Proverbios 7:17 - Printer Friendly

Salomón está enseñándole a su hijo una lección acerca de los peligros del adulterio, esta vez describiendo a un joven incauto que está siendo engañado por una mujer adúltera (Proverbios 7:1–12). La mujer fija su mirada en su objetivo y lo engatusa invitándole a pecar con ella (Proverbios 7:13–16). En este pasaje, la mujer continúa describiendo su dormitorio usando palabras seductoras, que al final la lleva a hacerle una invitación directa al joven para que tenga relaciones sexuales con ella (Proverbios 7:18–19).

La mirra es una goma que tiene un olor dulce que se produce a partir de árboles que son pequeños procedentes de Arabia. Los áloes son plantas que crecían en una isla en el Mar Rojo. Cuando se descomponían, desprendían una fragancia bastante agradable. La canela proviene de la corteza de un árbol alto y se usaba como perfume. Lo más probable es que estos perfumes fueran caros. De hecho, la mirra fue uno de los regalos que los sabios le ofrecieron al niño Jesús (Mateo 2:11). ¡Era un regalo digno de un rey!

Tal vez la mujer adúltera mencionó estos tres perfumes para que el joven incauto pensara que ella era rica y por lo tanto la viera con mejores ojos. Desafortunadamente, tal y como nos lo dice Proverbios 7:22, el joven mordió el anzuelo y la siguió hasta su casa. El joven acabó valorando el placer momentáneo del pecado del adulterio más que las consecuencias que vienen a raíz de cometerlo; tanto las consecuencias terrenales como las eternas.

Proverbios 7:10–23 nos describe a una adúltera que es agresiva y muy seductora. Aunque Salomón está hablando con su hijo, las lecciones que Salomón comparte aquí se les pueden aplicar a todas las personas. Este pasaje forma parte de las enseñanzas que Salomón está compartiendo sobre los peligros que vienen como consecuencia del pecado y la tentación. El pasaje anterior nos habló de un joven incauto (Proverbios 7:6–9), que ahora comienza a sufrir las consecuencias de sus propias acciones. La mujer de esta historia se aprovecha de la lujuria y el descuido de ese joven para destrozarlo. Salomón compara la trampa que esa mujer le pone al joven con las trampas que se usan para capturar bueyes, ciervos y pájaros.

Salomón nos hace de nuevo una terrible advertencia sobre los peligros que acompañan al pecado del adulte-rio. Salomón comparte una historia sobre un joven necio que es seducido por una mujer depredadora. Sa-lomón dice que él mismo había presenciado esto, lo cual significa que posiblemente esta situa-ción que nos presenta en este pasaje sea un resumen de muchas de las situaciones que él mismo pudo presenciar a lo largo de su vida. El adulterio y otros pecados nos dirigen hacia la miseria y la muerte, y esto se les aplica de igual manera tanto a los hombres como a las mujeres.

En Proverbios 5 y 6, Salomón le hace una serie de advertencias a su hijo en contra del adulterio y se dedica a des-cribir a la mujer ajena, la adúltera, diciendo que es engañosa y muy peligrosa. Si bien esto se le aplica de ma-nera literal a la tentación del pecado del adulterio, también nos puede servir para entender la naturaleza se-ductora del pecado en términos generales. En este capítulo, Salomón continúa compartiendo sus consejos sobre cómo evitar el adulterio, enfatizando las tácticas que se usan para caer en la tenta-ción y la manera en que el adulterio nos puede conducir hacia la muerte. Durante el siguiente capítulo, Sa-lomón volverá personificar a la sabiduría como si fuera una mujer, y nos pedirá que la hon-remos en todo momento.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.