¿Qué significa 1 Corintios 1:26?
Pablo ha estado hablado sobre la razón por la que tantas personas inteligentes, bien educadas y reflexivas rechazaron el mensaje del evangelio. Muchas personas brillantes y racionales retroceden ante la sugerencia de que el Hijo de Dios pudiera haber sido crucificado en una cruz romana para pagar el precio del pecado humano. Desde su perspectiva, tal dios sería un dios tonto y débil. Por lo tanto, cualquiera que llegara a creer que eso era cierto, por extensión, también se consideraría como una persona tonta y débil.Pablo les pide a los cristianos de Corinto que piensen en las personas de su congregación. Pablo quiere que evalúen a las personas a las que Dios llamó para que creyeran en Jesús. ¿Qué piensan de ellos mismos? En realidad, Pablo no les responde de una manera muy halagadora que digamos. Muchos de ellos no eran sabios según los estándares humanos. En otras palabras, no tenían muchos doctorados, ni eran académicos u oradores hábiles que pudieran debatir con elocuencia.
Además, muchos de los cristianos de Corinto eran pobres y no tenían autoridad alguna: no dirigían a ningún ejército ni tampoco dirigían grandes corporaciones. De hecho, tampoco poseían una riqueza extraordinaria que les permitiera poder controlar a otras personas.
Finalmente, tampoco había muchos cristianos en Corinto que hubieran nacido en una familia noble. En un sistema social tan segregado como el de la época de Pablo, nacer en la familia correcta traía consigo un privilegio y un estatus increíbles. En realidad, esos privilegios no se podían ni ganar ni perder en la mayoría de las ocasiones. Las personas que pertenecían a la nobleza en su mayoría no creían en Cristo, ni tampoco se unieron a la iglesia de Corinto.
Durante los siguientes versículos, Pablo comienza a describir a las personas que sí estaban en Cristo tanto en Corinto como en el resto del mundo antiguo. Pablo no está intentando decir que aprender cosas sea algo malo, ya que la Biblia nos anima continuamente a buscar la sabiduría y la razón (Hechos 17:11; 1 Pedro 3:15; Colosenses 2:8). Más bien, Pablo está señalando que en realidad hay una enorme diferencia entre simplemente entender el evangelio y aceptarlo (Santiago 2:19).