¿Qué significa 1 Corintios 6:10?
Pablo continúa enumerando ejemplos de pecados comunes que ocurrían en esa época, pero al mismo tiempo eran pecados que no deberían haber estado presentes en la vida de aquellos que eran creyentes que habían nacido de nuevo. Específicamente, Pablo estaba describiendo a las personas etiquetándolas con los pecados que cometían frecuentemente. El versículo anterior habló de varios pecados sexuales tales como el adulterio, la homosexualidad y la idolatría.La lista también incluye a los ladrones, a los codiciosos, a los que se emborrachan regularmente, a los que insultan a los demás y a los estafadores. Es importante señalar que Pablo no está colocando estos pecados en orden de seriedad. Por lo tanto, ser codicioso o un borracho es tan serio como practicar la homosexualidad o adorar ídolos. Todos estos pecados se daban con frecuencia en los días de Pablo, y Pablo quería asegurarse de que no ocurrieran dentro de la iglesia.
Pablo repite de nuevo lo que ya dijo durante el último versículo: estas personas no heredarán el reino de Dios. Sin embargo, estos pecados no son imperdonables; por el contrario, el siguiente versículo nos dice que muchos de los cristianos de Corinto habían formado parte de este tipo de estilos de vida, pero al final los dejaron a atrás gracias a Cristo. Lo importante aquí es que tales acciones van en contra de la naturaleza de Dios. Las personas que cometen este tipo de pecados a diario demuestran que no forman parte de la familia Dios. Esa es la manera de identificar a las personas que no creen.
Entonces, ¿quién heredará el reino de Dios? Sólo los hijos de Dios. ¿Quiénes son los hijos de Dios? Las personas que se acercan a Dios a través de la fe en Cristo, a quienes Dios declara justos a pesar de sus prácticas pecaminosas (Juan 1:12; Romanos 3:21–26).
La Biblia nos aclara, en el siguiente versículo, que estas etiquetas —homosexual, borracho, ladrón, adúltero, idólatra, estafador— desaparecen de las personas que llegan a la fe en Cristo. En realidad, nacer de nuevo significa recibir una nueva identidad (Juan 3:3). Como creyentes, ya no se nos "identifica" como personas corruptas, ni tampoco nos identifican los pecados que cometimos en el pasado. Por eso, Pablo anima a los corintios a dejar de practicar cualquiera de esos pecados.