¿Qué significa Mateo 23?
Comentario del capítulo:
Aparte de la oración introductoria, este pasaje contiene únicamente las palabras de Cristo, tal y como ocurre también en el capítulo 17 de Juan. Esta parte comienza con una temática específica del evangelio de Mateo que llega hasta el comienzo del capítulo 26. En el capítulo anterior, Jesús silenció a los líderes religiosos respondiendo de manera sorprendente a las preguntas que los líderes judíos le habían hecho. Aquí, en el capítulo 23, Jesús comienza a describir la manera en que los fariseos y los escribas no pudieron cumplir con el trabajo que Dios les había encomendado: cuidar y dirigir al pueblo de Dios.

Jesús comenzó reconociendo que los escribas y fariseos tenían cierto nivel de autoridad, y eso era algo legítimo. Ellos estaban sentados, metafóricamente hablando, en "la silla de Moisés". Jesús no le dijo a la gente que se revelara en contra de estos líderes. En cambio, le dijo a Israel que no imitara su hipocresía. Eso dio comienzo a un ataque sistemático acerca de los motivos por los que sus corazones no estaban situados en el lugar correcto, lo cual era a su vez lo que provocaba su ceguera espiritual (Mateo 23: 1–3).

Mucha gente estaba impresionada por las obras religiosas de los fariseos. Sin embargo, Cristo condenó el comportamiento de los escribas y fariseos, ya que lo hacían todo por las razones equivocadas. Su objetivo no era servirle humilde y sinceramente a Dios, sino que querían recibir la aprobación del resto de las personas. Jesús dijo que estos líderes religiosos vivían solamente para recibir el favor de los demás: se lucían llevando sus ropas de manera ostentosa; competían por los asientos más prestigiosos en las fiestas y en el templo; les encantaba que los llamaran por sus títulos oficiales en el mercado, etc. Jesús condenó sin rodeos estas actitudes y les dijo a Sus seguidores que no cometieran esos mismos errores (Mateo 23:4–12).

Entonces, Jesús empieza a pronunciar el juicio de Dios que caería sobre esos hombres, lo cual comunicó a través de siete declaraciones que comienzan con un "ay" con el objetivo de arrojar luz sobre la hipocresía de los fariseos. El término "ay" se mantiene más o menos intacto del griego ouai. Uno puede imaginarse a Jesús moviendo la cabeza mientras decía estas frases.

El primer ay

Jesús dice que los escribas y fariseos eran unos "hipócritas". Este término se deriva del término griego hipokritēs, un término en griego que literalmente se refiere a los actores de teatro: personas que se comportaban de manera artificial, fingida, completamente diferente a lo que pensaban realmente. En este caso, los líderes le decían a la gente que hicieran cosas que ellos mismos no hacían. Este tipo de liderazgo hacía que la puerta de la eternidad se les cerrara en la cara a las personas que los seguían. Los líderes religiosos no irían al cielo, ni tampoco lo harían las personas que los siguieran (Mateo 23:13).

El versículo 14, tal y como aparece en algunas traducciones, no se encuentra en los manuscritos más antiguos de Mateo. En este versículo se repite un sentimiento que Jesús ya expresó en Marcos 12:40 y Lucas 20:47. Lo que Jesús dice es verdad, pero probablemente no estaba originalmente en el texto de Mateo (Mateo 23:14).

El segundo ay

Los líderes religiosos de Israel hicieron un esfuerzo considerable para convencer a las demás personas de sus puntos de vista. Los "prosélitos" a los que se hace referencia aquí podrían haber sido gentiles que se convirtieron al judaísmo, o judíos que se hicieron fariseos. Esos prosélitos también acabarían siendo condenados. Jesús dijo que esas personas eran "dos veces hijos del infierno", ya que estaban tanto siguiendo a falsos maestros como siguiendo una fe falsa (Mateo 23:15).

El tercer ay

Jesús dijo que los fariseos y los escribas era "guías ciegos". Esta es una crítica que él ya había usado antes (Mateo 15:12–14; Juan 9:39–41). La ceguera se usa a menudo en las Escrituras para simbolizar a las personas que rechazan el mensaje de Dios, lo cual provoca que les sea imposible percibir lo que en realidad es verdad a nivel espiritual. En este caso, Cristo se centró en la manera en que hacían promesas para lograr sus propósitos. Lógicamente, al hacer juramentos por cualquiera de los objetos sagrados por los que juraban, eso equivalía a jurar por Dios mismo, quien está en cielo. En cambio, los escribas y fariseos daban a entender que algunos juramentos podían romperse fácilmente, una práctica que Jesús también ya había condenado antes durante Su ministerio (Mateo 5:33–37). Por tanto, intentar crear lagunas en la integridad de uno no solo era algo deshonesto, sino que tampoco tenía mucho sentido (Mateo 23:16–22).

