1 Pedro 5:11 - Printer Friendly

LBLA: A El sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

NBLA: A El sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

NVI: A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.

RV1960: A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

JBS: A él sea gloria e imperio para siempre. Amén.

Antes de despedirse oficialmente en los siguientes versículos, Pedro concluye el contenido de su carta compartiendo una bendición, el tipo de bendición que a menudo se comparte al final de un servicio o un sermón. En este caso, Pedro bendice al "Dios de toda gracia", a quien mencionó en el versículo anterior.

Además de bendecir a Dios, la bendición de Pedro nos deja claro que todo el poder y dominio del universo le pertenecen a Dios, ahora y para siempre. Dios cumplirá Su voluntad, y eso es algo sobre lo que nadie debería tener ninguna duda. Dios no cederá ni cometerá ningún error. Dios prevalecerá.

Esta realidad consuela en gran manera a las personas que están siendo perseguidas debido a Su fe en Cristo. En el versículo anterior, Pedro nos prometió que el Dios de toda gracia nos restaurará, nos confirmará, nos fortalecerá y nos establecerá después de esta vida de sufrimiento. Los creyentes deben encontrar consuelo en el hecho de que, a pesar de todos los sufrimientos por los que pasamos, Dios finalmente prevalecerá sobre todo ello. Eso es todo lo que necesitamos para tener esperanza a través de las dificultades que nos presenta esta vida.

En 1 Pedro 5:1–11, Pedro les ofrece una serie de instrucciones específicas a los ancianos sobre cómo guiar al rebaño de Dios con voluntad, entusiasmo y basándose en su propio ejemplo. Todos debemos ser humildes los unos con los otros y con Dios, ya que Dios se opone a los soberbios. Debemos confiarle todas nuestras ansiedades al Padre, ya que Él cuida de nosotros. Debemos estar atentos y en alerta a nuestro enemigo, el diablo, quien busca destruirnos. Para resistirnos a sus ataques, debemos mantenernos firmes en nuestra fe y confiar en que Dios cumplirá Sus promesas.

Pedro concluye la carta que le envió a todos los cristianos que estaban dispersos en Asia Menor compartiendo con ellos una serie de instrucciones específicas. Pedro se dirige principalmente a los ancianos y les habla sobre la manera en que tienen que liderar sus iglesias. También nos da consejos a todos los creyentes sobre cómo vivir con humildad, ante los demás y ante Dios. En humildad, esperamos y confiamos en que Dios nos exaltará cuando llegue Su momento, y también con humildad compartimos los problemas que nos afligen con Dios porque Él se preocupa por nosotros y nos ama. Al mismo tiempo, debemos estar atentos a los movimientos del diablo y resistiéndonos a sus ataques mientras nos centramos en mantenernos firmes en nuestra fe. Después de esta breve vida de sufrimiento, nuestro Dios pondrá fin a todos nuestros sufrimientos y nos fortalecerá para siempre.

Hasta ahora, Pedro ha dicho que Dios ha elegido y apartado a los cristianos para cumplir Sus propósitos en la Tierra. Al mismo tiempo, no deberíamos sorprendernos de los momentos de sufrimiento por los que pasamos, y tampoco deberíamos rebelarnos en contra de las autoridades humanas que están por encima de nosotros cuando éstas nos persiguen debido a nuestra fe en Cristo. En realidad, nuestro sufrimiento en ambos casos ayuda a que el mundo vea la esperanza que hemos puesto en Cristo y nos permite seguir los pasos de Jesús. Pedro concluye aquí su carta compartiendo una serie de instrucciones con los ancianos, enfatiza la importancia que tiene la humildad en la vida de los cristianos, y dice que debemos estar despiertos y siempre en alerta.

Unos 30 años después de la resurrección de Jesús, los cristianos comenzaron a ser perseguidos por su fe con más fuerza que nunca. ¿Cómo debían responder ante tal situación? ¿Cómo debemos responder ante el sufrimiento en la actualidad? El apóstol Pedro escribió esta carta para consolar a los creyentes y animarlos a que se mantuvieran fuertes. Pedro los anima a poner toda su esperanza en el futuro perfecto que pasarán con Cristo, y a obedecerlo y confiar en Él en el presente, incluso durante sus sufrimientos. Cristo sufrió mucho y, ahora, los seguidores de Cristo tienen la oportunidad de seguirlo incluso a través de ese sufrimiento, y de mostrar Su gracia y Su poder a través de la manera en que ponen su esperanza en Él, la manera en que lo obedecen y depositan su fe en Cristo.