Génesis 16:5 - Printer Friendly

LBLA: Y Sarai dijo a Abram: Recaiga sobre ti mi agravio. Yo entregué a mi sierva en tus brazos ; pero cuando ella vio que había concebido, me miró con desprecio. Juzgue el SEÑOR entre tú y yo.

NBLA: Entonces Sarai dijo a Abram: “Recaiga sobre ti mi agravio. Yo entregué a mi sierva en tus brazos. Pero cuando ella vio que había concebido, me miró con desprecio. Juzgue el SEÑOR entre tú y yo.”

NVI: Entonces Saray le dijo a Abram: ?¡Tú tienes la culpa de mi afrenta! Yo puse a mi esclava en tus brazos, y ahora que se ve embarazada me mira con desprecio. ¡Que el SEÑOR juzgue entre tú y yo!

RV1960: Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo.

JBS: Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta es sobre ti; yo puse mi sierva en tu seno, y viéndose embarazada, me mira con desprecio; juzgue el SEÑOR entre mí y ti.

La idea de Saraí fue "ayudar" a Dios a cumplir Sus promesas y por eso Agar se convirtió en la esposa de Abrán. Una década antes (Génesis 16:3), Dios había prometido una vez más hacer de Abrán una gran nación. Esto incluía específicamente el hecho de darle a Abrán un hijo biológico (Génesis 15:4). Durante todo este tiempo, Abrán había optado por no acelerar el tiempo de Dios al casarse con otras esposas, y había estado esperando a que Dios cumpliera la promesa a través de Saraí, quien era estéril. Saraí pensó que había llegado el momento de seguir la costumbre de su época y casar a su propia sierva Agar con Abrán para engendrar a un heredero. Según esa misma costumbre, cualquier heredero nacido de una de sus siervas le pertenecería a Saraí, ya que ella era la "dueña" de Agar, quien a su vez era su esclava.

Lo que Saraí parece no haber podido anticipar fue que Agar la despreciaría. Quizás con razón, a Agar no le agradaría la idea de entregarle su hijo a Saraí y seguir siendo su sierva. Después de todo, ella también era la esposa de Abrán. Además, en esa cultura, la fertilidad de una mujer se veía como un signo de su valía. Entonces, la capacidad de Agar de concebir inmediatamente para Abrán, mientras que Saraí no había tenido hijos durante décadas, podría haber sido una fuente de orgullo o desprecio para Agar. Independientemente de las razones, o cómo pudo haber actuado Agar, este desprecio no pasó desapercibido para Saraí.

Herida por la actitud de Agar, Saraí se quejó de esto a Abrán. Su discurso sugiere que ella lo responsabilizaba por lo que estaba sucediendo. En verdad, aunque el plan fue idea de Saraí (Génesis 16:2), Abrán fue el responsable de ocurriera, ya que le dio el visto bueno a ese plan, permitió que sucediera, lo cumplió, y era su responsabilidad declarar si Saraí todavía conservaba o no su autoridad sobre Agar.

Es interesante notar que Saraí invocó el nombre del Señor durante su airada súplica a Abrán. Ella le pidió a Dios que fuera el juez supremo sobre este asunto, saltándose en cierta manera la autoridad de Abrán. Esto era todo lo que Abrán necesitaba escuchar, tal y como lo veremos durante el próximo versículo.

Génesis 16:1–16 demuestra que Dios escucha, ve y se preocupa, pero que no se dejará apresurar ni manipular a la hora de cumplir Sus promesas. Saraí y Abrán intentaron recibir al hijo prometido de Dios siguiendo sus propios planes. En este caso, Saraí casó a Abrán con una sirvienta egipcia. Sin embargo, el embarazo resultante los condujo hacia un duro conflicto y una sorprendente revelación que el Señor le ofreció a Agar. Su hijo Ismael no sería el hijo de la promesa, aunque se convertirá en una gran nación, y su pueblo vivirá en conflicto con todos los demás pueblos. Abrán y Saraí seguirán esperando la llegada de su propio hijo.

Saraí, cansada de esperar a tener un hijo, convenció a Abrán de seguir el plan B, el cual consistía en darle a Abrán una de sus esclavas egipcias para que se convirtiera en su esposa, sabiendo que cualquier hijo que tuvieran le pertenecería a Saraí. Sin embargo, una vez que Agar se quedó embarazada, comenzó el conflicto. Saraí comenzó a tratar con dureza a Agar y Agar acabó huyendo sola hacia el desierto. El Señor la encontró allí y le ordenó que regresara y se sometiera a Saraí. Sin embargo, el Señor también le reveló a Agar que su hijo tendría un número incontable de descendientes y que vivirían en conflicto con todos. Agar acabó alabando a Dios como Aquel que ve, decidió regresar con Abrán y Saraí, y después nació Ismael.

Después de establecer formalmente Sus promesas del pacto con Abrán durante el capítulo anterior, el Señor todavía no les había dado un hijo a Abrán y Saraí. Saraí convenció a Abrán de que tomara a su esclava como esposa con la esperanza de tener un hijo de esa manera. Abrán aceptó hacerlo. Agar se quedó embarazada, y entonces los problemas comenzaron a surgir. Saraí trató a Agar con tanta dureza que la muchacha se escapó sola al desierto. El Señor se la encontró y le ordenó que regresara y obedeciera a Abrán y Saraí. Sin embargo, el Señor también le reveló que el hijo de Agar, Ismael, se convertiría en el padre de un gran pueblo que viviría en conflicto con todos a su alrededor.

El libro de Génesis establece verdades fundamentales sobre Dios. Entre estas verdades se encuentran Su papel como Creador, Su santidad, Su odio por el pecado, Su amor por la humanidad y Su disposición para proveer para nuestra redención. Gracias a Génesis, aprendemos no solo de dónde viene la humanidad, sino acerca de la razón por la que el mundo es de la manera que es en la actualidad. El libro también nos habla sobre la fundación de Israel, el pueblo elegido de Dios. Muchos de los principios que se ofrecen en otras partes de las Escrituras dependen de las ideas básicas que se nos presentan en el libro de Génesis. Dentro del marco narrativo de la Biblia, Génesis nos explica la historia del origen del universo, el cual nos conduce hacia el cautiverio de Israel en Egipto, lo cual hace las veces de trasfondo para el libro del Éxodo.