¿Qué significa Mateo 12?
Comentario del capítulo:
Mateo 12 viene después de las enseñanzas de Jesús que aparecen durante el capítulo 11, en el que Jesús se lamentó por la manera en que la gente de esas ciudades lo había rechazado. Una vez más, Jesús entró en conflicto con los líderes religiosos locales: fariseos ultra-legalistas y de mentalidad tradicional. En este momento del ministerio de Jesús, ya habían comenzado a amplificar sus ataques, acusaciones e intentos de atrapar a Jesús para que dijera o hiciera algo que pudieran usar en Su contra.

Jesús y Sus discípulos caminaron por un campo de trigo durante el sábado, aparentemente mientras se encontraban de camino a la sinagoga. Los discípulos tenían hambre, y se pusieron a arrancar espigas y se las comieron a medida que iban andando. Comer grano está permitido de acuerdo con la ley del Antiguo Testamento, pero comer grano un sábado transgredía las reglas tradicionales de los fariseos sobre lo que contaba como "trabajo" durante el día de reposo. Estos líderes religiosos se enfrentaron a Jesús, y acusaron a Sus discípulos de haber violado el cuarto mandamiento (Mateo 12:1–2).

Para responder a esto, Cristo les planteó una serie de preguntas que hizo poner en entredicho la regla de los fariseos que decía que no se podía comer grano durante el sábado. Las leyes de Dios debían seguirse, pero para ello, había que entenderlas. Así como las leyes de Dios van más allá del simple hecho de evitar los pecados físicos (Mateo 5:27–28), no impiden el hecho de que las personas hagan el bien cuando la situación lo requiera. Yendo más allá aún, Jesús acabó declarándose el Señor del sábado (Mateo 12:3–8).

Más tarde durante el mismo día, Jesús y Sus discípulos entraron en la sinagoga. Los fariseos le habían preparado una trampa a Jesús. En la sinagoga había un hombre con una mano atrofiada, y le preguntaron a Jesús si era lícito curar durante el sábado. Jesús volvió a enfatizar la importancia de la misericordia e insistió en que era lícito hacer el bien durante el sábado. Jesús acabó sanando al hombre. En lugar de aprender de todo esto y arrepentirse, los fariseos acabaron tenido más ganas de buscar una manera de matar a Jesús (Mateo 12:9–14).

Jesús se retiró temporalmente, aunque la multitud continuó siguiéndolo. Mateo hace referencia a un pasaje de Isaías sobre Israel y se lo aplica a Jesús, confirmando de nuevo que él era el Mesías (Mateo 12:15–21).

Después, Jesús se encontró con un hombre oprimido por un demonio. A causa del demonio, el hombre no podía ni hablar ni ver. Jesús lo sanó, y el hombre comenzó a hacer ambas cosas. Las personas de la multitud preguntaron si tal vez Jesús era el Hijo de David, es decir, el Mesías. Esta es exactamente la respuesta que esos milagros tenían el objetivo de provocar. Por otro lado, los fariseos, demostrando su absoluta dureza de espíritu, comenzaron a decir que Jesús expulsaba demonios por el poder de Satanás (Mateo 12:22–24).

Jesús reprendió su acusación usando tres argumentos. Primero, ¿por qué se dividiría Satanás contra sí mismo? En segundo lugar, ¿no podría esa acusación usarse también en contra de los fariseos que expulsaban demonios? Tercero, los fariseos no pudieron entender lo más importante de todo: el hecho de que Jesús expulsaba demonios gracias al poder del Espíritu de Dios, lo que significaba que el reino de Dios había llegado (Mateo 12:25–28).

