¿Qué significa Marcos 11?
Comentario del capítulo:
Por última vez, Jesús va a Jerusalén y no será ignorado. Los primeros tres actos de Jesús son perturbadores: afirma Su autoridad (Marcos 11:1–11), maldice una higuera, un símbolo que representa a Israel (Marcos 11:12–14, 20–25), y ataca la industria de hacer dinero del templo (Marcos 11:15–19). Una vez que tiene la atención de todos, Jesús involucra a los líderes religiosos en una serie de debates que revelan que los líderes religiosos decían ser buenas personas mientras que tenían un fervor nacionalista exacerbado, y de hecho rechazaban la verdadera adoración de Dios (Marcos 11:27–12:44).

Jesús salió de Galilea y viajó hacia "la región de Judea y más allá del Jordán" (Marcos 10:1), regresando al ministerio de enseñanza que había suspendido en Su distrito de origen (Marcos 8:11–13). Probablemente mantuvo la típica costumbre galilea de evitar Samaria cruzando el río Jordán al sur del mar de Galilea, yendo hacia el sur por Decápolis hasta Perea (Mateo 19:1), y cruzando nuevamente hacia el oeste cerca del borde norte del Mar Muerto, donde el camino pasaba por Jericó (Marcos 10:46) hasta Betania y Betfagé (Marcos 11:1), y finalmente Jerusalén.

La primera tarea de Jesús es mostrar Su identidad como el Mesías y Rey de los judíos montando un burro (Zacarías 9:9) por el monte de los Olivos hacia Jerusalén. Las personas que van a Jerusalén, muchos de los cuales han escuchado que Jesús resucitó a Lázaro, toman ramas con hojas y sus mantos y los ponen en el suelo para que Jesús pase por encima de ellos. La multitud declara que Jesús ha venido en el nombre del Señor para traer de nuevo el reino de David. Este evento se conoce como Su "entrada triunfal" a la ciudad. Jesús llega al templo al final del día, mira alrededor del patio y regresa a Betania (Marcos 11:1–11).

A Marcos le gusta emparejar historias relacionadas en torno a un tercer evento, y lo hace de nuevo aquí. Durante la mañana siguiente a la entrada triunfal, Jesús se dirige de regreso a Jerusalén y se da cuenta de que una higuera no tiene fruto. A pesar de que no es la temporada de los higos, se suponía que estos árboles debían producir pequeños cogollos comestibles en preparación para los frutos posteriores. Este árbol no tiene tales cogollos, lo que significa que no está proporcionando alimento ahora, ni producirá higos más tarde. Jesús lo maldice, declarando que nadie volverá a comer de él. Cuando llega al templo, ve que los cambistas y los comerciantes de aves se han instalado en el patio del templo, donde los gentiles deben adorar a Dios y orar. Jesús derriba sus mesas e impide que la gente use el patio como un atajo entre la propia Jerusalén y el Monte de los Olivos (Marcos 11:12–19).

A la mañana siguiente, cuando Jesús y los discípulos viajan nuevamente desde el Monte de los Olivos hacia Jerusalén, los discípulos se dan cuenta de que la higuera está seca y muerta. La higuera, Jerusalén y la nación judía no producen el fruto para el que fueron creadas, por lo que deben ser juzgadas (Marcos 11:20–25).

Cuando Jesús y los discípulos llegan al patio del templo, los líderes religiosos y civiles le preguntan quién le dio la autoridad para expulsar a los vendedores el día anterior. Jesús responde preguntándoles si creen que Juan el Bautista fue un profeta ordenado por Dios. Si responden que sí, perderían el respeto de la gente al mostrar su hipocresía teológica. Si responden que no, perderían el respeto de la gente al difamar a Juan. Esto refuerza la determinación de los líderes de destruir a Jesús en secreto, donde la multitud no pueda defenderlo (Marcos 11:27–33).

