Proverbios 16:33 - Printer Friendly

LBLA: La suerte se echa en el regazo, mas del SEÑOR viene toda decisión.

NBLA: La suerte se echa en el regazo, Pero del SEÑOR viene toda decisión.

NVI: Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del SEÑOR.

RV1960: La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella.

JBS: La suerte se echa en el regazo; mas del SEÑOR es el juicio de ella.

Este proverbio nos dice de nuevo que el Señor tiene un control absoluto sobre todas las cosas. Echar suertes es una expresión que se refiere a usar algún objeto, como es el caso de los dados, para tomar una decisión neutral y totalmente aleatoria y así evitar que la opinión de los participantes intervenga de alguna manera en el proceso. Durante la época del Antiguo Testamento, ocurría exactamente lo mismo (Proverbios 18:18; Josué 14:2; Jonás 1:7).

Lo cierto es que lo que los seres humanos llamamos "suerte" es en realidad la suma de todos los factores involucrados en una situación que no podemos ni ver ni controlar. A Dios no le pilla por sorpresa ninguna tirada de dados. Algunas cosas suceden "por casualidad", desde la perspectiva humana, tal y como incluso Jesús dijo que ocurrían (Lucas 10:31). Eso no significa que este tipo de cosas sean arbitrarias o fortuitas desde el punto de vista de Dios, ya que incluso las cosas que creemos que han ocurrido por casualidad están bajo el control del Señor (Salmo 16:5). Este proverbio dice que incluso aquellas cosas que consideramos "pura casualidad" todavía están bajo el control soberano de Dios.

Después de que Judas se suicidara, Pedro llevó a 120 creyentes a echar suertes para decidir quién debía convertirse en apóstol en lugar de Judas. Barsabás y Matías se convirtieron en candidatos para convertirse en apóstoles. Cuando el grupo oró para que se cumpliera la voluntad del Señor, dijeron: "Señor, tú conoces todos los corazones. Muéstranos a cuál de los dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de la que Judas cayó por su transgresión para irse a donde le correspondía" (Hechos 1:24–25), "y lo echaron a la suerte, y ésta recayó en Matías. Y a partir de entonces fue contado entre los once apóstoles" (Hechos 1:26).

Proverbios 16:27–33 cierra el capítulo 16, y Salomón continúa compartiendo su sabiduría con nosotros. Este pasaje hace una comparación entre los hombres malvados y los hombres que son justos, honestos y disciplinados. La maldad del corazón hace que las personas hablen con malicia, pero la justicia del corazón se manifiesta en la manera en que las personas rectas viven sus vidas.

En esta sección del libro de Proverbios, Salomón habla sobre los motivos del corazón, el dominio propio y el sentido común. Muchos de estos proverbios están organizados en un estilo de dos partes. La primera y la segunda parte de estas declaraciones dicen lo mismo, pero desde perspectivas opuestas. Los versículos más destacables son los versículos 9 y 33, en los cuales se nos habla de la sobe-ranía de Dios, y el versículo 18, en el que se nos hace una famosa advertencia en contra de la arrogancia. De hecho, también se cita con frecuencia el versículo 25, en el que se repite el mensaje que se nos dio en Proverbios 14:12 y no anima a que seamos personas reflexivas y pacientes.

Salomón comenzó a compartir una larga lista de proverbios de Sabiduría en el capítulo 10. El capítulo 16 comienza una sección que se compone principalmente de una serie comparaciones y comple-mentos que se extiende hasta Proverbios 22:16. En este capítulo se examinan los pensamientos, el habla, los mo-tivos, la conducta de las personas, el orgullo, la maldad y la injusticia.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.