Proverbios 21:17 - Printer Friendly

LBLA: El que ama el placer será pobre ; el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

NBLA: El que ama el placer será pobre; El que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

NVI: El que ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás será rico.

RV1960: Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

JBS: Hombre necesitado será el que ama el deleite; y el que ama el vino y el ungüento no enriquecerá.

Salomón (Proverbios 10:1) nos advierte que las personas que viven solo por y para el placer se ven viviendo en la calle. En la actualidad, existen muchas maneras para entretenernos que pueden llegar a ser muy peligrosas. Muchas personas viven solo por y para el placer, en lugar de invertir mejor tanto su tiempo como su dinero en cosas que sí merecen la pena. Cuando una persona está obsesionada por encontrar el placer, esa persona demuestra que no es espiritualmente madura en ningún sentido. 2 Timoteo 3:2–4 nos advierte sobre esto diciendo que es un síntoma de un mundo que se aleja de Dios: "… habrá hombres amantes de sí mismos… que amarán los deleites más que a Dios".

De manera similar, 1 Timoteo 5:6 dice que "pero la que se entrega a los placeres, está muerta en vida". En Eclesiastés 2:1 Salomón dice: "pensé entonces en lo íntimo de mi ser: ¡anda, que voy a probar lo que es la alegría! ¡Voy a disfrutar de lo bueno!» ¡Pero resultó que también esto es vanidad!".

Durante las fiestas del mundo antiguo se usaban vino y perfumes (Salmo 104:15; Proverbios 27:9; Amós 6:6). El anfitrión y los invitados se bebían el vino, y el perfume se derramaba sobre la cabeza que la gente quería honrar de alguna manera. Cuando esos objetos se convierten en nuestra obsesión en lugar de solo considerarse herramientas que son útiles en ciertos momentos de nuestra vida, muchas personas acaban dependiendo de ellos para ser felices, y esos objetos se convierten en ídolos. Las personas a quienes les gusta vivir entre lujos ("vino y perfumes") y consideran estas cosas como las cosas más importantes de sus vidas, son más propensas a acabar en una pobreza tanto espiritual como económica.

Este capítulo comienza y termina haciendo una declaración sobre la soberanía de Dios. Dios solo juzga el corazón; el Señor considera que las intenciones del corazón son tan importantes como las acciones físicas. En este pasaje también se habla de los cónyuges desagradables, perspectivas adecuadas sobre la riqueza, la ética del trabajo y la naturaleza esencial de la sabiduría divina. La sabi-duría humana no puede competir con el Señor soberano, quien es el único responsable final en los momentos en los que salimos victoriosos de cualquier problema.

Este capítulo forma parte de la segunda sección principal del libro (Proverbios 10—22) en la cual se nos presentan casi cuatrocientos proverbios. La mayoría de estos proverbios están formados por comenta-rios de dos líneas que presentan ideas desde el sentido común y la sabiduría general. El tema gene-ral del capítulo 21 es la manera en que Dios controla el mundo. Las personas pueden creerse que tienen el control de todas sus circunstancias, pero Dios es quien lo supervisa todo. El capítulo comienza y termina ase-gurándonos que Dios es quien tiene el poder final sobre todas las cosas.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.