¿Qué significa Romanos 9:19?
LBLA: Me dirás entonces : ¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios ? Porque ¿quién resiste a su voluntad ?
NBLA: Me dirás entonces: “¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a Su voluntad?”
NVI: Pero tú me dirás: «Entonces, ¿por qué todavía nos echa la culpa Dios? ¿Quién puede oponerse a su voluntad?»
RV1960: Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
JBS: Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja? porque ¿quién resistirá a su voluntad?
Comentario del verso:
Pablo imagina que sus lectores plantearían otra objeción sobre la justicia de Dios. El versículo anterior se refería al momento en la historia de Israel durante el que Dios endureció el corazón del Faraón, a pesar de las plagas que Dios estaba enviando contra Egipto (Éxodo 10:1). El faraón es el que dijo que no al principio, pero Dios es el que se aseguró de que el corazón del faraón no se ablandara en rendición o arrepentimiento, para que el Faraón siguiera diciéndoles "no" tanto a Moisés como a Israel.

¿Es eso "justo" por parte de Dios? Eso es lo que se preguntan los lectores imaginarios de Pablo. ¿Cómo puede Dios criticar al Faraón cuando Dios es el que causó la dureza de su corazón? Después de todo, ¿cómo podría Faraón, o cualquier otra persona, resistirse a la voluntad de Dios? ¿No está Dios tratando a Faraón como a una marioneta, castigándolo por acciones que en realidad no puede evitar?

Ésta es una pregunta sensata, desde una perspectiva humana. Si alguna persona pudiera hacerle a Faraón lo que Dios le hizo a Faraón, estaríamos de acuerdo universalmente en el hecho de que eso no sería "justo": el hecho de responsabilizar a alguien por una decisión que otra persona la obligó a tomar irremediablemente. ¿Y si estamos hablando de Dios? Podríamos debatir sobre si Dios realmente obligó al faraón a decir que no, o si simplemente desequilibró las emociones del Faraón. Podríamos señalar — válidamente — que Faraón endureció su propio corazón repetidamente (Éxodo 7:13; 8:15) antes de que Dios interviniera para hacer que ese endurecimiento fuera permanente.

Sin embargo, por el bien de la idea de Pablo en estos momentos, nada de esto importa mucho. Pablo responderá a las preguntas de este versículo insistiendo en que Dios no puede ser juzgado en base a condiciones o términos humanos. Dios puede hacer lo que quiera. Dios es Dios. Su perspectiva no solo es más completa que la nuestra (Isaías 55:8–9), sino que Dios es el Creador….y nosotros no lo somos.

Dios hizo lo que quiso en el corazón de Faraón porque Él es Dios y tiene el derecho absoluto y soberano de hacerlo. Esa es la primera, y principal respuesta para cualquier acusación de que Dios tratara al Faraón de una manera "injusta". Esto, nuevamente, debe entenderse en el contexto de que, de hecho, nadie se merece ninguna misericordia (Romanos 3:10; 3:23), por lo que el hecho de que Dios se la niegue a ciertas personas no es injusto en relación con esas personas en particular.
Resumen de contexto:
Romanos 9:19–29 trata sobre la cuestión de si la decisión soberana de Dios de bendecir a algunos, y no a otros, es "justa", en la forma en que solemos usar ese término. El argumento esencial de Pablo es que Dios es Dios y, como Creador, tiene el derecho de hacer lo que quiera con Su propia creación. Un alfarero puede elegir cómo usar la arcilla, y esa arcilla no tiene motivos para quejarse de que fuera elegida para cumplir un propósito u otro. De la misma manera, Dios tiene el derecho absoluto de elegir a quién salvará. Pablo usa citas de Oseas e Isaías para mostrar que esta soberanía se extiende también sobre el plan de Dios, el cual incluye a los gentiles dentro de Su plan de salvación.
Resumen del capítulo:
Romanos 9 comienza con Pablo describiendo la angustia que siente por su pueblo, Israel, debido a que rechazaron a Cristo. Después de describir todos los privilegios que Dios le había dado al pueblo judío como nación, Pablo insiste en que Dios cumplirá esas promesas. Sin embargo, Pablo dice que no todas las personas que nacieron en Israel pertenecen a Israel. Dios se reserva el derecho de mostrarles misericordia a unos y no a otros, tal y como Pablo lo demuestra en las Escrituras. Dios es como un alfarero que crea vasos para ser destruidos y otros para ser glorificados. Dios ha llamado a su pueblo, tanto a los gentiles como a los judíos, a tener fe en Cristo, quien es la piedra de tropiezo.
Contexto del capítulo:
Romanos 8 terminó con la gran frase de Pablo de que nada ni nadie puede separar a los que están en Cristo Jesús del amor que Dios siente por ellos. Romanos 9 da un giro brusco y ahora vemos a Pablo desconsolado porque su pueblo, los judíos, ha rechazado a Cristo. Pablo insiste en que Dios cumplirá Sus promesas con Israel, pero que no todos los nacidos en Israel son verdaderamente "Israel". Dios le mostrará misericordia a quien quiera, llamando a Su pueblo, tanto a los judíos como a los gentiles, a la fe en Cristo. En Romanos 10 Pablo reflexionará sobre la manera en la que los judíos pueden salvarse.
Resumen del libro:
El libro de Romanos es la descripción más larga, estructurada y detallada de la teología cristiana en el Nuevo Testamento. Pablo expone el núcleo del mensaje del evangelio: la salvación por gracia solo a través de la fe. Su intención es explicar las buenas nuevas de Jesucristo en términos precisos y claros. Como parte de este esfuerzo, Pablo aborda los conflictos entre la ley y la gracia, entre judíos y gentiles, y entre el pecado y la justicia. Como es común en sus escritos, Pablo cierra su carta con una serie de aplicaciones prácticas.
Accessed 11/21/2024 12:35:09 PM
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