¿Qué significa 1 Corintios 1:17?
Pablo estaba en la posición única de ser un apóstol que había sido enviado directamente por Cristo para completar una misión específica. Cristo envió a Pablo para predicar el evangelio, especialmente a los gentiles (Hechos 9:15; 22:21).Sin embargo, Jesús envió a Pablo a hacer unas cosas, pero no otras. Cristo no le dijo que bautizara a todas las personas que creyeran en el evangelio. Pablo era un evangelista y un misionero, por eso permitió que otros bautizaran a los nuevos creyentes y les enseñaran cosas sobre Cristo y el reino de Dios.
Se pueden entender dos cosas de acuerdo con esta frase. Primero, Pablo nos deja muy claro que el bautismo no es el evangelio. En otras palabras, el bautismo no es necesario para que una persona alcance la salvación. La enseñanza del evangelio que Pablo comparte en sus cartas es muy clara acerca de que la fe en Cristo es el único camino para recibir la gracia de Dios y la salvación eterna del pecado (Efesios 2:8–9).
Segundo, Pablo no está descartando el bautismo como si fuera algo innecesario. Pablo quería que todos los que aceptaran a Cristo fueran bautizados, y Cristo les ordenó a Sus seguidores que hicieran discípulos y bautizaran a todos los que creyeran (Mateo 28:19). El bautismo es un paso de obediencia y una declaración pública que confirma que un creyente le pertenece a Cristo desde ese momento en adelante.
Pablo añade que Cristo no lo había enviado a predicar el evangelio con palabras elocuentes llenas de sabiduría. Predicar de esta manera, dice Pablo, le haría correr el riesgo de vaciar la cruz de Cristo de su poder.
Como escritor, Pablo sí que era bastante elocuente y ciertamente muy sabio en su manera de presentar del evangelio. Una de las cosas que más se valoraban en esa época era la retórica, discursos en los que se utilizaban ciertas palabras y frases con el fin de sorprender a una audiencia y abrumar a un oponente durante un debate sobre un tema determinado. En la actualidad, todavía usamos ese término para hacer referencia al uso de palabras que tienen el fin de provocar respuestas específicas en las personas que las escuchan.
Aunque Pablo era claramente muy hábil a la hora de usar sus palabras, no quería persuadir a nadie a aceptar la fe en Cristo debido a las palabras elocuentes que usara al compartir el evangelio. En cambio, quería presentar el evangelio lo más claramente posible y permitir que sus oyentes se convencieran por el simple hecho de que el Hijo de Dios había muerto para pagar por el castigo por sus propios pecados. Ese poderoso mensaje no necesitaba ser adornado de ninguna manera para que la gente pudiera entenderlo.