Proverbios 7:24 - Printer Friendly

LBLA: Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca.

NBLA: Ahora pues, hijos míos, escúchenme, Y presten atención a las palabras de mi boca.

NVI: Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras.

RV1960: Ahora pues, hijos, oídme, Y estad atentos a las razones de mi boca.

JBS: Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca.

Una vez más, Salomón anima a sus hijos a que escuchen y les presten atención a sus enseñanzas. El simple hecho de estar expuesto a las Escrituras no es suficiente como para defendernos en contra de la tentación; también debemos obedecerlas. Debemos aplicar lo que nos enseña y tomárnoslo muy en serio para que así podamos notar un cambio en nuestras vidas.

Jesús contó la historia de dos constructores. Un constructor hizo su casa sobre la roca. Cuando una violenta tormenta golpeó la casa, esta se mantuvo firme. El otro constructor hizo su casa sobre la arena. Cuando una fuerte tormenta golpeó la casa, esta se acabó derrumbando. Jesús comparó al primer constructor con la persona que oye Sus palabras y las obedece. El segundo constructor, dijo, es como la persona que escucha Sus palabras, pero no las obedece (véase Mateo 7:24–27). Santiago dice que escuchemos simplemente la Palabra de Dios, sino que también la pongamos en práctica: "pero pongan en práctica la palabra, y no se limiten sólo a oírla, pues se estarán engañando ustedes mismos" (Santiago 1:22). Salomón usó la repetición continuamente para educar a sus hijos con el fin de que obedecieran sus enseñanzas.

Proverbios 7:24–27 concluye con otra súplica que Salomón les hace a sus hijos, y en este caso les vuelve a pedir que le presten atención y que guarden sus palabras. En el pasaje anterior, Salomón les pidió a sus hijos que escucharan sus palabras y las pusieran en práctica cuando fueran tentados por una mujer adúltera, lo cual se les aplica de igual manera tanto a los hombres como a las mujeres. Ahora, Salomón concluye Proverbios 7 tal y como lo empezó: animando a sus hijos a que les prestaran atención a sus palabras. Salomón les explica que si no lo hacen, el adulterio les traerá a todos ellos terribles consecuencias.

Salomón nos hace de nuevo una terrible advertencia sobre los peligros que acompañan al pecado del adulte-rio. Salomón comparte una historia sobre un joven necio que es seducido por una mujer depredadora. Sa-lomón dice que él mismo había presenciado esto, lo cual significa que posiblemente esta situa-ción que nos presenta en este pasaje sea un resumen de muchas de las situaciones que él mismo pudo presenciar a lo largo de su vida. El adulterio y otros pecados nos dirigen hacia la miseria y la muerte, y esto se les aplica de igual manera tanto a los hombres como a las mujeres.

En Proverbios 5 y 6, Salomón le hace una serie de advertencias a su hijo en contra del adulterio y se dedica a des-cribir a la mujer ajena, la adúltera, diciendo que es engañosa y muy peligrosa. Si bien esto se le aplica de ma-nera literal a la tentación del pecado del adulterio, también nos puede servir para entender la naturaleza se-ductora del pecado en términos generales. En este capítulo, Salomón continúa compartiendo sus consejos sobre cómo evitar el adulterio, enfatizando las tácticas que se usan para caer en la tenta-ción y la manera en que el adulterio nos puede conducir hacia la muerte. Durante el siguiente capítulo, Sa-lomón volverá personificar a la sabiduría como si fuera una mujer, y nos pedirá que la hon-remos en todo momento.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.