Mateo 18:17 - Printer Friendly

Jesús ha estado describiendo el proceso que se debe seguir para tratar con otro creyente que haya pecado. Este proceso comienza con solo una persona, probablemente alguien que haya sido afectado por la persona que ha pecado, quien se le debe acercar en privado para hablar sobre el tema. Si pueden ponerse de acuerdo y resolver las cosas, especialmente si la persona culpable confiesa y se arrepiente del pecado, entonces el proceso se detiene ahí (Mateo 18:15).

Si eso no ocurre, el acusador debe llamar a una o dos personas más para que se acerquen con Él o ella a la persona que ha pecado y vuelvan a tener una conversación con Él o ella. Idealmente, estas personas serán capaces de establecer objetivamente la verdad, y es una oportunidad para evitar las rivalidades, los malentendidos o las diferencias de perspectiva entre las personas involucradas. Sin embargo, si esos nuevos participantes están de acuerdo en que la persona ha pecado después de todo, el pecador o la pecadora tiene la posibilidad de arrepentirse y encauzar su relación con los demás (Mateo 18:16).

Entonces, Jesús habla de lo que debe suceder si la persona pecadora continúa sin querer arrepentirse. El acusador y los testigos deben aceptar la desagradable tarea de presentarle la situación a la iglesia o a la asamblea. En una situación ideal, los creyentes, el cuerpo de la iglesia, estará de acuerdo en que esa persona ha pecado. Si se da el caso de que la iglesia piensa que esa persona no ha hecho nada malo, el proceso se detendría ahí. Por el contrario, si piensan que sí ha pecado, esa persona tendría una última oportunidad de arrepentirse ante todos.

Finalmente, si se ha establecido que la persona ha pecado y Él o ella continúa negándose a arrepentirse y hacer las cosas bien, entonces la iglesia debe comenzar a tratar a esta persona como si fuera un extraño, en esencia, como si no fuera cristiano. Al usar a recaudadores de impuestos y gentiles como ejemplos de las personas a las que tratar de manera diferente, eso nos muestra que Jesús está hablando con Su grupo de discípulos judíos dentro del contexto de su cultura judía. La comunidad religiosa judía también seguía un proceso específico a la hora de expulsar a alguien de su comunidad cuando esa persona se rebelaba en contra de Dios.

Es importante entender que ninguno de estos pasos implica el hecho de tratar a la persona impenitente con una falta de respeto descarada. Los judíos tenían relaciones de trabajo con los gentiles e incluso con los recaudadores de impuestos. Simplemente, no se les permitía entrar en el núcleo de su comunidad y vida religiosa. También es importante darse cuenta de que Jesús no dice que esas personas excomulgadas hayan sido condenadas por Dios en ese momento. Tal y como Pablo nos lo mostrará en 1 Corintios 5:1–13, la meta de la iglesia sigue siendo que la persona vuelva con la comunidad de creyentes una vez que finalmente se haya arrepentido.

Además, cabe señalar que expulsar a alguien de una comunidad no es un tema que deba tratarse a la ligera. Los líderes cristianos nunca deben despreciar a las personas que estén bajo su cuidado, ni siquiera a las personas que se rebelen contra Dios. Los líderes cristianos han hecho mucho daño a lo largo del tiempo por no haber seguido las directrices de lo que Jesús dice en este pasaje. El paso final en este proceso solo debe darse con humildad y amor por respeto a todas las personas involucradas, y se debe considerar literalmente como el último recurso a poner en práctica.

Mateo 18:15–20 describe el proceso que Jesús les ofrece a los discípulos para tratar los conflictos relacionados con el pecado entre un grupo de creyentes. El primer paso es que el agraviado vaya y hable en privado con el que ha pecado con la esperanza de restaurar la relación. Si la persona pecadora se niega a arrepentirse, la misma persona agraviada debe regresar con una o dos personas más y luego llevar el asunto a la iglesia o a la asamblea. Si el arrepentimiento sigue sin ocurrir, esa persona debe ser tratada como a un extraño. Este es también el proceso que se espera que sigan los cristianos en casos de desacuerdos u otros argumentos: primero individualmente, después con un grupo pequeño en privado, y luego en público.

En este capítulo, Jesús usa dos preguntas de los discípulos para enseñarles algunas lecciones importantes. El "mayor" en el reino es el que se humilla tanto como un niño. Ser tentado es algo inevitable en nuestra vida terrenal, pero vale la pena llegar a los extremos para no caer en el pecado. Aun así, los que se caen no deben ser odiados ni despreciados. Dios Padre los valora mucho y no quiere que ninguno de ellos perezca. De hecho, Jesús establece un proceso claro y cuidadoso para ayudarnos a enfrentarnos al pecado en los demás antes de que debamos alejarlos de la comunidad. Cristo también responde a la pregunta de Pedro sobre el perdón con una parábola. Esa historia representa tanto la asombrosa naturaleza del perdón de Dios como la forma en que debemos responder nosotros siendo cristianos.

El Evangelio de Mateo nos muestra claramente la influencia judía de Mateo y su deseo de alcanzar a una audiencia específica: los judíos. Mateo era uno de los doce discípulos de Jesús, un hombre judío y ex recaudador de impuestos. Desempeñar esta profesión habría requerido saber escribir y leer bien, y es posible que Mateo transcribiera algunas de las palabras de Jesús tal y como Jesús las dijo. Este libro está lleno de referencias que citan el Antiguo Testamento, para así demostrarle a Israel que Jesús fue y es el Mesías Prometido. Mateo también menciona el uso de monedas durante muchos de los ejemplos que Jesús les enseñó a Sus discípulos, probablemente debido a que fue un recaudador de impuestos antes de hacerse discípulo de Jesús. Mateo registra extensos relatos de las enseñanzas de Jesús, los cuales son mucho más largos que los que aparecen en los otros tres Evangelios.