Romanos 7:21 - Printer Friendly

LBLA: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí.

NBLA: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí.

NVI: Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.

RV1960: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

JBS: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal me es propio.

Pablo ha estado describiendo su incapacidad para guardar la ley de Moisés y para obedecer constantemente todos los mandamientos del Antiguo Testamento que Dios le dio a Israel. Ahora usa la palabra "ley" para describir no la ley de Moisés, sino un principio universal del comportamiento humano: aunque queramos hacer lo correcto, siempre hay una posibilidad de que hagamos justo lo contrario.

El uso que hace Pablo de la palabra "mal" es sorprendente. Pablo no describe su tendencia a pecar frente a sus buenas intenciones como un hábito malo o un trastorno de personalidad, sino que está describiendo el pecado como su deseo de hacer el mal, lo opuesto al bien. Pablo siente el deseo de hacer lo correcto, y luego experimenta que el pecado dentro de él se hace cargo y elige hacer el mal.

¿Está Pablo describiendo su experiencia como un judío no cristiano, intentando seguir la ley de Moisés o como un cristiano que ha sido liberado del poder del pecado, pero no del deseo de pecar? Los eruditos bíblicos no están de acuerdo acerca de esto, aunque un análisis de los tiempos verbales utilizados en griego sugiere fuertemente que Pablo está hablando de su condición personal actual. En cualquier caso, el principio que establece que el mal está a nuestro alcance incluso cuando nos proponemos hacer el bien es correcto. Los cristianos somos ciertamente capaces de seguir pecando, aunque ya no seamos esclavos del pecado gracias a que Cristo nos haya salvado.

Romanos 7:7–25 explora la relación que existe entre la ley de Moisés y el pecado humano. Pablo insiste en que la ley es la manera en la que él mismo llegó a conocer y comprender el pecado en general, y su propio pecado específicamente. También explica cómo el hecho de conocer la ley no hace que una persona sea más santa; ¡de hecho, puede tentarnos a pecar aún más! Pablo cambia su perspectiva en este pasaje, hablando en primera persona aquí, y ahora como cristiano, deseando hacer lo correcto y dándose cuenta de que él mismo también acaba pecando. Pablo reconoció su incapacidad natural para hacer el bien y se dio cuenta de su necesidad de ser liberado del pecado por Dios a través de Jesús.

En Romanos 7, Pablo describe la relación que existe entre los cristianos y la ley de Moisés y entre la ley y la pecaminosidad humana. Debido a que morimos espiritualmente cuando llegamos a la fe en Cristo, los cristianos hemos sido liberados de nuestra obligación de seguir la ley. Sin embargo, Pablo insiste en que la ley es santa y buena, y nos ayuda a ser conscientes de la gran pecaminosidad que existe en el corazón humano. La ley nos muestra que no importa lo buenas que puedan ser nuestras intenciones, al final acabamos pecando y necesitamos la liberación que solo está disponible a través de la fe en Jesús.

Romanos 6 nos reveló que aquellos que están en Cristo han muerto al pecado y ya no son sus esclavos. Romanos 7 comienza mostrando que, en Cristo, también hemos muerto a nuestra obligación de seguir la ley de Moisés. Sin embargo, Pablo deja claro que la ley es santa y buena porque nos revela todos los pecados que cometemos y somos capaces de cometer. Pablo también nos describe cómo sus intentos fallidos de seguir la ley lo convencieron aún más sobre el hecho de que la única manera de alcanzar la salvación de Dios es a través de la fe en Cristo. Romanos 8 explorará muchos de los beneficios que experimentan aquellos que están en Cristo.

El libro de Romanos es la descripción más larga, estructurada y detallada de la teología cristiana en el Nuevo Testamento. Pablo expone el núcleo del mensaje del evangelio: la salvación por gracia solo a través de la fe. Su intención es explicar las buenas nuevas de Jesucristo en términos precisos y claros. Como parte de este esfuerzo, Pablo aborda los conflictos entre la ley y la gracia, entre judíos y gentiles, y entre el pecado y la justicia. Como es común en sus escritos, Pablo cierra su carta con una serie de aplicaciones prácticas.