Proverbios 16:17 - Printer Friendly

LBLA: La senda de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su camino preserva su alma.

NBLA: La senda de los rectos es apartarse del mal; El que guarda su camino preserva su alma.

NVI: El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida se fija por dónde va.

RV1960: El camino de los rectos se aparta del mal; Su vida guarda el que guarda su camino.

JBS: El camino de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su camino guarda su alma.

Salomón dice que la vida de una persona recta es como una carretera. Las Escrituras a menudo usan este tipo de metáforas, en parte porque la vida de una persona no puede ser representada como una serie de pasos cortos, sino que en realidad debe verse como si fuera un viaje. Cada elección que tomamos es un paso que nos mueve en cierta dirección y crea las condiciones específicas que nos llevan a tomar nuestra próxima elección. Sin embargo, nuestra naturaleza humana egoísta difiere de lo que es verdad. De hecho, Jesús dijo que la justicia es un "camino difícil" que pocas personas eligen (Mateo 7:14). Pedro habla sobre este viaje como si fuéramos peregrinos (1 Pedro 2:11), y animó a sus lectores cristianos a mantener una conducta honorable (1 Pedro 2:12).

"Los hombres rectos se apartan del mal camino" tal y como lo dice Salomón. En 2 Corintios 5:17 Pablo dice que todo creyente es una nueva creación que recibe una vida que ya no sigue los caminos del pecado. Aunque los creyentes pecan (1 Juan 1:8–10), sus vidas ya no se definen por el pecado. En cambio, su nueva vida se caracteriza por la justicia. El apóstol Juan escribe: "todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios" (1 Juan 3:9). Mientras los creyentes caminan siguiendo la luz de Cristo (Salmo 119:105), también están protegiendo sus almas del pecado.

Tal y como nos lo han señalado otros proverbios, nuestro caminar en Cristo nos expone mucho menos a las consecuencias del pecado aquí en la Tierra (Proverbios 12:28), y evita la separación eterna de Dios (Romanos 3:23; 6:23; 1 Corintios 6:9–11).

Proverbios 16:16–26 se centra en la rectitud, el orgullo, la humildad, la fe, la palabra y el trabajo arduo. Nuevamente, vemos el contraste entre los rectos y los necios, así como entre la diligencia y la pereza. Muchos de estos proverbios se presentan en un formato de dos oraciones, donde cada uno presenta la misma idea desde diferentes direcciones de pensamiento.

En esta sección del libro de Proverbios, Salomón habla sobre los motivos del corazón, el dominio propio y el sentido común. Muchos de estos proverbios están organizados en un estilo de dos partes. La primera y la segunda parte de estas declaraciones dicen lo mismo, pero desde perspectivas opuestas. Los versículos más destacables son los versículos 9 y 33, en los cuales se nos habla de la sobe-ranía de Dios, y el versículo 18, en el que se nos hace una famosa advertencia en contra de la arrogancia. De hecho, también se cita con frecuencia el versículo 25, en el que se repite el mensaje que se nos dio en Proverbios 14:12 y no anima a que seamos personas reflexivas y pacientes.

Salomón comenzó a compartir una larga lista de proverbios de Sabiduría en el capítulo 10. El capítulo 16 comienza una sección que se compone principalmente de una serie comparaciones y comple-mentos que se extiende hasta Proverbios 22:16. En este capítulo se examinan los pensamientos, el habla, los mo-tivos, la conducta de las personas, el orgullo, la maldad y la injusticia.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.