Efesios 6:16 - Printer Friendly

Una de las herramientas más importantes de los soldados romanos era el escudo, porque era esencial para protegerse de los ataques enemigos, ya fueran espadas, flechas, piedras, lanzas u otras armas. De hecho, era un instrumento tan poderoso que los escudos se asocian a menudo con el concepto de la fuerza en el Antiguo Testamento. Dios dice que fue el escudo de Abrahán (Génesis 15:1) y también fue el escudo de Israel (Deuteronomio 33:29). Los escudos, cuando se usan dentro de formaciones y en cooperación con otros soldados, ayudaron a ganar muchas batallas.

La fe, en este caso, es lo que desvía los ataques del enemigo. Las otras partes de la armadura protegen a los soldados si el enemigo es capaz de sobrepasar la defensa de sus escudos. Sin embargo, la defensa más fuerte viene del escudo: ¡ya que en realidad el escudo protege al resto de la armadura! Dese cuenta, sin embargo, que la analogía del "escudo de la fe" también contrarresta la manera en que muchas personas critican la religión diciendo que simplemente se trata de una "fe ciega". Los escudos son herramientas que sirven para algo, no solo muros tras los que esconderse. Los escudos, por su naturaleza, forman parte de la estrategia, la conciencia y la cooperación.

Algo impresionante acerca de los escudos romanos es que, al llevarlos, los soldados podían resistirse de cualquier tipo de ataque. De acuerdo con esto, Pablo dice que el escudo de la fe "puede apagar todas las flechas incendiarias del maligno".

El ataque que menciona son las flechas de fuego, un tipo de arma que era muy común en la guerra antigua. De hecho, incluso las corazas romanas podían ser atravesadas por una flecha. Los escudos que eran propensos a incendiarse eran vulnerables, por eso, los escudos romanos estaban forrados de cuero y solían empaparse de agua antes de la batalla. En otras palabras, Dios, quien nos proporciona la armadura, les ofrece a Sus tropas un equipo perfectamente adecuado para sobrevivir al ataque de nuestro enemigo.

Obsérvese también que el ataque procede del "maligno", Satanás. En otro pasaje de las Escrituras, Jesús nos enseña a orar y le pide a Dios Padre que lo protegiera de Satanás, el maligno (Mateo 6:13). Satanás no puede estar en todas partes al mismo tiempo tal y como puede hacerlo Dios, sin embargo, Pablo parece indicar que Satanás intenta atacar a todos los creyentes que puede. Tal y como lo haría un comandante militar, Satanás puede atacar a los cristianos indirectamente a través de sus demonios.

Curiosamente, el escudo es la única pieza defensiva de la armadura que también puede proteger a más de una persona al mismo tiempo. Los soldados antiguos solían luchar en formación mientras entrelazaban sus escudos. Esto significa que cada hombre se protegía a sí mismo y a los demás con su escudo. En la comunidad de creyentes, la cooperación, la unidad y la santidad son cruciales. Cuando trabajamos "en formación", formamos un muro de fe que hace que toda la Iglesia sea más fuerte y segura.

En Efesios 6:10–20, Pablo comparte una aplicación práctica del cristianismo haciendo una comparación muy interesante entre la fe de los cristianos y la "armadura de Dios". En este pasaje, Pablo usa las diferentes partes de la armadura de un soldado romano para enseñarnos la manera en que los cristianos deben vivir sus vidas en cristo. Las herramientas del soldado incluyen el cinturón, la coraza, el calzado, el escudo, el casco y la espada. Para los cristianos, estas partes de la armadura representan la verdad, la justicia, el evangelio, la fe, la salvación y la Palabra de Dios respectivamente. Los cristianos también tienen la oración. Así como la armadura de un soldado está diseñada para usarse en una batalla terrenal, la armadura de un cristiano debe usarse para luchar en una batalla espiritual.

Pablo les ofrece instrucciones específicas tanto a los hijos como a los padres, haciendo hincapié en la importancia que tienen la obediencia y la paciencia durante el proceso. Pablo también les pide a las personas que sirven a sus amos o jefes que les sirvan con sinceridad y buenas intenciones, como si trabajaran para Cristo. A los amos les advierte que no sean severos, ya que el mismo Dios que juzgará a todo el mundo los tratará a ellos tal y como ellos trataron a las personas que los sirvieron en la Tierra. A todos los cristianos se nos pide que utilicemos las herramientas que Dios nos ha dado para sobrevivir a los ataques del diablo, las cuales pueden verse como las piezas que forman una armadura. Pablo termina esta carta de la manera que lo hace normalmente, compartiendo oraciones, bendiciones y noticias sobre los planes de futuro que tenía en ese momento.

Efesios se divide en dos partes. Los primeros tres capítulos tratan sobre doctrina, y los tres últimos capítulos nos hablan sobre cómo aplicar las verdades de esas doctrinas en nuestra vida diaria. Durante este último capítulo, Pablo habla de la manera en que deben vivir debido a que somos cristianos, y nos describe las herramientas espirituales que Dios nos ha dado, las cuales nos presenta en forma de analogía utilizando las partes de las que se compone una armadura para expresar estas verdades. Pablo hace un resume de todo lo que ha dicho en esta carta para demostrar la manera en que deben vivir los cristianos, y cómo deben crecer y vivir de acuerdo con lo que verdaderamente significa la salvación que hemos recibido en Cristo.

Pablo trata uno de sus temas más comunes en Efesios: la importancia de conectar la teoría con la práctica. En este libro, sin embargo, profundiza más en esto antes de hacer esta transición. Debido a que Pablo probablemente les escribió esta carta a más de una iglesia, Pablo se centra en la manera en que las creencias cristianas deben ponerse en práctica a través de nuestras acciones. Los tres primeros capítulos nos hablan de ideas espirituales, y los tres últimos nos muestran cómo deben aplicarse estas verdades en la vida de los creyentes que hayan alcanzado la madurez espiritual. Pablo se centra en el amor, la uni-dad de la Iglesia cristiana y el increíble valor de la salvación que hemos recibido por medio de Cristo.