Proverbios 23:22 - Printer Friendly

LBLA: Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando envejezca.

NBLA: Escucha a tu padre, que te engendró, Y no desprecies a tu madre cuando envejezca.

NVI: Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.

RV1960: Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

JBS: Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.

Este tipo de súplica aparece con bastante frecuencia en el libro de Proverbios (Proverbios 1:8; 4:1; 13:1; 19:20). Los padres saben que los niños son propensos a seguir sus propios caminos, y muchas veces lo hacen de una manera imprudente. La paternidad piadosa requiere paciencia, consistencia y amor, así como firmeza y una disciplina razonable. Las madres y los padres que aman a sus hijos los instruyen en el temor del Señor (Proverbios 1:7; Efesios 6:4). Para ello, los padres deben conocer la Palabra de Dios por sí mismos. Deuteronomio 6:7 dice que los padres deben demostrar su propio amor por la enseñanza de Dios. Ese versículo dice que los padres deben enseñarles con diligencia los estatutos y las reglas de la Biblia a sus hijos en casa, fuera de casa, a la hora de acostarse y a primera hora de la mañana.

Salomón también dice aquí que es importante respetar a los padres mayores. El término "despreciar", tal y como se usa aquí, implica la idea del desdén y el escarnio, por lo tanto, también se podría traducir con el término "desdén". A medida que los padres envejecen, es fácil frustrarse con ellos e incluso llegar a despreciarlos. Sin embargo, Dios nos ordena que honremos a nuestros padres (Éxodo 20:12; Efesios 6:1–3). Por tanto, no debemos despreciar a las personas "que nos dieron la vida" cuando se hacen mayores y no pueden valerse por sí mismos.

Proverbios 23:22–25 nos habla de los padres y de las madres que siguen los caminos de Dios. La siguiente sección contiene una fuerte advertencia sobre el pecado sexual. A esto le sigue una evaluación extensa y contundente de los peligros que trae consigo la embriaguez. Todo esto forma parte de treinta enseñanzas de sabiduría que son respaldadas por el propio Salomón (Proverbios 22:17–21).

Esta serie de dichos sabios (Proverbios 22:17–21) comienza con el sexto de los treinta que se mencionan en el capítulo 22. Aquí se nos habla sobre la importancia de presentarse bien ante un anfitrión sin dejarse influenciar indebidamente por su hospitalidad. El pasaje también habla sobre los momentos adecuados para compartir la sabiduría, la ética, la disciplina y las alegrías que se asocian con los hijos que son buenos y bondadosos. También se incluyen advertencias sobre las rela-ciones y las personas que carecen de autocontrol. El capítulo termina hablando sobre los peligros del abuso del alcohol, la cual es la decimoctava de las treinta enseñanzas que se nos prometieron en el capítulo 22.

Salomón continúa compartiendo proverbios de sabiduría en esta sección (Proverbios 22:17–21), una sección que se prolon-ga hasta Proverbios 24:34. Aquí, Salomón se dirige a su "hijo", quizás refiriéndose a uno de sus estudiantes, y le ha-ce advertencias sobre el dinero, la glotonería, los peligros de hablar en compañía de los necios, la deshonestidad, la impor-tancia que tiene el hecho de disciplinar a los niños, y los peligros de estar en compañía de borrachos y el abuso del alcohol. En este pasaje se encuentra el pasaje bíblico más amplio sobre los peligros que acarrea el consumo de alcohol.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.