Génesis 21:10 - Printer Friendly

LBLA: y dijo a Abraham: Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero juntamente con mi hijo Isaac.

NBLA: Por eso le dijo a Abraham: “Echa fuera a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de ser heredero junto con mi hijo Isaac.”

NVI: Por eso le dijo a Abraham: ?¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac.

RV1960: Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.

JBS: Por tanto dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo; que el hijo de esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con Isaac.

El día en el que se estaba celebrando una gran fiesta para celebrar el destete de Isaac, Sara se enojó muchísimo de repente. El versículo anterior nos dijo que ella vio a Ismael, quien ahora tenía 16 años, riéndose o quizás burlándose de Isaac. Sea lo que fuere lo que estuviera haciendo, aparentemente desencadenó su ira por algo por lo que probablemente ya estaba profundamente preocupada. Esto no nos sorprende, ya que Sara ya se había preocupado y había estado resentida con Agar e Ismael en el pasado (Génesis 16:4–6). Por supuesto, Sara era en parte responsable del lugar que ocupaban en su vida, ya que fue ella quien animó a Abrahán a concebir un hijo con Agar (Génesis 16:1–2).

Ismael era el primogénito de Abrahán, quien nació a través de la esclava egipcia de Sara, Agar, y Abrahán claramente amaba al niño. Las preocupaciones de Sara no eran del todo descabelladas. ¿Se convertiría Ismael de alguna manera en el heredero de Abrahán? ¿Su presencia en la familia evitaría que Isaac, el hijo de Sara, recibiera todo lo que debía recibir? Sara decidió que no podía permitirlo, incluso si hubiera sido en parte responsable de ello en primer lugar.

Aparentemente, enfurecida, ahora le exige a Abrahán expulsara tanto a la esclava como a su hijo. Ella se negó incluso a decir sus nombres; simplemente declaró su objeción en términos directos e impersonales: "el hijo de una sierva no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac".

Abrahán no se lo tomará muy bien.

Génesis 21:8–21 describe la dolorosa partida de Agar e Ismael de la vida de Abrahán. Ahora que Isaac había nacido, Sara comienza a exigir furiosamente que Abrahán los expulsara. Abrahán está muy disgustado, pero Dios le dice que Ismael sería protegido y bendecido. Entonces Abrahán obedeció al Señor y los envió al desierto. Dios intervino y salvó a la madre y al niño, y le renovó Su promesa de hacer de Ismael una gran nación por derecho propio. Ismael creció en el desierto y finalmente se casó con una mujer egipcia.

El Señor hizo lo que había prometido. Sara, que ahora tiene 90 años, dio a luz a Isaac, el niño que tanto había esperado. Sin embargo, su alegría se agria por el temor de que Isaac tuviera que compartir la herencia con Ismael. En obediencia al Señor, quien prometió proteger a Ismael, Abrahán los envía a él y a su madre, Agar, al desierto. Dios los rescata y renueva su promesa de hacer de Ismael una gran nación por derecho propio. Mientras tanto, Abimelec, rey de Gerar, se acerca a Abrahán para hacer un pacto permanente entre ellos y sus descendientes. El acuerdo incluye la posesión de un pozo por parte de Abrahán, en un lugar que se conocerá como Berseba.

En el capítulo anterior, Abrahán logró recuperar a Sara, quien en esos momentos estaba con Abimelec, a quien había engañado. Dios tuvo que intervenir para que Sara pudiera volver con Abrahán. Abrahán y Sara finalmente concibieron un hijo. Isaac nació, el hijo al que tanto habían esperado, el hijo de la promesa. En obediencia a Dios, Abrahán dejó que Agar e Ismael se marcharan. Abimelec se acercó a Abrahán para hacer un tratado, ofreciéndole a Abrahán un hogar permanente al que se le llamó Berseba. En el siguiente capítulo, Dios pondrá a prueba la fe y la obediencia de Abrahán a través de uno de los mejores ejemplos de confianza que se pueden encontrar en las Escrituras.

El libro de Génesis establece verdades fundamentales sobre Dios. Entre estas verdades se encuentran Su papel como Creador, Su santidad, Su odio por el pecado, Su amor por la humanidad y Su disposición para proveer para nuestra redención. Gracias a Génesis, aprendemos no solo de dónde viene la humanidad, sino acerca de la razón por la que el mundo es de la manera que es en la actualidad. El libro también nos habla sobre la fundación de Israel, el pueblo elegido de Dios. Muchos de los principios que se ofrecen en otras partes de las Escrituras dependen de las ideas básicas que se nos presentan en el libro de Génesis. Dentro del marco narrativo de la Biblia, Génesis nos explica la historia del origen del universo, el cual nos conduce hacia el cautiverio de Israel en Egipto, lo cual hace las veces de trasfondo para el libro del Éxodo.