El cuarto ay

Estos líderes religiosos ofrecían el diez por ciento de todas sus cosechas al templo, incluso las hierbas más diminutas. Esto no estaba mal, ya que estaban intentando aplicar la ley de Moisés en todo momento y con todo lo que hacían. Sin embargo, los otros detalles de las enseñanzas de los escribas y fariseos dejaban sin resolver aspectos bastantes importantes de la ley de Dios. Estos líderes judíos eran legalistas, se centraban en tecnicismos y eran bastante literalitas. En lugar de eso, deberían haber puesto el mismo énfasis en cosas como la justicia, la misericordia y la fidelidad. De acuerdo con Jesús, cometer este error era tan absurdo como "colar el mosquito, pero tragarse el camello" (Mateo 23:23–24).

El quinto ay

Los escribas y los fariseos estaban comprometidos con su imagen pública; hacían todo lo posible para "quedar bien" ante los demás. Sin embargo, su estado espiritual era uno lleno de hipocresía y muerte. Esto es como limpiar el exterior de las tazas y los platos dejando el interior totalmente sucio. Haciéndose eco de Sus otras enseñanzas que trataban sobre este mismo tema (Mateo 15:11), Jesús les dijo que primero se limpiaran por dentro y luego limpiaran el exterior (Mateo 23:25–26).

El sexto ay

Usando una segunda analogía aún más gráfica, Jesús contrastó la apariencia exterior de los fariseos y los escribas con la realidad que habitaba en su espíritu interior. Las tumbas en esa época a menudo se cubrían con cal y algunas tenían objetos decorativos. Estos objetos eran atractivos a la vista, pero no cambiaban el hecho de que dentro solo hubiera descomposición y muerte. De la misma manera, los hipócritas del liderazgo religioso de Israel actuaban de manera piadosa para encubrir la hipocresía y la falta de justicia que llevaban en su interior (Mateo 23:27–28).

El séptimo ay

Jesús concluye con Su último "ay" mostrando que los fariseos afirmaban honrar a los profetas de la antigüedad, pero eran tan culpables como sus propios antepasados, quienes los persiguieron y los mataron. La ira de Dios finalmente alcanzó un punto de inflexión. Por eso, Jesús dijo que esta generación de líderes religiosos de Israel sufriría las consecuencias de las muchas personas justas que fueron asesinadas injustamente a lo largo de su historia. En los años posteriores a la crucifixión y la resurrección de Jesús, estas personas continuaron persiguiendo y matando a los discípulos de Jesús (Mateo 23:29–36).