Debido a que Jesús era el Mesías, Jesús había atado a Satanás para rescatar a algunas personas para que formaran parte del reino de Dios. Jesús estaba trabajando en contra el príncipe de los demonios, no a su favor. Las personas que no están con Jesús están Su contra. Este es el pasaje donde Jesús menciona la blasfemia en contra del Espíritu Santo; por ejemplo, ver a Cristo realizar un milagro y atribuírselo a Satanás. Es importante reconocer que nadie puede cometer este acto en la actualidad. Sin embargo, en un sentido más amplio, las personas que rechazan a Dios continuamente están cometiendo su propia versión de la blasfemia en contra del Espíritu Santo. Ese tipo de rebelión absoluta en contra Dios jamás será perdonada (Mateo 12:29–32) ~~

Jesús condenó a los fariseos con muchísima dureza. Estos fariseos produjeron "frutos" espirituales contaminados, así como los árboles corruptos producen frutos que no se pueden comer. Jesús los llamó generación de víboras, señalando que las palabras que decían revelaban la verdadera naturaleza que había en sus corazones. Este principio se les aplica, en general, a todas las personas también: lo que pensamos y sentimos es el origen de lo que decimos y hacemos. Jesús les advierte a todos los que estaban escuchando que serían responsables de cada palabra que dijeran durante sus vidas el día del juicio (Mateo 12: 33–37).

Algunos de los escribas y los fariseos le pidieron a Jesús una señal. Por supuesto, Jesús ya había realizado algunos milagros recientemente (Mateo 12:9–13, 22). Al exigir otra prueba más, estos escépticos demostraron que no estaban siendo sinceros. Las personas que están comprometidos con la incredulidad siempre acaban pidiendo más pruebas, mientras que al mismo tiempo saben que nada podrá hacerles cambiar de opinión. Jesús respondió que esa era la actitud de una generación mala y espiritualmente infiel. La única señal que les prometió que verían era la señal de Jonás, quien estuvo tres días en el vientre de un pez grande (Jonás 1:17). El Hijo del Hombre también estaría en el corazón de la Tierra durante tres días. Esta fue otra frase que hacía referencia a Su próxima muerte, sepultura y resurrección (Mateo 12:38–40).

Durante el juicio final, los hombres de Nínive que se arrepintieron gracias a la predicación de Jonás (Jonás 3:6–9) condenarán a la generación de israelitas que no se arrepintieron ni creyeron a Cristo en persona. Incluso esas personas paganas y malvadas estuvieron dispuestas a someterse al mensaje de Dios. Del mismo modo, la reina del Sur, quien viajó desde muy lejos para escuchar la sabiduría de Salomón (2 Crónicas 9:1), también los condenará por haber ignorado la sabiduría del Mesías, la cual estuvo justo en frente de ellos (Mateo 12:41–42).

Jesús les advirtió a "esta mala generación" de israelitas que, debido a su incredulidad y falta de arrepentimiento, serían como una persona poseída por ocho demonios malignos después de haber sido liberada de uno primero. Jesús comparó la situación con una "casa", una persona, de la que se expulsa un demonio y acaba limpiándose, pero al final, el demonio regresa y se encuentra la "casa" totalmente abierta y lista para ser poseída de nuevo. En ese momento, el demonio volvería a entrar y además traería a siete espíritus malignos más, o incluso a muchos más. Cristo vino a luchar contra Satanás durante esa generación de Israel, pero si lo rechazaran, podrían acabar peor de lo que estaban (Mateo 12:43–45).

