Proverbios 8:35 - Printer Friendly

LBLA: Porque el que me halla, halla la vida, y alcanza el favor del SEÑOR.

NBLA: Porque el que me halla, halla la vida Y alcanza el favor del SEÑOR.

NVI: En verdad, quien me encuentra halla la vida y recibe el favor del SEÑOR.

RV1960: Porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová.

JBS: Porque el que me hallare, hallará la vida; y alcanzará la voluntad del SEÑOR.

La Biblia lo tiene muy claro, las personas más sabias y fieles también puede experimentar dificultades y tragedias durante sus vidas (Juan 16:33). Sin embargo, también debe quedarnos claro que las personas que se aferran a la verdad se exponen al sufrimiento mucho menos que las personas que deciden no hacerlo. Así como un médico puede decirle correctamente a un paciente "coma alimentos saludables y vivirá más tiempo", la sabiduría también puede ofrecernos este tipo de beneficios.

La palabra "favor" aquí es rā'son en hebreo, una palabra que implica la idea de la aceptación, la buena voluntad o la aprobación, todas las cosas que recibimos del Señor cuando confiamos en Jesús. Nuestro Salvador omnisciente les da vida a todas las personas que creen en Él. Juan 3:16 afirma que todo el que cree en Él tiene vida eterna. Jesús mismo dijo que había venido para darnos vida en abundancia (Juan 10:10). El apóstol Juan afirma esta verdad en 1 Juan 5:11–12: "y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida".

Al final de su evangelio, Juan explica la razón por la que lo escribió: "Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, al creer, tengan vida en su nombre" (Juan 20:30–31).

Proverbios 8:32–36 dice que sabiduría existió en armonía con Dios antes de que Él creara el mundo y todo lo que hay en él. Ahora, la sabiduría anima a los "hijos" de Salomón, quienes podrían ser sus estudiantes, a que le presten atención, porque la sabiduría bendice a quienes lo hacen. Sin embargo, las personas que rechazan la sabiduría acaban perdiéndose, lo cual concuerda a la perfección con la manera en que el libro de Proverbios usa el simbolismo y el concepto de la verdad y cómo se puede aplicar en términos generales a todas las situaciones en las que nos encontramos.

En este pasaje, la sabiduría viene representada como si fuera mujer que está gritando para que el mundo la escuche (Proverbios 1:20–21). La sabiduría exalta su propia verdad y valor frente al mundo. La sabi-duría formaba parte del poder creativo de Dios mucho antes de la creación del universo. Este capítulo nuevamente vuelve hablarnos de los muchos beneficios que se desprenden de la sabiduría divina, un tema que se extiende hasta el comienzo del próximo capítulo.

Hasta ahora, Salomón ha estado hablado sobre las virtudes que forman parte de la sabiduría y la importan-cia que tiene el hecho de escucharla y obedecerla en nuestras vidas. Además, también nos ha advertido en contra de los peligros que vienen como consecuencia de rechazar la sabiduría. El capítulo 7 terminó con la descripción de una mujer promiscua que seducía a un joven necio. Ahora, en el capítulo 8, la sabiduría, la cual está personificada como si fuera una mujer una vez más, continúa hablan-do. La sabiduría ya existía antes de la creación y les ofrece el don de la vida a las personas que la encuentran. Este mensaje continúa en el capítulo 9.

Proverbios se entiende mejor teniendo en cuenta el contexto de los libros de Eclesiastés y Job. En Proverbios, la "sabiduría" se nos presenta en términos breves, simples y generales. Eclesiastés repre-senta la sabiduría basada en la observación y la experiencia, lo cual enfatiza el hecho de que los principios generales del libro de Proverbios no se aplican absolutamente en todas las circunstancias. Job representa la sabi-duría basada en la experiencia del sufrimiento y la injusticia. Los tres libros llegan a la conclusión de que Dios sabe mucho más que nosotros, y el curso de acción más sensato es siempre seguir Su volun-tad.