2 Corintios 7 - Printer Friendly

En el primer versículo de este capítulo, Pablo concluye el tema sobre el que estuvo enseñando durante el capítulo anterior. Es importante recordar que, originalmente, las Escrituras no estaban divididas en versículos y capítulos. En el anterior capítulo, Pablo habló sobre la importancia de que los cristianos no se unan a los incrédulos a través de contratos vinculantes, especialmente en situaciones que los hagan relacionarse con la adoración de ídolos. En resumen, los cristianos deben limpiarse física y espiritualmente de todo lo que haya en sus vida que los pueda apartar de Dios. Al hacer eso, Dios puede continuar completando el proceso de santificación en sus vidas. (2 Corintios 7:1).

Pablo comienza el tema principal de este capítulo volviendo a suplicarles a los corintios que les abrieran sus corazones tanto a él como a sus colaboradores. Pablo vuelve a decir que él y sus colaboradores siempre se comportaron con integridad cuando les presentaron el evangelio. Sin embargo, Pablo se apresura a decir que no estaba condenando a los corintios, sino que les tenía tanto cariño que estaba dispuesto incluso a morir por ellos (2 Corintios 7:2–3).

Esta declaración de afecto fue causada debido a que Tito le contó a Pablo lo que había ocurrido después de que recibieran la carta que les envió y que el mismo Tito les había llevado. Los corintios la recibieron con alegría y se arrepintieron de sus pecados (2 Corintios 7:4–9).

Pablo retoma el hilo de la historia que dejó pendiente en el capítulo 2. Después de haber tenido una difícil visita con los corintios, Pablo les escribió una carta que fue aparentemente muy dura. Los corintios se habían puesto del lado de un hombre en la iglesia que estaba en contra de Pablo, o quizás no hicieron nada para contrarrestar las mentiras que este hombre estaba diciendo acerca de Pablo, quien representaba a Cristo. Pablo los corrigió y les dijo que disciplinaran a ese hombre (2 Corintios 2:3–10).

Entonces, les escribió una carta que ya no tenemos y se la dio a Tito para que se la entregara a la iglesia en Corinto. Luego se quedó esperando sin saber cómo responderían. ¿Se enfadarían y rechazarían su papel como apóstol de Jesús? ¿Tratarían mal a Tito? La preocupación de Pablo creció aún más cuando Tito no se presentó en Troas para reunirse con él tal y como dijo que lo haría. Pablo regresó a Macedonia y se enfrentó a más problemas en esa región.

Sin embargo, finalmente, Tito llegó con noticias de Corinto. Los corintios habían recibido la carta de Pablo con tristeza e hizo que se arrepintieran, tal y como ocurre con el dolor que sentimos después de pecar. Los corintios castigaron al hombre por su pecado y comenzaron a hacer todo lo que pudieron para arreglar las cosas con Pablo. Pablo se quedó muy aliviado con todo esto. Pablo se quedó muy contento de que Tito se hubiera quedado tan impresionado y alentado por la obediencia y humildad que mostraron los corintios (2 Corintios 7:11–16).

El capítulo concluye con la declaración de Pablo de que tenía plena confianza en los corintios. Aun así, Pablo seguirá hablando de temas difíciles durante el próximo capítulo.

En 2 Corintios 7:2–16 Pablo les pide a los corintios que les abran sus corazones tanto a él como a sus colaboradores en el evangelio. Luego describe la gran aflicción que estaban pasando hasta que Tito regresó de su visita a Corinto. El informe de Tito de que los corintios habían respondido bien a las reprensiones y a las correcciones de Pablo, y que de hecho habían reaccionado con tristeza y arrepentimiento, le dio a Pablo un gran consuelo y provocó que se alegrara mucho. Tito también expresó su afecto por los corintios después de ver que estaban obedeciendo a Dios con humildad. Pablo termina declarando que él confiaba totalmente en los corintios. No obstante, seguirá tratando otros temas difíciles durante los siguientes capítulos.

El versículo 1 termina el pensamiento que comenzó en el capítulo anterior de que los creyentes, al ser el pueblo santo de Dios, deben limpiar sus vidas de todo tipo de contaminación. A continuación, Pablo amina a los corintios una vez más a que les abran sus corazones tanto a él como a sus colaboradores. Pablo expresa un gran consuelo y alegría por el informe que recibió de Tito de que la carta que les había mandado fue recibida con tristeza y arrepentimiento, y estaban deseosos de hacer las cosas bien. Pablo también se alegra de saber que Tito se había quedado impresionado con su obediencia y su actitud humilde. En realidad, eso no resolvió todos los problemas que había entre Pablo y los corintios, pero Pablo sí que expresa que tenía una total confianza en ellos.

El capítulo 7 de 2 corintios comienza con un versículo que concluye las enseñanzas de Pablo acerca de la importancia de que los cristianos no se asocien con los incrédulos de tal manera que esa relación los vincule por contrato con ellos. Luego, Pablo anima a los corintios una vez más a que les hicieran un lugar en sus corazones. Pablo expresa un enorme consuelo al escuchar que los corintios recibieron la carta tan dura que les había enviado y que ellos decidieron arrepentirse de sus pecados. Tito también se quedó muy impresionado con su obediencia y humildad. Pablo dice que tenía plena confianza en ellos. Durante los siguientes capítulos, Pablo continuará abordando los problemas espirituales que había dentro de esa iglesia.

La segunda carta de los Corintios vuelve a tratar sobre muchos de los temas que Pablo ya trató en la primera carta que le envió a esta misma iglesia. Pablo se alegró de saber que la iglesia de Corinto había seguido su consejo. Al mismo tiempo, Pablo se vio obligado a hablar sobre algunas de las acusaciones que le hicieron con respecto a su personalidad y a su legitimidad como apóstol. La mayor parte de este texto trata sobre este tema. El quinto capítulo, por el contrario, contiene un pasaje que los cristianos recitan muy a menudo cuando lo están pasando mal. Pablo también quiere que la iglesia de Corinto cumpliera su promesa de ayudar en la colecta que se estaba reuniendo para ayudar a los cristianos que estaban sufriendo en Jerusalén.