Finalmente, Jesús respondió a la noticia de que su madre María y sus hermanos querían hablar con él. Marcos incluye el hecho de que Sus medios hermanos y Su madre estaban preocupados por Su salud mental (Marcos 3:21). Jesús, en cambio, comenzó a hablar sobre la idea de lo que significa formar parte de la verdadera familia de Dios. Jesús dice que Sus discípulos y todos los que hacen la voluntad de Su Padre que está en los cielos eran y son "Su hermanos, Su hermana y Su madre (Mateo 12:31–35).
Resumen de contexto:
Mateo 12:1–8 nos cuenta que los discípulos de Jesús estaban partiendo las espigas y comiéndoselas mientras caminaban con él por un campo de camino a la sinagoga. Entonces, algunos fariseos le dicen a Jesús que esto era ilegal. De acuerdo con su interpretación, esto es una transgresión del mandato de no trabajar durante el sábado. Jesús responde a la acusación con una serie de preguntas, mostrándoles que la restricción que ellos mismo le habían añadido a la ley no tenía ningún sentido. Su visión legalista de la Ley y las leyes extras que ellos mismos le añadieron no reflejaba lo que Dios había ideado para el sábado. Los fariseos tenían que haberse dado cuenta de que Dios desea misericordia, no sacrificio. Jesús, después, se declara a sí mismo como alguien más importante que el templo y también se considera Señor del sábado.
Mateo 12:9–14 nos presenta a Jesús y a Sus discípulos en la sinagoga, en la que se encontraron con un hombre que tenía una mano atrofiada. Los fariseos, una vez más, intentaron engañar a Jesús y le preguntaron si era lícito curar durante el sábado, ya que curar se consideraba como un "trabajo" y supuestamente la ley prohibía hacerlo. Jesús les pregunta si dejarían que una de sus ovejas se quedara en un hoyo si fuera sábado, enfatizando con esto que las personas son más valiosas que las ovejas. Jesús insiste en que es lícito hacer el bien durante el sábado y sanó completamente la mano del hombre en un instante. Los fariseos se fueron y continuaron conspirando para matar a Jesús.
Mateo 12:15–21 nos muestra a Jesús alejándose de los fariseos, quienes querían matarlo. Sin embargo, las multitudes continuaron siguiéndolo, y él continuó diciéndoles a los que sanaba que no dijeran nada. Mateo afirma que Jesús cumplió el pasaje de las Escrituras que aparece en Isaías 42:1–4. Isaías nos presenta a Dios refiriéndose a Su siervo prometido usando la misma terminología que Dios usó sobre Jesús durante Su bautismo. Este siervo es manso, se niega a llamar la atención sobre sí mismo, pero es también el que llevará la justicia a la victoria y también será Aquel en quien los gentiles pondrán todas sus esperanzas.
Mateo 12:22–32 comienza con Jesús sanando a un hombre que estaba siendo oprimido por un demonio y no podía ni ver ni hablar. El pasaje termina con una declaración controvertida y preocupante. La multitud se estaba preguntando si Jesús era el Mesías. Algunos fariseos decían que Jesús expulsaba demonios usando el poder del príncipe de los demonios. Jesús contrarrestó su argumento con lógica y una dura reprensión. Los fariseos estaban cegados a la verdad: el reino de Dios había llegado. La blasfemia contra el Espíritu Santo—lo cual significa presenciar un milagro de tal calibre y atribuírselo a Satanás—es un pecado que no podrá ser perdonado.
Mateo 12:33–37 una crítica muy dura que Jesús les hizo a los fariseos. El contexto inmediato de esta crítica fue el hecho de haber blasfemado contra el Espíritu Santo debido a atribuirle un milagro de Cristo a Satanás. Aquí, Jesús explica nuevamente la manera en que las acciones demuestran lo que las personas tienen en su corazón. Esto incluye la manera en que hablamos, lo cual es una consecuencia natural de nuestros pensamientos y actitudes. Debido a que los fariseos representaban un árbol malo, los fariseos daban malos frutos. Jesús los compara con víboras, asociándolos con el Diablo y el mal. Haciéndose eco de Sus enseñanzas sobre la justicia perfecta de Dios (Mateo 6:1, 5, 16), Jesús declara que somos responsables de todas las palabras que decimos.
