Marcos 15:7 - Printer Friendly

En realidad, no se sabe mucho sobre Barrabás. "Bar" significa hijo o hijo de. "Abbas" significa el padre. En realidad, no hay ningún registro extrabíblico de él o en qué tipo de insurrección o asesinato pudo haber estado involucrado. Algunos eruditos piensan que representa una versión antigua de Robin Hood: uno que atacaba a los ricos que presionaban a los pobres galileos con deudas y les quitaba su dinero y sus tierras; o puede ser que Pilato le presente a la multitud a Barrabás y a Jesús porque Barrabás es tan malvado que no cree que lo acabarían eligiendo. Sin embargo, no es la multitud la que elige a Barrabás, son los principales sacerdotes y los ancianos (Mateo 27:20). Ellos convencen a la multitud para que grite por la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús.

Las revueltas se han convertido en algo constante en la relación de Roma con los judíos. Desde que los judíos regresaron de Babilonia, los judíos solo han tenido unos pocos años de independencia. Al principio, el Imperio Medo-persa todavía gobernaba. En el 333 a.C., los griegos tomaron el mando, pero sólo diez años después, los egipcios se instalaron allí. En el 204 a.C., los sirios tomaron posesión, vendieron al sacerdocio y profanaron el Lugar Santísimo. La revuelta de los macabeos expulsó a los sirios en 165 a.C. y los judíos continuaron luchando contra los sirios hasta que Roma comenzó su gobierno en el 63 a.C. Alrededor de la época del nacimiento de Jesús, Judas de Galilea encabezó una resistencia contra el censo de Quirinio (Lucas 2:1–2).

Poco después de que Pilato se convirtiera en procurador o gobernador de Judea, permitió que los soldados romanos llevaran imágenes de César a Jerusalén. En la confrontación que siguió, los judíos demostraron estar dispuestos a morir en lugar de renunciar a sus demandas de que las imágenes fueran eliminadas. Pilato quitó los estandartes. Pero, más tarde, instaló escudos en honor a Tiberio en el Palacio de Herodes en Jerusalén; esto se hizo principalmente para irritar a los judíos. Tiberio lo regañó y le dijo que se llevara los escudos a Cesarea. En algún momento, Pilato también usó fondos del templo para construir un acueducto. Cuando la inevitable multitud se reunió, amenazando con amotinarse, Pilato disfrazó a algunos soldados para sorprender y atacar a los judíos con cuchillos y garrotes, incluso llegando al punto de matar a algunos de los allí presentes.

Como resultado de estos errores, algunos eruditos creen que Pilato estaba gobernando en una especie de "acuerdo de última oportunidad". Su aparente preocupación por las demandas de la "mafia" podría haber sido un deseo de evitar otro motín, lo que podría provocar que perdiera su puesto. De esta manera, Pilato, como el Sanedrín, está anteponiendo sus propios intereses a los de la verdad y la inocencia (Juan 11:48).

Cualquiera que sea la insurrección de la que fue parte Barrabás, es solo una de una larga línea de insurrecciones que Pilato ya había soportado, y posiblemente una de las muchas que él mismo provocó. Pilato tiene mucha experiencia a la hora saber de dónde vendrán los problemas. Como tal, sabe que Jesús no tiene el potencial de convertirse en uno de esos

Marcos 15:6–15 describe el mayor error judicial de la historia. El Sanedrín ha condenado a Jesús por blasfemia, lo cual es considerado como un crimen en la ley mosaica (Marcos 14:61–64). Tal cargo no convencerá a las autoridades romanas de ejecutar a Jesús, por lo que se lo presentan a Pilato como un potencial insurrecto (Lucas 23:2, 5). Pilato interroga a Jesús y lo considera inofensivo (Juan 18:33–38). Pilato luego envía a Jesús a Herodes Antipas, quien también considera que las acusaciones del Sanedrín no tienen fundamento (Lucas 23: 6–15). Herodes envía a Jesús de regreso a Pilato, quien debe decidir si arriesgarse a la rebelión del liderazgo judío o matar a un hombre inocente. La decisión de Pilato también se encuentra en Mateo 27:15–26, Lucas 23:13–25 y Juan 18:38–19:16.

Después de algunos juicios simulados, llevan a Jesús ante el gobernador romano local, Pilato. Esta es la única persona en Jerusalén con la autoridad legal para ejecutar a Jesús. Pilato no se deja engañar e intenta hacer arreglos para la liberación de Jesús; pero las estratagemas del gobernante fallan, en parte porque Jesús no se defenderá a sí mismo, y en parte porque la turba está decidida a matarlo. Pilato ofrece un intercambio de prisioneros con Barrabás, e incluso hace que golpeen a Jesús brutalmente para pacificar a la multitud. Finalmente, se rinde y Jesús es crucificado. Gracias a su abuso anterior, Jesús sobrevive solo unas pocas horas en la cruz antes de morir. Luego, Jesús es enterrado en una tumba que pertenece a un seguidor secreto que pertenece al concilio de Jerusalén.

Después de ser juzgado injustamente, Jesús ahora será sentenciado y asesinado cruelmente. Es razonable decir que este capítulo proporciona un contexto para todo lo demás en la Biblia. Desde Adán y Eva hasta el último bebé que nacerá durante el reino milenial, toda persona que no esté en Cristo estará manchada por el pecado. La conciencia, la ley, el liderazgo directo de Jesús, incluso la morada del Espíritu Santo, no pueden evitar que pequemos. Jesús tuvo que morir en la cruz (sin pecado alguno), sacrificándose en nuestro lugar, para que nuestros pecados pudieran ser perdonados y nosotros pudiéramos reconciliarnos con Dios. Más allá de la violencia, la oscuridad, la deshonra y la muerte, podemos discernir el amor de Dios por toda la humanidad (Juan 3:16). La crucifixión de Jesús también se encuentra en Mateo 27, Lucas 23 y Juan 19. El siguiente capítulo describe el milagro de Su resurrección.