¿Qué significa 1 Corintios 10:25?
Los últimos capítulos han tratado sobre un tema que a los lectores modernos les podría parecer un detalle sin importancia: ¿está bien que los cristianos de Corinto comieran carne u otros alimentos que se les hubiera ofrecido a los ídolos? Los que los cristianos de Corinto decían era que los ídolos no eran reales, por lo tanto, no importaba si comían o no comían, lo cual no es del todo irrazonable. Además, la comida era solo eso, comida, nada más. Entonces, ¿por qué no debería un cristiano que tenga fe en el Dios único y verdadero comer alimentos que se les haya ofrecido a ídolos que en realidad no existen? Pablo estuvo de acuerdo con la premisa de que los ídolos mismos no existen, e incluso que no hay nada intrínsecamente malo en la comida física (1 Corintios 8:4–7).Sin embargo, Pablo no estaba de acuerdo con ellos en lo que se refería a dos ideas específicas. Primero, no todos los creyentes tienen una fe fuerte y madura. Algunos podrían tener dificultades a la hora de darse cuenta de que los ídolos no existían. Quizás también podrían preguntarse si Dios los iba a juzgar por haber comido alimentos que se les hubiera ofrecido a los ídolos. Para estos cristianos, el hecho de transgredir sus propias convicciones era lo mismo que cometer un pecado (Romanos 14:23). Los cristianos más fuertes tienen la obligación de no inducir a los hermanos y hermanas "más débiles" a que cometan ese pecado mientras ellos y ellas sí coman de cualquier tipo de comida. En su lugar, pueden enseñarles con amor y paciencia a través del discipulado para que desarrollen la madurez necesaria para pensar en los ídolos tal y como lo hacen los hermanos de la fe que son más maduros a nivel espiritual. Sin embargo, no deben hacer alarde de su libertad frente a los que no estén tan preparados (1 Corintios 8:8–13). En el capítulo 9, Pablo nos ofreció un argumento extenso acerca de la razón por la que la autodisciplina, incluyendo el hecho de renunciar a las cosas a las que uno tiene "derecho", es una parte esencial del proceso de discipulado.
El segundo problema era que, aunque los ídolos eran falsos, los demonios están detrás de cualquier tipo de idolatría. Por tanto, ningún cristiano debería asociarse a sabiendas con demonios (1 Corintios 10:14–22).
Con esos argumentos en mente, Pablo ofrece su veredicto final sobre este tema ofreciéndoles un conjunto de pautas específicas. La primera es esta: compra tu carne en el mercado y cómetela con la conciencia tranquila. Seguramente, algunos le habían preguntado acerca de este tema porque mucha de la carne que se vendía en el mercado se les ofrecía a los ídolos. Pablo anima a los cristianos corintios a que no se hagan preguntas sobre eso y a comerse la carne que compraban en el mercado sin sentir ningún tipo de remordimiento. La carne física, en sí misma, no era el problema en esta situación.