Romanos 8:10 - Printer Friendly

LBLA: Y si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.

NBLA: Y si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, sin embargo, el espíritu está vivo (es vida) a causa de la justicia.

NVI: Pero, si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia.

RV1960: Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.

JBS: Pero si el Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad es muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia.

Este pasaje ha indicado que la presencia del Espíritu Santo de Dios en una persona es necesaria para que esa persona sea cristiana. Todo creyente verdaderamente salvo, nacido de nuevo, todo verdadero "cristiano", tiene el Espíritu. Sin el Espíritu, esa persona no le pertenece a Cristo.

Ahora, Pablo ha escrito dos cosas que son verdad para aquellos que tienen a Cristo viviendo dentro de ellos. Por un lado, el cuerpo está muerto a causa del pecado. Esto probablemente significa que nuestro cuerpo humano, físico y temporal está muriéndose y eventualmente morirá como resultado del pecado que hay en nosotros y en el mundo. Nuestros cuerpos aún no han sido renovados, aunque un día lo serán (1 Juan 3:2; 1 Tesalonicenses 4:16).

Por otro lado, el Espíritu es vida, o da vida, debido a la justicia. Esta frase es un poco más complicada de traducir. Algunos maestros de la Biblia entienden aquí la palabra griega para espíritu, pneuma, como una referencia que se está haciendo acerca de nuestros espíritus humanos. En ese caso, este versículo se entendería como que nuestros espíritus están vivos. Otros traducen aquí pneuma como "el Espíritu de Dios" una vez más, lo que significa que el Espíritu es quien nos da vida. En el griego original, no había puntuación ni letras minúsculas, lo que provoca que sea bastante complicado llegar a saber bien la intención que tenía el escritor cuando escribió esto. El contexto, de hecho, es clave.

En cualquier caso, la idea es que tener a Cristo en nosotros significa que estamos espiritualmente vivos, en el Espíritu, aunque nuestros cuerpos, los cuales están llenos de pecado, todavía estén muriéndose a causa del pecado mismo. Sin Cristo, sin el Espíritu Santo, estamos espiritualmente muertos, y por eso no hay vida espiritual en nosotros. El hecho de que haya una vida espiritual en nosotros se debe a la justicia. No obstante, eso no significa que nosotros seamos justos, sino que hemos recibido esa justicia porque hemos depositado nuestra fe en Cristo. (Romanos 5:21).

Romanos 8:1–11 comienza con una enorme declaración sobre la gracia de Dios: no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Después de describir cómo esto es posible, gracias a la vida y muerte de Jesús, Pablo compara dos tipos de vida. Una es la vida en el Espíritu Santo, para los que están en Cristo, la otra es la vida que se vive según la carne. Los que están en la carne, es decir, los no cristianos, muestran una actitud hostil contra Dios. Los cristianos tienen el Espíritu; los que no lo tienen no son cristianos. Debido a que el Espíritu está en nosotros, seremos resucitados de entre los muertos tal y como Jesús fue resucitado también.

Romanos 8 comienza y termina con declaraciones acerca de la absoluta seguridad que los cristianos tienen ante Dios: no hay condenación para los que están en Cristo, y nada podrá separarnos de Su amor. Habiendo creído en el evangelio, ahora vivimos en el Espíritu de Dios. Eso nos permite llamar a Dios Abba, Padre. Sufrimos con Cristo y sufrimos junto con toda la creación mientras esperamos que Dios nos revele como Sus hijos. Con la ayuda del Espíritu, confiamos en que Dios está con nosotros y nos ama en Cristo.

En Romanos 7, Pablo reveló la frustración que sentía a la hora de hacer el bien, porque finalmente acababa haciendo justo lo contrario. Sin embargo, Pablo comienza Romanos 8 con la declaración triunfal de que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, ya que vivimos en el Espíritu y nos relacionamos con Dios como un niño lo hace con su padre. El Espíritu nos ayuda durante esta temporada de sufrimiento junto con toda la creación mientras esperamos a que nuestra adopción se complete a través de la redención de nuestros cuerpos. Sin embargo, estamos seguros de que Dios está a nuestro favor y nada puede separarnos de Su amor.

El libro de Romanos es la descripción más larga, estructurada y detallada de la teología cristiana en el Nuevo Testamento. Pablo expone el núcleo del mensaje del evangelio: la salvación por gracia solo a través de la fe. Su intención es explicar las buenas nuevas de Jesucristo en términos precisos y claros. Como parte de este esfuerzo, Pablo aborda los conflictos entre la ley y la gracia, entre judíos y gentiles, y entre el pecado y la justicia. Como es común en sus escritos, Pablo cierra su carta con una serie de aplicaciones prácticas.