Efesios 2 - Printer Friendly

El capítulo 2 hace hincapié en el tema de la salvación por gracia mediante la fe en Cristo Jesús. En primer lugar, Pablo dice que el proceso de salvación es el resultado de la gracia de Dios, la cual recibimos por medio de la fe (Efesios 2:1–10). La bondad y el esfuerzo humanos no valen nada en lo que respecta a nuestra salvación. En segundo lugar, Pablo pasa a centrarse en el tema de la unidad que tenemos Cristo (Efesios 2:11–22), lo cual acaba con la división que había entre los judíos y los gentiles, quienes ahora forman una sola familia espiritual.

En la primera sección (Efesios 2:1–10) Pablo comienza señalando que los creyentes "estaban muertos" en sus pecados (Efesios 2:1) porque estaban siguiendo el camino de Satanás (Efesios 2:2), lo cual se les puede aplicar a todos los creyentes antes de que pusieran su fe en Cristo (Efesios 2:3). Sin embargo, la misericordia de Dios (Efesios 2:4) nos ha devuelto a la vida en Cristo (Efesios 2:5). Esta es la primera vez que Pablo habla sobre la salvación por gracia. El contraste que hace entre la muerte y la vida sirve para entender la diferencia que existe entre las personas que se salvan y las que no.

En Efesios 2:6, Pablo continúa centrándose en la resurrección de los creyentes en Cristo y menciona la gracia por segunda vez (Efesios 2:7). Efesios 2:8–9 es uno de los pasajes más famosos de la Biblia, donde se hace hincapié en la salvación por gracia mediante la fe. Esto no es resultado de las obras, por lo que nadie tiene motivos para presumir. El versículo 10 termina esta sección señalando que somos hechura de Dios y que hemos sido creados para hacer buenas obras. De hecho, Dios preparó de antemano a los creyentes para realizar estas obras.

La segunda sección (Efesios 2:11–22) trata de la unidad que debe existir en el cuerpo de Cristo. Debido a que Pablo les está escribiendo a los gentiles, Pablo dice que antes se les llamaba "los incircuncisos" (Efesios 2:11), porque estaban separados de Cristo y de Dios, y por tanto carecían de toda esperanza (Efesios 2:12). Sin embargo, por medio de Cristo se han acercado (Efesios 2:13). El muro de separación ha sido derribado (Efesios 2:14), la ley de Moisés se cumplió y se abolió en Cristo con el objetivo de formar una nueva familia (Efesios 2:15), para que los judíos y los gentiles se reconciliaran para siempre (Efesios 2:16).

Jesús vino para salvar al mundo (Efesios 2:17). Por medio de Él "unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu" (Efesios 2:18), lo cual enfatiza el hecho de que Dios es un Dios triuno. Los creyentes gentiles ya no son "extranjeros ni advenedizos", sino que están unidos a los creyentes judíos en Cristo (Efesios 2:19). Esta familia unida, la Iglesia, se edifica sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, con Jesús como piedra angular (Efesios 2:20). Todo surge de Él y es en última instancia para Él (Efesios 2:21–22).

Efesios 2:1–10 nos explica claramente la relación que hay entre nuestra falta de obediencia, la gracia de Dios y nuestra salvación. Las personas que han alcanzado la salvación a través de Cristo no se merecen esta salvación y solo la reciben por misericordia y la gracia de Dios, quien quiere perdonarnos. En esta sección, Pablo dice de nuevo que los esfuerzos humanos no tienen ningún impacto en nuestra salvación. Por esto, no hay ningún cristiano que pueda jactarse de su lo bueno o lo buena que es, ya que alcanzamos la salvación únicamente a través de la gracia de Dios, no debido a nuestras propias obras.

Efesios 2:11–22 nos explica la manera en que las personas que han alcanzado la salvación por gracia mediante la fe en Cristo han llegado a formar parte de una sola familia. Antes de que Jesús viniera, el pueblo judío consideraba a los gentiles como si fueran personas impuras e inferiores. Aquí, Pablo nos explica la manera en que el evangelio también permite que los gentiles, no solo los judíos, puedan tener esperanza, recibir las promesas de Dios y llegar a tener una relación con Dios. Seguramente, la mayor parte de la iglesia de Éfeso era gentil, y esa es la razón por la que Pablo tuvo que hablar sobre lo que algunos judíos pensaban erróneamente: que los gentiles no podían formar parte de la familia de Dios.

Pablo enfatiza repetidamente que la salvación se logra en base a la gracia de Dios, a través de la fe. Las buenas obras, el esfuerzo humano y nuestras mejores intenciones nunca serán suficientes como para ganarnos la salvación. Todo el mundo está marcado por el pecado, tanto el pecado que se comete de manera deliberada como de manera accidental, y por esta razón merecemos estar separados de Dios. Por tanto, la única manera de alcanzar la salvación es a través de Su misericordia y gracia, por lo que no hay lugar a la jactancia. Esto también significa que todas las personas que han alcanzado la salvación, tanto judíos como gentiles, forman parte de una misma familia espiritual, y no hay motivo para que haya ningún tipo de hostilidad entre los creyentes. De hecho, todos somos indignos de la bondad de Dios y hemos alcanzado la salvación gracias a esa misma bondad y gracia de Dios.

Durante los tres primeros capítulos de Efesios, Pablo se centra en cuestiones doctrinales, y los tres últimos nos muestran cómo deben aplicarse esos principios en la vida real. El capítulo 2 nos presenta un par de puntos que hablan sobre nuestra condición al hacer recibido la salvación de Dios mediante la gracia y la fe. En primer lugar, la salvación depende totalmente de la gracia de Dios, no de los esfuerzos humanos. En segundo lugar, esto significa que todos los cristianos forman parte de la misma familia, tanto judíos como gentiles. Esto sirve de puente entre la explicación que aparece en el capítulo 1 sobre la asombrosa gloria de Dios y el tema del capítulo 3, donde se habla de cómo Dios ha puesto en marcha el plan que ideó desde el principio.

Pablo trata uno de sus temas más comunes en Efesios: la importancia de conectar la teoría con la práctica. En este libro, sin embargo, profundiza más en esto antes de hacer esta transición. Debido a que Pablo probablemente les escribió esta carta a más de una iglesia, Pablo se centra en la manera en que las creencias cristianas deben ponerse en práctica a través de nuestras acciones. Los tres primeros capítulos nos hablan de ideas espirituales, y los tres últimos nos muestran cómo deben aplicarse estas verdades en la vida de los creyentes que hayan alcanzado la madurez espiritual. Pablo se centra en el amor, la uni-dad de la Iglesia cristiana y el increíble valor de la salvación que hemos recibido por medio de Cristo.