¿Qué significa 1 Corintios 11:7?
Pablo no tenía ningún problema con el hecho de que tanto los hombres como las mujeres oraran y profetizaran en los servicios de la iglesia de Corinto. Sin embargo, Pablo sí tenía un problema con las apariencias, específicamente la ropa y cómo se cubrían la cabeza, y lo que eso implicaba en esa cultura. Basándose en la abrumadora percepción cultural de lo que significaba en esa época llevar la cabeza cubierta o descubierta, Pablo les ofrece algunas pautas de conducta tanto a los hombres como a las mujeres en este pasaje.Los hombres corintios no debían cubrirse la cabeza, ni tampoco debían ponerse las túnicas sobre la cabeza tal y como lo hacían los romanos cuando adoraban a los dioses paganos. Sin embargo, las mujeres debían cubrirse la cabeza, tal y como aparentemente era la costumbre de la época para todas las mujeres que caminaban o estaban público. En esa época y en el caso de las mujeres, llevar la cabeza descubierta era lo mismo que si hoy en día camináramos por la calle con un traje de baño enseñándolo casi todo.
Ahora Pablo comienza a explicar la razón por la que esto era importante. Pablo dice que los hombres son la imagen y la gloria de Dios. Pablo parece estar citando Génesis 1:26: "entonces dijo Dios: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza!". Dios formó al hombre del polvo de la tierra a Su propia imagen, para convertirse, desde ese momento, en el gloria de la creación de Dios. La mujer, en general, es la gloria del hombre. Pablo explicará en el siguiente versículo que esto se debía a que Eva salió del hombre, específicamente de la costilla de Adán, cuando Dios decidió crearla.
Gracias a otros pasajes que aparecen en las Escrituras, sabemos que la intención de Pablo aquí no es menospreciar el valor de las mujeres. La idea principal de Pablo es que lo cristianos tengan en cuenta las consecuencias que vienen de aprovecharnos de nuestras "libertades" sin tener cuidado de no convertirnos en una piedra de tropiezo para los demás. Además de eso, también podríamos deshonrar a nuestra "cabeza", tanto espiritual como socialmente, si no tenemos cuidado.