Proverbios 30:7 - Printer Friendly

LBLA: Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera:

NBLA: Dos cosas te he pedido, No me las niegues antes que muera:

NVI: »Solo dos cosas te pido, SEÑOR; no me las niegues antes de que muera:

RV1960: Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera:

JBS: Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera:

Humildemente, Agur (Proverbios 30:1) le pide al Señor dos cosas. Los siguientes versículos nombran esas cosas y la razón por la que él piensa que son importantes (Proverbios 30:8–9): "aparta de mí la vanidad y la mentira, y no me des pobreza ni riquezas. Agur le pide a Dios que le brinde una guía espiritual para así poder satisfacer sus necesidades básicas y para protegerlo de las tentaciones del exceso.

Para honrar al Señor con nuestra vida, debemos ser honestos y mostrarle continuamente nuestra gratitud. Cuando los creyentes contemplan la muerte, están motivados para honrar a Dios antes de ir a estar con Él. Por ejemplo, el apóstol Pablo tuvo que pasar por un largo y peligroso juicio en la corte. En realidad, su objetivo era honrar a Cristo, más allá de si las autoridades le dejaran con vida o lo condenaran a muerte (Filipenses 1:20). Pablo dice: "porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21). Al final, Pablo fue liberado de prisión, hizo otro viaje misionero, pero fue detenido nuevamente. Justo antes de su ejecución, se fijó y habló de lo que le aguardaba más allá de la muerte: "por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida" (2 Timoteo 4:8). Todo creyente debe honrar al Señor tanto en la vida y en la muerte.

Proverbios 30:5–14 continúa compartiendo con nosotros las palabras de Agur. Primero, Agur dice que la Palabra de Dios es verdad, y dice que es muy peligroso añadirle algo o tergiversarla de alguna manera. Después de eso, Agur ora para que Dios lo proteja de cometer ciertos errores espirituales, y comienza a reflexionar sobre la vida y el pecado con sabiduría. Algunos de los versículos de este pasaje comienzan con la frase "hay algunos" y después nos hablan sobre varios de los pecados más comunes a los que las personas tienen que enfrentarse. La humildad y el deseo de ser honesto son dos partes fundamentales de este pasaje de las Escrituras.

Este capítulo contiene las enseñanzas de Agur, a quien solo se le nombra en este pasaje. La humildad y las limitaciones de los seres humanos son temas clave de esta sección. Agur ora por la providencia de Dios y nos hace una serie de advertencia acerca de los pecados de la arrogancia, la codicia y la rebeldía. Además, se mara-villa de cómo los impíos pueden pecar sin pudor y sin darse cuenta de cuál será su destino. Luego habla de la forma en que algunos animales logran hacer grandes cosas y sobre las cosas buenas que produce la confianza. El capítulo termina recordándonos sobre los peligros de la ira y todos los problemas que genera.

Este capítulo se encuentra entre una sección que contiene una colección de dichos sabios de Sa-lomón (Proverbios 25—29) y los proverbios del rey Lemuel (Proverbios 31). El capítulo 30 contiene los sabios dichos de Agur, una persona no se sabe a ciencia cierta quién es, pero que quizás fue el hijo de Jaqué. Lo que nos enseña es una profecía o un oráculo: un mensaje importante que viene di-rectamente de Dios. La humildad y los peligros que vienen a raíz de la arrogancia son los temas más recu-rrentes de este capítulo.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.