2 Timoteo 2:16 - Printer Friendly

LBLA: Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad,

NBLA: Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad,

NVI: Evita las palabrerías profanas, porque los que se dan a ellas se alejan cada vez más de la vida piadosa,

RV1960: Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.

JBS: Mas evita profanas y vanas palabrerías; porque muy adelante irán en la impiedad.

Al juntar los versículos 14 y 15, podemos ver la manera en que Pablo hace una importante distinción entre defender las verdades de las Escrituras y discutir sobre temas que no son tan importantes. De hecho, una persona no puede "usar bien la palabra" de la verdad (2 Timoteo 2:15) a menos que se mantenga alejado de batallas espirituales que en realidad no valen la pena. Dicho de otra manera, Timoteo no debía involucrarse en ningún tipo de disputa con los falsos maestros, porque los falsos maestros solo se centraban en discutir ideas superficiales que carecían de cualquier valor espiritual.

Según Pablo, cuando caemos en ese tipo de trampas, dejamos de atraer a otras personas hacia Cristo. Más bien, esto acaba teniendo el efecto contrario. La impiedad era uno de los principales pecados que se debía evitar durante la era del Antiguo Testamento (Isaías 32:6; Jeremías 23:15) y Pablo también trata este tema en Romanos (Romanos 1:18; 11:26). En Tito 2:12, Pablo le dijo a Tito "debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos". Judas 1:15 habla sobre el día del juicio de Dios y dice "viene para juzgar a todos, y condenará a todos los impíos por todas las malas obras que en su impiedad han cometido, y por todas las insolencias que los pecadores e impíos han lanzado contra él [el Señor]".

A diferencia de esto, Pablo sí habló frecuentemente sobre la importancia que tiene la piedad con Timoteo (1 Timoteo 2:10; 3:16; 4:7–8; 5:4; 6:3, 5–6, 11) y también lo hizo una vez con Tito (Tito 1:1). Además de Pablo, Pedro también habló sobre la importancia de la piedad (2 Pedro 1:3, 6–7; 3:11). La piedad debe ser la meta de todo creyente, especialmente la de las personas que desean ser líderes dentro de la iglesia.

En 2 Timoteo 2:14–26, Pablo comparte una serie de instrucciones con Timoteo sobre cómo guiar a otros creyentes. Hay dos temas importantes este pasaje: la necesidad de evitar disputas inútiles y aferrarse a la sana doctrina Bíblica. Las discusiones sobre cuestiones que no son esenciales rápidamente provocan enemistades entre los cristianos, lo cual de alguna manera envenena al cuerpo de Cristo del mismo modo que la gangrena ataca al cuerpo físico. Después, Pablo nombra específicamente a algunos falsos maestros, pero lo hace con un tono compasivo. Aquí, Pablo le recuerda a Timoteo que la gentileza y la paciencia son cruciales. Después de todo, las personas que no creen no son nuestros enemigos: ¡sino las personas a quienes intentamos rescatar del control del Diablo!

Pablo le ordena a Timoteo que defienda la verdad, tanto presentando el evangelio con precisión como defendiéndolo con amor y gentileza. Si bien la verdad es importante, Pablo también señala que hay algunas cuestiones que solo sirven para distraernos, y dice que esas cosas son solo palabras vanas que no tienen sentido, lo cual a su vez pone en evidencia la salud espiritual de una persona. Al igual que la gangrena, estas disputas no dejan de extenderse hasta que al final provocan una catástrofe. El objetivo final de nuestra evangelización no es "ganar" argumentos, sino rescatar a personas que, tal y como nosotros lo estábamos antes de recibir la gracia de Dios, están completamente perdidas.

En el capítulo 1, Pablo trató de animar a Timoteo hablándole sobre su herencia espiritual y el poder que había recibido de Dios. Aquí, en el capítulo 2, Pablo se extiende un poco más acerca de estos temas. En lugar de compartir detalles específicos, Pablo nos presenta una serie de ejemplos y analogías y le dice a Timoteo que los considere cuidadosamente. Todo lo que Pablo le dice a Timoteo aquí tiene como objetivo prepararlo para lo que tenía que compartir con él durante el siguiente capítulo. Timoteo—y todos los creyentes—necesitaban estar preparados y tener una mentalidad recta, porque el mundo se volvería cada vez más oscuro espiritualmente.

2 Timoteo es la última carta del Nuevo Testamento que escribió Pablo mientras esperaba a que el sistema legal de Roma lo ejecutara. En ese momento, alrededor del año 67 d.C., Timoteo dirigía la iglesia de Éfeso. Pablo le escribe a Timoteo para animarlo. Pablo se estaba enfrentando a la peor de todas sus dificultades: su propia muerte, la cual iba a ocurrir de manera inminente. Por eso, Pablo anima a Timoteo a mantenerse firme en su fe confiando en la Palabra escrita de Dios. En esta carta, Pablo habla de muchos temas que mencionó en muchas otras de sus cartas.