Mateo 12:38–42 comienza con los escribas y los fariseos haciéndole una petición a Jesús. Querían que Jesús les proporcionara un milagro en ese momento. ¡Por supuesto, Jesús había realizado dos recientemente (Mateo 12:9–13; 22)! En otras palabras, los críticos de Jesús decían que querían milagros "diferentes", lo cual era solo una excusa para rechazar lo que ya habían visto. Cristo responde considerando tal actitud como una actitud malvada y adúltera. En cambio, solo recibirán la señal de Jonás, cuya experiencia dentro de una criatura marina se puede comparar con la manera en que el Hijo del Hombre será sepultado durante tres días. Quienes se arrepientan y se sometan a Dios condenarán con razón a los que se obstinan y se niegan a creer.
Mateo 12:43–45 contiene una advertencia de Jesús que estuvo dirigida a esa generación de israelitas, la cual era malvada y no aceptó que él era el Mesías. Jesús comienza a describir a un demonio que había salido de una persona, pero no pudo encontrar otro hogar. El demonio acabó regresando con la misma persona y encontrando su antigua "casa", la persona a la que poseía anteriormente, pero esta persona tenía la casa limpia y ordenada. El demonio, entonces, invitó a siete demonios aún más malvados para que se unieran a él y volvieran a ocupar a esa persona, y todo acabó peor de lo que estaba en un principio. Jesús usó esta analogía para advertirles a las personas de esa época que ellos mismos acabarían sufriendo algo similar también.
Mateo 12:46–50 nos presenta a Jesús enseñando dentro de una casa. De repente, Jesús recibe un mensaje de que su madre María y sus hermanos estaban esperando afuera para hablar con él. Entonces, Jesús señaló a Sus discípulos, y dijo que cualquier persona que hace la voluntad de Su Padre en el cielo es Su hermano, hermana y madre, estableciendo con eso la idea de que aquellos que siguen a Cristo y hacen la voluntad de Dios están destinados a formar parte de Su familia.
Resumen del capítulo:
Mateo 12 nos presenta algunas confrontaciones entre los fariseos y Jesús acerca de varios temas: trabajar durante el sábado, sanar durante el sábado y aclarar de dónde venía Su poder para expulsar demonios. Jesús contrarresta cada uno de sus argumentos y reprende duramente a los fariseos por su obstinada incredulidad. Jesús incluso señala que aquellos que maliciosamente les atribuyen Sus milagros a los demonios son imperdonables. También les advierte, y al resto de su generación, sobre el juicio de Dios. Jesús llama a los fariseos "generación de víboras", y rechaza hacer otro milagro ante ellos; todo lo que se les promete es la señal de Jonás. El Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra por tres días. Jesús también declara que todos los que hacen la voluntad de Su Padre forman parte de Su familia.
Contexto del capítulo:
Mateo 11 nos presentó a Jesús predicando y enseñando después de haber enviado a Sus discípulos en parejas durante el capítulo 10. El capítulo 12 comienza inmediatamente con Jesús enfrentándose a los fariseos. Jesús respondió a las críticas que estaba recibiendo y reprendió sus corazones malvados, diciendo que sus corazones eran la fuente desde la que surgían sus malas palabras. En el siguiente capítulo, Mateo cambiará su enfoque y comenzará a describir algunas de las parábolas de Jesús.
Resumen del libro:
El Evangelio de Mateo nos muestra claramente la influencia judía de Mateo y su deseo de alcanzar a una audiencia específica: los judíos. Mateo era uno de los doce discípulos de Jesús, un hombre judío y ex recaudador de impuestos. Desempeñar esta profesión habría requerido saber escribir y leer bien, y es posible que Mateo transcribiera algunas de las palabras de Jesús tal y como Jesús las dijo. Este libro está lleno de referencias que citan el Antiguo Testamento, para así demostrarle a Israel que Jesús fue y es el Mesías Prometido. Mateo también menciona el uso de monedas durante muchos de los ejemplos que Jesús les enseñó a Sus discípulos, probablemente debido a que fue un recaudador de impuestos antes de hacerse discípulo de Jesús. Mateo registra extensos relatos de las enseñanzas de Jesús, los cuales son mucho más largos que los que aparecen en los otros tres Evangelios.
Accessed 11/23/2024 7:48:58 AM
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