 de Pedro 1 nos describe la gloriosa realidad de nuestro presente y futuro al ser hijos de Dios a través de Su gracia y mediante nuestra fe en Jesús. Dios nos llamó para ser pueblo santo que Él mismo ha redimido para cumplir Sus propósitos. Eso significa que los creyentes deben vivir de una manera diferente a como lo hace mundo. En este capítulo, Pedro define exactamente lo que significa llevar una vida santa, incluida la batalla que debemos librar contra nuestros propios deseos de pecar. Esto también quiere decir que debemos estar dispuestos a sufrir bajo las autoridades humanas, incluso aquellas que estén siendo injustas con nosotros.

Unos 30 años después de la resurrección de Jesús, los cristianos comenzaron a ser perseguidos por su fe con más fuerza que nunca. ¿Cómo debían responder ante tal situación? ¿Cómo debemos responder ante el sufrimiento en la actualidad? El apóstol Pedro escribió esta carta para consolar a los creyentes y animarlos a que se mantuvieran fuertes. Pedro los anima a poner toda su esperanza en el futuro perfecto que pasarán con Cristo, y a obedecerlo y confiar en Él en el presente, incluso durante sus sufrimientos. Cristo sufrió mucho y, ahora, los seguidores de Cristo tienen la oportunidad de seguirlo incluso a través de ese sufrimiento, y de mostrar Su gracia y Su poder a través de la manera en que ponen su esperanza en Él, la manera en que lo obedecen y depositan su fe en Cristo.