Mateo 23 termina con el lamento de Jesús por Jerusalén. Hablando desde Su perspectiva divina, Jesús se lamentó por el hecho de que él quería proteger a la gente, pero ellos se habían negado a recibir esa protección (Juan 5:39–40). Este momento marca el momento final del ministerio público de Jesús. Los siguientes capítulos contienen únicamente una serie de enseñanzas que Jesús quiso compartir con los discípulos. Por tanto, las oportunidades de escucharlo hablar se habían acabado. Peor aún, la ciudad de Jerusalén pronto sería castigada de una manera terrible en el momento en el que Dios dejara de protegerla (Mateo 24:1–2). La próxima vez que el pueblo de Jerusalén viera a Jesús abiertamente, sería cuando él regresara (Apocalipsis 19:11–15) como Juez y Rey vencedor (Mateo 23:37–39).
Resumen de contexto:
Mateo 23:1–12 comienza presentándonos a Jesús condenando a los líderes religiosos de Israel "los escribas y fariseos". Jesús les advierte a los que le estaban escuchando que no siguieran su ejemplo, ya que no practicaban lo que predicaban. Sus palabras traían cargas pesadas para los demás, pero sus acciones no reflejaban lo que sus bocas decían. De hecho, no hacían ningún esfuerzo a la hora de ayudar a otros a cumplir con esos requisitos. Todo lo que hacían era exhibirse para que los demás los vieran y pensaran lo buenos que eran; llevaban vestimentas extravagantes y símbolos religiosos por todas partes, competían entre ellos para conseguir los asientos más importantes allá por donde iban y se enorgullecían enormemente de sus prestigiosos títulos espirituales.
Mateo 23:13–36 contiene siete condenas que Jesús comparte con los líderes religiosos de Su época. Cada una de estas condenas se introduce con la palabra "ay", una exclamación que sirve para enfatizar el mensaje que venía después. Jesús dice que estos hombres eran "ciegos" e "hipócritas" varias veces. De hecho, cuando convencían a los demás de seguir sus propias creencias, añadían más víctimas al infierno. Ellos seguían las leyes que le añadieron a la ley al más mínimo detalle, pero se olvidaron del significado real de las Escrituras: lo que Dios realmente pensaba sobre la justicia, la misericordia y la fidelidad. Su apariencia externa de rectitud escondía vidas internas llenas de codicia, autocomplacencia, hipocresía y anarquía. Los líderes religiosos de la generación de Jesús pagarían por muchos de las personas justas que fueron asesinadas injustamente en el pasado.
Mateo 23:37–39 contiene un grito de duelo que Jesús compartió debido a la infidelidad y la ruina inminente que iba a caer sobre Jerusalén. Jesús dice que ellos mataron a los profetas y apedrearon a los mensajeros de Dios. Cristo habla desde su perspectiva divina como un miembro de la Trinidad, y expresa el anhelo que Dios mostró, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, a la hora de proteger a los hijos de Jerusalén. Sin embargo, al final acabaron rechazándolo. Jesús se iría de allí y, entonces, el juicio de Dios caería sobre ellos. El ministerio público de Jesús en Jerusalén se había terminado: la ciudad en general no lo volvería a ver hasta que estuvieran listos para comunicar de nuevo las palabras del Salmo 118: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"
Resumen del capítulo:
Después de desmantelar por completo a los escribas, a los fariseos y a los saduceos durante un debate, Jesús condenó aún más a fondo a estos líderes religiosos debido a su hipocresía religiosa. Los líderes religiosos lo hacían todo para demostrar lo justos que eran y para que los demás los vieran. Jesús les presenta el juicio que Dios dejaría caer sobre los escribas y los fariseos en una serie de siete declaraciones que comienzan con la frase "ay de ustedes". En repetidas ocasiones los llama "ciegos" e "hipócritas", y concluye con un lamento por Jerusalén y sus hijos, quienes rechazaron Su protección. El juicio de Dios se estaba acercando.
Contexto del capítulo:
Mateo 23 es el último capítulo en el que Mateo nos describe todas las interacciones que Jesús tuvo en el templo durante la última semana antes de su arresto y crucifixión. Después de silenciar a los líderes religiosos usando parábolas ofreciendo respuestas brillantes (Mateo 21–22), Jesús compartió el juicio que Dios iba a dejar caer sobre los escribas y fariseos a través de una serie de siete "ays" o lamentos. Jesús se lamentó por el juicio que caería sobre Jerusalén debido a que habían rechazado a Dios. Entonces, Jesús abandonó el templo, y reflexionó con tristeza acerca de su inminente destrucción (Mateo 24:1–2). Cuando los discípulos le preguntaron sobre esto, Jesús comenzó a enseñarles detalles sobre lo que ocurriría durante los últimos tiempos en el capítulo 24.
Resumen del libro:
El Evangelio de Mateo nos muestra claramente la influencia judía de Mateo y su deseo de alcanzar a una audiencia específica: los judíos. Mateo era uno de los doce discípulos de Jesús, un hombre judío y ex recaudador de impuestos. Desempeñar esta profesión habría requerido saber escribir y leer bien, y es posible que Mateo transcribiera algunas de las palabras de Jesús tal y como Jesús las dijo. Este libro está lleno de referencias que citan el Antiguo Testamento, para así demostrarle a Israel que Jesús fue y es el Mesías Prometido. Mateo también menciona el uso de monedas durante muchos de los ejemplos que Jesús les enseñó a Sus discípulos, probablemente debido a que fue un recaudador de impuestos antes de hacerse discípulo de Jesús. Mateo registra extensos relatos de las enseñanzas de Jesús, los cuales son mucho más largos que los que aparecen en los otros tres Evangelios.
Accessed 5/13/2024 9:33:58 PM
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