Gálatas 5:20 - Printer Friendly

Pablo está enumerando una serie de acciones y estilos de vida pecaminosos, y dice que todos estos se manifiestan en las personas que viven según la carne, las personas que no viven bajo el poder del Espíritu Santo (Gálatas 5:16-18). Pablo no está creando un nuevo conjunto de reglas o leyes a seguir para las personas que son libres en Cristo. Más bien, la intención de Pablo es describir la naturaleza de todos esos estilos de vida egoístas. Los cristianos deben usar su libertad y el poder del Espíritu de Dios para servirles a los demás en el amor de Cristo (Gálatas 5:13). Las personas que se niegan a hacerlo terminarán desperdiciando sus vidas y se pondrán al servicio de pecados como estos.

En el versículo anterior, Pablo enumeró una serie de pecados que se relacionaban con la sexualidad: el adulterio, la fornicación, la inmundicia y la lascivia.

Ahora, Pablo enumera dos pecados que se relacionan con la religión y la espiritualidad. La idolatría es la adoración de ídolos y dioses paganos, y es el pecado que Dios odia con más fuerza a lo largo de las Escrituras. La idolatría era muy común en la época de Pablo. De hecho, todavía es común hoy en día, tanto directamente como en el sentido de anteponer las cosas materiales a Dios en nuestras vidas. En pocas palabras, los cristianos no deben adorar a ningún otro dios de ninguna manera.

Luego viene la hechicería. Curiosamente, esto proviene del término griego pharmakeia, el cual se relaciona con el término del que derivamos la palabra española farmacia. Este término implica el uso de drogas, pociones y venenos, los cuales a menudo tienen el fin de pervertir la mente o el espíritu de una persona. Por extensión, la "hechicería" a la que Pablo se refiere aquí a menudo incluye el hecho de invocar demonios o intentar acceder a poderes sobrenaturales sin la ayuda de Dios.

A continuación, Pablo enumera un grupo de pecados que surgen muy a menudo en nuestras relaciones. Los pleitos hacen que odiemos a determinadas personas o grupos de personas específicos. Los celos se explican por sí solos. El término ira proviene de la palabra thymoi, lo cual implica personas que sufren arrebatos incontrolados de emociones tales como la ira. Las contiendas son divisiones que vienen impulsadas por las ambiciones egoístas de las personas que están involucradas. Las disensiones son esos momentos en los que rompemos la unidad del grupo sin que haya una buena razón para hacerlo. La herejía significa dividirse de un grupo para hacerle daño al grupo en sí.

Pablo dice que estos pecados no deben formar parte del estilo de vida de alguien que sea libre, haya sido perdonado por Cristo, y esté siendo guiado por el Espíritu Santo.

Las personas que confían en Cristo son libres. Los lectores de Pablo se estaban arriesgando a desperdiciar esa libertad desviándose en una de dos direcciones. Por un lado, los falsos maestros los estaban presionando para que se circuncidaran con el fin de que Dios los justificara, algo que no era verdad. Por otro lado, la libertad también se puede desperdiciar si solo nos dedicamos a servirnos a nosotros mismos y a nuestros deseos pecaminosos en lugar de servir a los demás con amor. El Espíritu de Dios nos da el poder para hacerlo cuando dejamos que Él nos guíe. La vida en el Espíritu produce frutos poderosos y muy positivos en la vida de los cristianos.

En Gálatas 3–4, Pablo habla sobre teología. En Gálatas 5–6, Pablo habla sobre la manera en que los cristianos deben vivir conociendo esas verdades. En resumen, debemos resistirnos ante las personas que intentan alejarnos de la libertad que tenemos en Cristo para seguir la ley. También debemos resistirnos ante la tentación de desperdiciar nuestra libertad sirviendo a nuestros deseos pecaminosos en lugar de servirles a los demás con amor. En realidad, podemos hacer esto gracias al poder del Espíritu de Dios que está en nosotros. Cuando le damos la iniciativa, comienzan a aparecer en nosotros una serie de virtudes que son muy poderosas y positivas. Gálatas 6 nos mostrará cómo usar esas características para servirnos los unos a los otros.

A Gálatas a veces se le llama "la versión corta de Romanos" por los temas que trata, tales como la justificación y la santificación por medio de la fe. Un grupo de cristianos conocidos como los “judaizantes” estaban predicando un evangelio basado en el legalismo, en lugar de en la gracia. El propósito principal de Pablo al escribirles la carta a los Gálatas fue reiterar la verdadera naturaleza del evangelio: que somos justificados (hechos justos) y santificados (nos parecemos a más y más a Cristo) solo a través de nuestra fe en Jesucristo. Esta carta probablemente fue escrita poco antes de que los ancianos de la iglesia en Jerusalén dijeran que estaban en contra de las enseñanzas de los judaizantes, lo cual hicieron durante el llamado “Concilio de Jerusalén”.