¿Qué significa Mateo 18?
Comentario del capítulo:
Mateo 18 comienza con una pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús: ¿quién es la persona más importante en el reino de los cielos? La sorprendente respuesta de Jesús forma la base del resto del capítulo.
Jesús llamó a un niño y lo puso en medio del grupo de discípulos mientras ellos estaban hablando. Entonces, les dijo que a menos que se volvieran como ese niño, ni siquiera entrarían en el reino de los cielos. La persona más importante en el reino será el que se humille como este niño. Lo que Jesús quería decir no es que los cristianos deban ser crédulos o ingenuos. En cambio, lo que Jesús estaba diciendo es que necesitaban acercarse a Dios con una fe confiada y aceptar sus propias limitaciones. Las personas que ayudan y guían a otros "hijos" espirituales son los que verdaderamente servirán a Dios. Sin embargo, aquellos que hacen que los creyentes se pierdan recibirán un juicio severo (Mateo 18:1–6).
Las tentaciones son inevitables, y Dios no es quien las envía (Santiago 1:13), sino que están ahí debido a que forman parte de nuestro mundo caído. Entonces, Jesús, usando una exageración deliberada, animó a Sus discípulos a hacer todo lo que fuera posible para evitar el pecado (Mateo 18:7–9).
Al mismo tiempo, Jesús les dijo que no juzgaran demasiado a los que caen en el pecado. Jesús nos recuerda que Dios valora mucho a todas las personas. Lo mismo que un pastor deja a todo su rebaño para buscar a la oveja que se ha extraviado, Dios también hará lo posible para traer a esa oveja de regreso. Su voluntad es que ninguno de sus hijos o hijas acabe pereciendo. Por lo tanto, si Dios valora a todos Sus hijos e hijas y celebra el hecho de que uno o una de ellos vuelva con él, los cristianos deberían tener esa misma actitud cuando algo parecido les ocurra a ellos (Mateo 18:10–14).
Después de esto, se nos plantea la pregunta de qué deberían hacer los hermanos y hermanas creyentes cuando alguien comience a pecar deliberadamente. Jesús compartió con Sus discípulos la manera de lidiar con una persona que esté pecando. Primero, la persona que sufrió debido a esos pecados debe acercarse a su hermano o hermana en privado para tratar de resolver el problema. Si eso no funciona, esa misma persona debe volver con uno o dos testigos más para establecer que esa persona es verdaderamente culpable de haber pecado. Si esa persona todavía se niega a arrepentirse, se debe tratar el caso en frente de toda la iglesia o asamblea. Negarse a arrepentirse en ese punto debería conducir a que esa persona abandone la comunidad cristiana y se le trate como a un extraño. Hablando en ese mismo contexto, Jesús comenzó a hablar con el resto de los discípulos sobre algo de lo que ya había hablado con Pedro (Mateo 16:19): todo lo que ellos ataran o desataran en la Tierra, sería atado o desatado en el cielo. Si dos de ellos se pusieran de acuerdo en algo aquí en la Tierra, Dios Padre lo haría por ellos. Dondequiera que dos o tres de ellos se reunieran en el nombre de Jesús, él estaría allí presente con ellos (Mateo 18:15–20).
Pedro luego continúa con este mismo tema y le hace una pregunta a Jesús acerca del perdón. Pedro pregunta cuántas veces se debe perdonar a alguien que repetidamente peque contra nosotros. Pedro sugirió siete veces, lo cual representaba más del doble de lo que habría sugerido el judaísmo de su época. En cambio, Jesús le dio a entender que debemos estar listos para perdonar a las personas tantas veces como sea necesario (Mateo 18:21–22).
Para ilustrar esta idea, Jesús les contó una parábola. A un rey le debía dinero uno de sus sirvientes. Cada uno de los talentos era aproximadamente lo que un trabajador común ganaba en veinte años. Por lo tanto, la cantidad de 10,000 talentos que mencionó Jesús durante la parábola era mucho más dinero del que nadie podría pagar, no solo en una vida, sino en miles de vida. Cuando el rey ordenó que el hombre y su familia fueran vendidos como esclavos debido a toda la deuda que debía, el sirviente le rogó al rey que tuviera paciencia y le prometió pagarle a tiempo. El rey se apiadó del hombre y le perdonó la deuda completa, lo cual representa la paciencia que Dios tiene con nuestros pecados (Romanos 2:4; 2 Pedro 3:9), y Su increíble misericordia al estar dispuesto a perdonarlos (Mateo 18:23–27).
El sirviente salió de la presencia del rey e inmediatamente se encontró a otro sirviente que le debía dinero. Esta deuda tampoco era muy pequeña que digamos, ya que equivalía al salario que un trabajador recibía durante unos meses, pero en realidad no era nada en comparación con la cantidad que el primer sirviente le debía al rey. Ese sirviente tampoco podía pagarlo y le pidió a su consiervo que le diera algo de tiempo. El sirviente que había sido perdonado por el rey se negó a esperarlo e hizo que el hombre fuera arrojado a la prisión de deudores. Cuando el rey oyó esto, se enfureció porque el sirviente al que se le había mostrado tanta misericordia no le había mostrado misericordia a su consiervo. Entonces, el rey hizo que este hombre fuera arrojado a la prisión de deudores hasta que devolviera todo lo que debía—lo cual, como ya sabemos, significaba que esta era una sentencia permanente que duraría para siempre (Mateo 18:28–34).
Después de eso, Jesús les advirtió que Su Padre que está en los cielos hará lo mismo con las personas que no perdonen de corazón a sus hermanos o sus hermanas. Esto significa que aquellos que no perdonen de corazón probablemente no lleguen a tener una relación con Cristo, ni tampoco podrán alcanzar Su perdón (Juan 14:15). De hecho, no hay nada bueno que podamos hacer para ganarnos la salvación (Tito 3:5), sino que la forma en que vivimos refleja el tipo de relación que tenemos con Dios (Mateo 18:35).