Durante el resto de la Semana de la Pasión, los últimos días antes de la crucifixión, Jesús participará en muchos debates y enseñará muchas verdades, de las cuales no todas están registradas en Marcos 12–13. Esta es la última oportunidad de Jesús antes de la crucifixión para hacer que la gente piense en la adoración como Dios la diseñó y rechazar el fervor nacionalista mundano; Sus palabras y acciones nos recuerdan que debemos mantener nuestros ojos fijos en Dios, y no en las cosas con las que Dios nos ha bendecido.
Resumen de contexto:
Marcos 11:1–11 registra un evento que se incluye en los cuatro evangelios: el momento en el que varios días antes de la crucifixión, Jesús entra en Jerusalén, recibido por el pueblo como el Mesías que los liberará del dominio romano. Jesús entra en un burro, cumpliendo la profecía y simbolizando la naturaleza pacífica de su primera venida. Mateo 21:1–11 vincula la entrada triunfal con Isaías 62:11. Lucas 19:29–44 registra que los fariseos exigen que Jesús silencie a Sus seguidores y que Jesús llora al reflexionar sobre lo que sucederá cuando los romanos destruyan Jerusalén en el año 70 d.C. Juan 12:12–19 explica con más detalle cómo los discípulos no se dan cuenta de que Jesús está cumpliendo la profecía de Zacarías 9:9 hasta después de la ascensión (Hechos 1:6–11).
Marcos 11:12–14 representa otro ejemplo del hábito de Marcos de colocar dos historias que están relacionadas entre ellas alrededor de una tercera idea que está sutilmente relacionada con las dos primeras. Estas conexiones se vuelven más claras cuando las historias se consideran juntas, como un todo, como es el caso de la hija enferma de Jairo, junto con la de la "hija" (tal y como Jesús la llamó) que sufría de un flujo de sangre continuo (Marcos 5:21–43). Jesús se acerca a la higuera y ésta no le da fruto, por lo que la juzga (Marcos 11:12–14). Luego se da cuenta de que el templo está corrompido y lo juzga también (Mateo 11:15–19). A la mañana siguiente, los discípulos descubren que la higuera está muerta (Marcos 11:20–25), lo mismo que le ocurrirá a Jerusalén en el año 70 d.C. Mateo une ambas partes de esta historia de la higuera en Mateo 21:18–22.
Marcos 11:15–19 muestra a Jesús expulsando a los comerciantes corruptos de los terrenos del templo. Los relatos de Mateo, Marcos y Lucas sobre el ministerio de Jesús coinciden, pero varían según los detalles que se mencionan y en el orden en el que aparecen. El evangelio de Juan fue escrito mucho más tarde y sigue una estructura diferente. Juan menciona a Jesús limpiando el templo tres años antes (Juan 2:13–17). Mateo y Lucas infieren que Jesús limpió el templo justo después de la entrada triunfal, mientras que Marcos podría estar insinuando que fue al día siguiente. Los eruditos creen que la historia de Juan es un evento completamente separado. La aparente discrepancia de Mateo se debe a que Mateo agrupó las dos mitades de la historia de la higuera en una sola historia. Lucas no menciona el incidente de la higuera en absoluto. Los pasajes paralelos a éste se pueden encontrar en Mateo 21:12–17 y Lucas 19:45–48.
Marcos 11:20–26 concluye la historia que comienza en Marcos 11:12–14. A la mañana siguiente, la higuera que Jesús maldijo se encuentra seca hasta las raíces, verdaderamente muerta. La higuera representa a Jerusalén y, hasta cierto punto, al judaísmo, que ha dejado de adorar a Dios y bendecir al pueblo. En unos días, durante la última Cena, Jesús les enseña a los discípulos que no pueden dar fruto a menos que dependan de él, así como una vid es inútil a menos que esté conectada a la rama. Las vides infructuosas se secarán, luego serán arrojadas al fuego y serán quemadas (Juan 15:1–11). Esta mitad de la historia de la higuera también se encuentra en Mateo 21:20–22. El versículo 26 no se encuentra en la mayoría de las traducciones modernas.
Marcos 11:27–33 es la primera de cuatro historias en la que algunos líderes religiosos desafían a Jesús. Las otras se encuentran en el versículo 27 del capítulo 12. Primero hay una confrontación con los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. A continuación, la parábola de Jesús sobre los labradores solidifica el deseo de las autoridades de matarlo (Marcos 12:1–12). Los fariseos y los herodianos intentan atrapar a Jesús con una pregunta sobre los impuestos (Marcos 12:13–17). Y, finalmente, los saduceos desafían a Jesús con una pregunta sobre la resurrección (Marcos 12:18–27). Más tarde, Jesús puede tener una conversación amistosa sobre el mandamiento más importante con un escriba (Marcos 12:28–34). Esta primera historia también se encuentra en Mateo 21:23–27 y Lucas 20:1–8.
Resumen del capítulo:
Jesús y los discípulos llegan a Jerusalén una semana antes de la crucifixión, y Jesús comienza los últimos días de Su ministerio público. Pasan sus noches en el Monte de los Olivos y sus días en Jerusalén (Lucas 21:37). Jesús acepta elogios que usualmente se usan para un rey (Marcos 11:1–11), ataca la tradición materialista que impide que las personas adoren a Dios (Marcos 11:15–19), da una lección objetiva sobre el destino de una Jerusalén infructuosa (Marcos 11:12–14, 20–25), y revela la hipocresía de los líderes religiosos judíos (Marcos 11:27–33). A pesar del apoyo de la multitud, Jesús está "animando" a los líderes a pensar más y más en la crucifixión.
Contexto del capítulo:
Los pasajes anteriores incluyeron varios milagros y lecciones de Jesús, y prepararon el camino para los últimos y dramáticos días de Su ministerio terrenal. En este capítulo, Jesús entra en Jerusalén con gran fanfarria y confronta abiertamente a los líderes religiosos locales por su hipocresía. Durante los próximos capítulos, Marcos continuará registrando algunas enseñanzas controvertidas, que condujeron hacia el arresto de Jesús y hacia los primeros juicios falsos, los cuales se registran en el capítulo 14.
Resumen del libro:
El Evangelio de Marcos enfatiza tanto la servidumbre de Jesús como Su papel como el Mesías prometido: el Hijo de Dios. Esto se hace a través de un estilo conciso y lleno de acción. Marcos proporciona relativamente pocos detalles y, en cambio, se centra en acciones y declaraciones simples. Esto se relaciona con la autoría del Evangelio, que se cree que se basa en los recuerdos del apóstol Pedro. Estos incluyen muchos de los milagros de Jesús, en contraste con otros evangelios que incluyen muchas más enseñanzas y parábolas de Jesús. Marcos también menciona con frecuencia cómo otras personas malinterpretan el ministerio de Jesús.
Accessed 11/23/2024 9:13:47 PM
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