¿Qué significa 1 Corintios 4:3?
Pablo se ha descrito a sí mismo y a otros maestros cristianos que llegaron a ministrar a los corintios como si hubieran sido administradores de los misterios que Dios les había revelado. Entre otras cosas, eran administradores del mensaje del evangelio. Pablo ha estado animando a los cristianos de Corinto a permanecer unidos a la hora de seguir a Cristo en lugar de discutir sobre a qué maestro cristiano deberían jurarle su lealtad.El papel de un administrador, alguien a quien se le encomienda el trabajo de administrar la propiedad de su amo, es un trabajo importante. Los administradores deben ser personas fieles con una gran integridad que trabajen con excelencia y honestidad.
Pablo es consciente de que los corintios y muchas otras personas estaban juzgando la valía de Pablo, Apolos, Pedro y otros ministros para saber si estaban siéndoles fieles al evangelio y a Dios. Ahora, Pablo se encoge de hombros ante tal juicio, y dice que en realidad no le importaba.
Pablo no estaba diciendo que, debido a que era un apóstol, el juicio de los demás no le importaba, sino que él mismo nos aclarará en los siguientes versículos que los juicios de los demás no le importaban porque esas personas no eran los verdaderos jueces. El Señor será quien lo juzgará, y no sirve de mucho ponerse a especular sobre cuál será ese juicio antes de que llegue el momento.
Pablo añade que ni siquiera estaba cualificado para juzgarse a sí mismo. ¿Quién sabría mejor los motivos de Pablo mejor que el propio Pablo? Si no podía juzgarse adecuadamente a sí mismo, ¿por qué debería preocuparse por las opiniones de los demás? Eso no significa que Pablo esté afirmando ser perfecto, tal y como nos lo mostrará el siguiente versículo.
1 Corintios 4:1–13 comienza con Pablo insistiendo en que no le preocupaba lo que otros pensaran de él o de la manera que lo juzgaran. El Señor es quien lo juzgará, y eso es lo que verdaderamente importa. Los corintios se habían vuelto un poco arrogantes en su manera de juzgar, y se olvidaron de que todas las cosas buenas que tenían eran un regalo. Todos los corintios estaban bien a nivel económico y estatus social, pero Pablo y los otros apóstoles vivían en la pobreza y bajo persecución, y eran considerados escoria por el mundo. Aun así, imitaron a Jesús bendiciendo a quienes los maltrataban y continuaron sirviendo a Cristo sin importar lo que les ocurriera.
Pablo continúa demostrando la razón por la que los cristianos de Corinto no deberían dividirse por el hecho de a qué maestro siguieran. De hecho, el Señor es el único que puede juzgar a Sus siervos, incluido Pablo. Al hacerse jueces, estaban actuando como si tuvieran todo lo que necesitaban, y lo hacían con orgullo, un orgullo que procedía tanto de su reputación como de su estatus. En cambio, los apóstoles vivían para Cristo en la pobreza y bajo persecución. Pablo escribe como si un padre les estuviera escribiendo a sus niños pequeños, y los anima a cambiar de rumbo e imitar su vida. "¿Qué prefieren ustedes? ¿Que los visite con una vara, o con amor y con un espíritu apacible?"