Proverbios 18:19 - Printer Friendly

LBLA: El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, y las contiendas son como cerrojos de fortaleza.

NBLA: El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, Y los pleitos son como cerrojos de fortaleza.

NVI: Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela.

RV1960: El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

JBS: El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte; y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

Cuando los amigos o familiares nos ofenden o nosotros los ofendemos a ellos, esos problemas tienden a ser muchísimos más difíciles y dolorosos que los problemas que tenemos con personas que no conocemos. Durante algunos de los versículos anteriores (Proverbios 18:17–18) se nos hizo una advertencia acerca de los momentos en los que nos apresuramos a la hora juzgar y la importancia que tiene el hecho de ser objetivos. Aquí, Salomón dice que cuando los hermanos se ofenden los unos a los otros, la situación podría llegar hasta el punto de que fuera imposible solucionarla.

Salomón compara esta situación poéticamente con las ciudades que están bien defendidas o los cerrojos de una fortaleza. Las ciudades antiguas eran muy difíciles de conquistar debido a las murallas que las rodeaban. Las únicas dos opciones que se podían poner en práctica eran asediar a una ciudad o sufrir las pérdidas de un asalto directo. Esas mismas fortalezas también tenían grandes cerrojos en las puertas principales. Un problema entre hermanos se puede solucionar, pero es muy difícil hacerlo.

Jesús dijo que las personas que estén enojadas con sus hermanos y recuerden que sus hermanos tienen algo en contra de ellos deben dejar su ofrenda en el altar y primero reconciliarse con sus hermanos antes de ofrecer su ofrenda (Mateo 5:23–24). El apóstol Pablo dice que el perdón es el antídoto para curar una relación que se haya roto. Pablo dice: "sean mutuamente tolerantes. Si alguno tiene una queja contra otro, perdónense de la misma manera que Cristo los perdonó" (Colosenses 3:13).

Proverbios 18:16–24 brinda consejos prácticos sobre diversos temas. Otros proverbios de este capítulo se hacen eco de declaraciones sobre la objetividad y la unidad. Salomón aborda temas como el soborno, las peleas, la reconciliación, el poder de la palabra, el matrimonio y una lamentable diferencia entre los pobres y los ricos. El último comentario de la sección señala la diferencia entre la calidad y la cantidad en las amistades.

Este capítulo repite algunos de los temas más importantes del libro de Proverbios: Dios es de donde proce-de toda la sabiduría, el orgullo y el desastre están conectados, el valor que tienen los cónyuges que son fieles entre sí y la lealtad de las personas que son verdaderamente nuestros amigos. Tal y como ocurre en otras partes del libro de Proverbios, en esta sección también se hace hincapié en el hecho de que el pe-cado siempre trae consecuencias negativas para las personas que deciden vivir siendo sus esclavos.

En el capítulo 18, Salomón continúa compartiendo una larga serie de dichos sabios que co-menzó en el capítulo 10 y continuará hasta el capítulo 22. Esta sección contiene numerosas referencias que tratan sobre la imparcialidad y la búsqueda de la verdad a través de múltiples fuentes. Ser responsables y diligentes—tanto en lo que decimos, en lo que hacemos y en lo que creemos—es uno de los temas más importantes de este capítulo.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.