Marcos 10:43 - Printer Friendly

LBLA: Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor,

NBLA: Pero entre ustedes no es así, sino que cualquiera de ustedes que desee llegar a ser grande será su servidor,

NVI: Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor,

RV1960: Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,

JBS: Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

"Servidor" proviene de la raíz griega diakonos, y se refiere a alguien cuyos deberes son satisfacer los deseos de otro. Diakonos es de donde obtenemos la palabra "diácono", siervos de la iglesia que se aseguran de que los recursos de la iglesia se distribuyan a quienes los necesitan (Hechos 6:1–6).

Aquí se está hablando del papel de un líder en la iglesia, quién debe convertirse en líder, y la motivación adecuada de los líderes en la iglesia. A menudo, las personas toman una posición de liderazgo porque su padre era pastor, tienen tiempo libre, se sienten culpables o se encuentran en el lugar correcto en el momento correcto. Jesús dice que el papel de un líder en la iglesia es el de un siervo: alguien que se ocupa de las necesidades de los demás. Por supuesto, el liderazgo de servicio a menudo implica inculcarles a las personas qué es lo que realmente necesitan. Pero todo se hace por los demás, no por la ambición egoísta, el orgullo o el honor.

Dios interactúa con la gente de Su creación de diferentes formas a lo largo de la historia. Los discípulos no se dan cuenta, pero todos ellos forman parte del final de una era que se extendió durante 2100 años, y que comenzó con Dios aislando a una familia y a la nación que surgió de esa familia del mundo malvado que los rodeaba. Dentro de ese contexto, se necesitaban gobernantes fuertes (civiles y religiosos) para representar la autoridad de Dios y mantener a la gente en línea, y se necesitaba un ejército fuerte para defender a la nación de sus enemigos.

En el día de Pentecostés, ese modelo cambió espiritualmente, y pasó de ser una sola nación a ser una iglesia compuesta por personas de todas las naciones. En el año 70 d.C., el modelo se desintegró cuando los romanos destruyeron el templo, junto con Jerusalén, y dispersaron a los judíos. En esta nueva iglesia, los miembros no nacen dentro de una comunidad, como los judíos, sino que son invitados (Hechos 2:38–40). No hay identidad nacional; hay una unidad espiritual (Efesios 2:11–22). La iglesia no puede depender de la protección y los servicios de una autoridad civil; deben cuidarse los unos a los otros (Hechos 2:42–47) mientras se someten a esa autoridad secular (Romanos 13:1–7). Dentro de un grupo tan vulnerable y dispar, los líderes deben ser los mejores servidores de todos.

En Marcos 10:35–45, Jacobo y Juan le piden a Jesús tener posiciones de poder y autoridad en Su reino venidero. Esto ocurre después de que se dieran cuenta de que Jesús valora más a las personas indefensas, como las mujeres y los niños (Marcos 10:1–16), que a aquellos que tienen poder y riquezas terrenales, ya que éstos últimos tienden a tener dificultades para seguir a Dios porque, para ellos, la riqueza lo es todo (Marcos 10:17–22). También se dan cuenta de que parte del plan de Jesús para Su reino era sufrir una muerte horrible (Marcos 10:32–34). Ni Lucas ni Juan registran este relato, pero Mateo añade que la madre de Jacobo y Juan está involucrada en la situación (Mateo 20: 20–28).

En este pasaje, Jesús vuelve a confrontar a los fariseos al aclarar los puntos de vista de Dios sobre el matrimonio y el divorcio. Les recuerda a los discípulos que no descarten la perspectiva espiritual de los niños. Este capítulo también registra el encuentro de Jesús con el joven rico, quien se convierte en una lección práctica de por qué la riqueza dificulta que la gente confíe en Dios. Después de esto, Jesús hábilmente deja a un lado una petición arrogante de Jacobo y Juan, y nuevamente predice Su inminente muerte. Justo antes de la entrada triunfal del capítulo 11, Bartimeo busca a Jesús, y Jesús finalmente lo cura de su ceguera.

Entre los capítulos 9 y 10, Jesús reanuda Su enseñanza pública mientras viaja hacia Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos (Lucas 9:57–18: 14; Juan 7–10). Lo encontramos aquí al otro lado del Jordán en Perea y lo seguimos mientras se dirige hacia el oeste de nuevo hasta Jericó. Este capítulo rodea una tercera profecía de la muerte de Jesús (Marcos 10:32–34) con lecciones sobre el valor que le daba a las personas a quienes los hombres a menudo rechazaban: las mujeres (Marcos 10:1–12), los débiles (Marcos 10:13–16) los que valoran a Dios más que al mundo (Marcos 10:17–31), los líderes que tienen un corazón de sirviente (Marcos 10:35–45) y los que tienen una fe valiente (Marcos 10:46–52). A continuación, se produce la entrada triunfal y el inicio de la Semana de la Pasión.

El Evangelio de Marcos enfatiza tanto la servidumbre de Jesús como Su papel como el Mesías prometido: el Hijo de Dios. Esto se hace a través de un estilo conciso y lleno de acción. Marcos proporciona relativamente pocos detalles y, en cambio, se centra en acciones y declaraciones simples. Esto se relaciona con la autoría del Evangelio, que se cree que se basa en los recuerdos del apóstol Pedro. Estos incluyen muchos de los milagros de Jesús, en contraste con otros evangelios que incluyen muchas más enseñanzas y parábolas de Jesús. Marcos también menciona con frecuencia cómo otras personas malinterpretan el ministerio de Jesús.