Filipenses 3:15 - Printer Friendly

LBLA: Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios ;

NBLA: Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tienen una actitud distinta, eso también se lo revelará Dios.

NVI: Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y, si en algo piensan de forma diferente, Dios les hará ver esto también.

RV1960: Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

JBS: Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

¡Próximamente!En los versículos 12–14, Pablo nos explicó que su vida era un proceso que estaba en desarrollo. Pablo no era perfecto, y lo sabía. En lugar de pensar en el pasado, se había comprometido a centrarse en el futuro. Tal y como un corredor se concentra en el camino que tiene por delante, Pablo servía a Dios concentrándose en su objetivo final, la eternidad con Cristo. Aquí, Pablo pasa a hablar sobre la aplicación de esas enseñanzas.

Pablo había adquirido esta perspectiva debido a la sabiduría, la madurez y la experiencia. Pablo quería que sus lectores se centraran en Cristo por encima de todo, tal y como él lo estaba haciendo. De hecho, Pablo creía firmemente que ésta era la manera de hacerlo y no había ninguna duda al respecto. Aunque Pablo sí habla de la posibilidad de que existan desacuerdos entre los creyentes cristianos (Romanos 14), aquí no hay varias opciones, sino solo una. Si alguien no estuviera de acuerdo, la esperanza de Pablo es que Dios le hiciera cambiar de opinión.

Lo que Pablo dice aquí es importante por una razón fundamental. El objetivo de parecerse más a Cristo no se les aplica solo a los líderes cristianos, sino que debe ser el objetivo de todo creyente. La carrera que Pablo estaba corriendo debería ser la carrera de todo cristiano, tanto en la iglesia de Filipos, como en nuestras propias congregaciones en la actualidad. Debido a que somos creyentes, debemos saber que conocer a Cristo y llegar a ser más como Él es la meta más importante de nuestras vidas. En realidad, existe una gran variedad de dones y llamamientos, pero en lo que se refiere a la actitud, solo hay una cuando se trata de crecer espiritualmente: debemos seguir a Cristo por encima de todo.

En Filipenses 3:12–4:1, Pablo nos habla sobre la actitud adecuada que los cristianos deben tener en el proceso de ''santificación'', el cual es un camino gradual que dura toda la vida y que tiene el objetivo de parecernos cada vez más a Jesús. Nuestro lugar en la eternidad está asegurado desde el momento en que confiamos en Cristo, pero necesitamos tiempo para ver la manera en que nuestras acciones y actitudes van cambiando para parecerse más y más a las de Jesús. Pablo dice que él no es perfecto, pero anima a los cristianos a imitar su manera de actuar en la forma en que perseveraba para parecerse cada vez más a Jesús. Pablo también llora por los que rechazan el Evangelio, lo cual es una decisión que los llevará hacia su des-trucción.

Pablo nos describe aquí el impresionante currículum que tenía desde el punto de vista judío. De hecho, ninguno de sus críticos o contrincantes podía presumir de la reputación que tenía Pablo. Pablo habla de esto solo para enfatizar el hecho de que nada de esto importaba, sino que lo único que importa es la fe en Cristo. Pablo habla aquí de una manera concisa y directa. Luego, nos explica la manera en que los cristianos deben centrarse únicamente en Cristo, igual que un corredor debe concentrarse en su meta para así correr con eficacia. En lugar de mirar al pasado o mirarnos a nosotros mismos, debemos mirar hacia delante, hacia la eternidad con el Señor.

En los capítulos 1 y 2, Pablo nos explica la manera en que deben responder los cristianos ante las dificultades. Puesto que Cristo estuvo dispuesto a obedecer a Dios, incluso hasta la muerte, nosotros debemos hacer lo mismo. La queja y la preocupación no tienen lugar en la vida de un creyente que haya alcanzado la salvación. En el capítulo 3, Pablo hace un contraste muy interesante. Las credenciales de Pablo, según la tradición judía, eran impecables. Y, sin embargo, para él, ninguno de esos logros valía nada cuando lo comparaba con la posibilidad de estar en comunión con Cristo. Por esta razón, Cristo debe ser el centro de atención de todos los creyentes. Este pasaje da pie al capítulo 4, donde Pablo comparte unos saludos e instrucciones finales.

En Filipenses, Pablo habla de la vida cristiana. Pablo destaca temas como la alegría y la gloria, y también hace hincapié en que la forma de pensar de un cristiano -su actitud- afecta la manera en que vive su fe. Pablo estaba muy agradecido por el apoyo que había recibido de la iglesia filipense, pero también estaba preocupado por la influencia que algunos falsos maestros estaban teniendo dentro de la iglesia. Esta carta es menos teológica que la mayoría de sus otros escritos, pero sí mucho más práctica.