Colosenses 2:11 - Printer Friendly

LBLA: en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo;

NBLA: También en El ustedes fueron circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo;

NVI: Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana, sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo.

RV1960: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;

JBS: En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de la carne, en la circuncisión del Cristo;

La circuncisión era de gran importancia para los judíos, ya que servía como señal del pacto que Dios hizo con Abrahán en el pasado (Génesis 17). Por ejemplo, Moisés se enfrentó a un grave problema por no circuncidar a sus propios hijos (Éxodo 4:24–26). Los niños varones judíos eran circuncidados al octavo día según la ley mosaica, y Jesús dijo que la circuncisión se llevaba a cabo durante el sábado para cumplir la ley (Juan 7:22). Debido a que la circuncisión era tan importante, ese término se utiliza a menudo para resumir toda la Ley.

Sin embargo, una vez que Jesús vino de acuerdo con la profecía, Jesús se convirtió en el cumplimiento de la ley. Pablo escribió: "lo que importa es obedecer los mandamientos de Dios, y no el estar o no circuncidado" (1 Corintios 7:19). La circuncisión siguió siendo un tema difícil para la iglesia primitiva, incluso aunque los apóstoles enseñaran claramente que tales rituales ya no eran necesarios para los cristianos (Hechos 11:1–18). Aquí, Pablo señala que lo que la circuncisión hace, físicamente, la fe en Cristo lo hace a un nivel espiritual. En otras palabras, lo único que importa es conocer a Cristo, no la circuncisión física.

En Colosenses 2:6–15, Pablo habla sobre la superioridad de Cristo y la manera en que Cristo derrotó de una vez por todas el poder del pecado, lo cual contrasta fuertemente con la manera de vivir del mundo incrédulo. Pablo anima a los colosenses a que no se dejen engañar por los argumentos falaces de los falsos maestros. En este pasaje, Pablo también habla sobre la naturaleza drástica que fundamenta la salvación que Dios nos ofrece a través de Su gracia. Las personas que ponen su fe en Cristo están ''espiritualmente'' circuncidados y se identifican con Dios a través de su fe. Este acto de perdón de Dios nos libera de la pena eterna del pecado, restaura nuestra relación con Él y derrota a las fuerzas del mal que luchan contra nosotros.

En este pasaje, Pablo les advierte a los cristianos que no se dejen engañar por los argumentos falaces que estaban escuchando, ya que, incluso aunque esas enseñanzas sonaran bien, no eran más que trucos: parecían ser verdad, pero en realidad no lo eran. Hablar a favor de la abnegación, el legalismo, las visiones y otro tipo de prácticas, solo acaba siendo eso, palabras vacías sin sentido, y esas cosas no representan la verdadera fuente del crecimiento espiritual. Pablo enfatiza aquí la manera en que Cristo logró todo lo que necesitamos para que Dios nos justificara. Como resultado, no hay razón para que los creyentes se dejen llevar por esas enseñanzas, las cuales eran y son superficiales y falaces. En cambio, lo que debemos hacer es centrarnos y seguir a Jesús; eso todo lo que importa.

Durante el capítulo 1, Pablo nos dijo que Cristo es supremo sobre toda la creación. En el capítulo 2, Pablo refina este argumento mostrándonos la manera en que la salvación que Dios nos ofrece a través de Jesús es superior a los falsos sistemas alternativos que el mundo nos ofrece. Pablo refuta específicamente varias ideas, como el legalismo, el ascetismo (abnegación) y el misticismo, ya que Dios no quiere que crezcamos espiritualmente de esa manera. Más adelante, Pablo hará un contraste entre estos estilos de vida religiosos que son meramente acciones externas que están vacías de contenido, y el verdadero crecimiento espiritual interior que solo se desarrolla a través de la fe en Cristo.

En el libro de Colosenses, Pablo dice que Cristo es superior a todos los demás maestros, credos y filosofías del mundo. En esta carta, la cual escribió desde la cárcel, Pablo aborda una vez más el tema de las falsas enseñanzas. Algunos andaban diciendo que los cristianos debían renunciar a todos los placeres físicos, que debían adorar a los ángeles y que debían confiar en la sabiduría de una élite reducida que se caracterizaba por seguir filosofías humanas. En realidad, todos estos problemas coinciden con los fundamentos de una antigua herejía llamada gnosticismo. En respuesta a eso, Pablo dice que Cristo es supremo y suficiente para nuestra salvación.