Resumen de contexto:
Mateo 18:1–6 describe la sorprendente respuesta que Jesús compartió con los discípulos sobre quién era el mayor en el reino de los cielos. Jesús llama a un niño, lo pone en medio del grupo, y dice que deben volverse "como niños" para poder entrar en el reino, algo que hace referencia a la humildad y a la obediencia sincera. El más grande es el que se vuelve más humilde. Los que reciben a niños en el nombre de Jesús de esa manera, también lo estarán recibiendo a él. Usando una metáfora sobre el ahogamiento, Jesús nos advierte sobre lo que le pasará a cualquiera que provoque que uno de Sus seguidores acabe pecando.
Mateo 18:7–9 contiene un "ay" de Jesús, y dice que las personas que tienten a otras para acabar pecando recibirán un castigo horrible, aunque él dice que las tentaciones en este mundo son inevitables. Aun así, Jesús usa una hipérbole para decirles a los discípulos que hicieran todo lo posible para evitar el pecado. Si su mano, su pie o su ojo le hacen pecar, córtelos y tírelos. Es mejor que entre en la vida cojo o manco, y no que tenga las dos manos o los dos pies y sea echado en el fuego eterno.
Mateo 18:10–14 describe el gran valor que Dios el Padre le otorga a todos los que creen en Jesús. A este pasaje a menudo se le conoce como la parábola de la oveja perdida. Jesús les advierte a Sus discípulos que no desprecien a ninguno de los creyentes, y los llama "pequeños". Estos creyentes están conectados a la gloria de Dios a través de sus ángeles en el cielo. Dios el Padre es como un pastor con una oveja descarriada: es capaz de dejar a todos las demás para ir y traerse de vuelta a esa oveja. La voluntad del Padre es que ninguno de los suyos perezca.
Mateo 18:15–20 describe el proceso que Jesús les ofrece a los discípulos para tratar los conflictos relacionados con el pecado entre un grupo de creyentes. El primer paso es que el agraviado vaya y hable en privado con el que ha pecado con la esperanza de restaurar la relación. Si la persona pecadora se niega a arrepentirse, la misma persona agraviada debe regresar con una o dos personas más y luego llevar el asunto a la iglesia o a la asamblea. Si el arrepentimiento sigue sin ocurrir, esa persona debe ser tratada como a un extraño. Este es también el proceso que se espera que sigan los cristianos en casos de desacuerdos u otros argumentos: primero individualmente, después con un grupo pequeño en privado, y luego en público.
En Mateo 18:21–35, Jesús responde a la pregunta de Pedro sobre cuántas veces debemos perdonar a un hermano que peque contra nosotros. Jesús cuenta una parábola sobre el siervo de un rey. El rey le perdona la enorme e impagable deuda que el hombre acarreaba consigo. Sin embargo, el siervo se niega más tarde a perdonar una deuda mucho menor que alguien le debía a él y hace que metan a ese hombre en prisión. El rey se pone furioso y le pregunta al siervo la razón por la que no le mostró la misma misericordia que él había recibido. Al final, el rey hizo que encarcelaran al hombre hasta que lo pagara todo. Jesús dice que Dios Padre hará lo mismo con aquellos que no perdonan a sus hermanos.
Resumen del capítulo:
En este capítulo, Jesús usa dos preguntas de los discípulos para enseñarles algunas lecciones importantes. El "mayor" en el reino es el que se humilla tanto como un niño. Ser tentado es algo inevitable en nuestra vida terrenal, pero vale la pena llegar a los extremos para no caer en el pecado. Aun así, los que se caen no deben ser odiados ni despreciados. Dios Padre los valora mucho y no quiere que ninguno de ellos perezca. De hecho, Jesús establece un proceso claro y cuidadoso para ayudarnos a enfrentarnos al pecado en los demás antes de que debamos alejarlos de la comunidad. Cristo también responde a la pregunta de Pedro sobre el perdón con una parábola. Esa historia representa tanto la asombrosa naturaleza del perdón de Dios como la forma en que debemos responder nosotros siendo cristianos.
Contexto del capítulo:
Mateo 18 continúa los hechos del capítulo anterior con varias enseñanzas de Jesús que tratan sobre varios temas, entre los que se incluyen la humildad, usando el ejemplo de un niño. Jesús también enseñó acerca de evitar el pecado y ofrecerle perdón a los demás. Curiosamente, el siguiente capítulo también nos presentará algunas enseñanzas que harán referencia a los niños y a la riqueza, mientras que Cristo continuará explicándoles la voluntad de Dios a Sus discípulos.
Resumen del libro:
El Evangelio de Mateo nos muestra claramente la influencia judía de Mateo y su deseo de alcanzar a una audiencia específica: los judíos. Mateo era uno de los doce discípulos de Jesús, un hombre judío y ex recaudador de impuestos. Desempeñar esta profesión habría requerido saber escribir y leer bien, y es posible que Mateo transcribiera algunas de las palabras de Jesús tal y como Jesús las dijo. Este libro está lleno de referencias que citan el Antiguo Testamento, para así demostrarle a Israel que Jesús fue y es el Mesías Prometido. Mateo también menciona el uso de monedas durante muchos de los ejemplos que Jesús les enseñó a Sus discípulos, probablemente debido a que fue un recaudador de impuestos antes de hacerse discípulo de Jesús. Mateo registra extensos relatos de las enseñanzas de Jesús, los cuales son mucho más largos que los que aparecen en los otros tres Evangelios.
Accessed 11/23/2024 6:37:47 AM
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