¿Qué significa 1 Corintios 6:11?
Pablo ha enumerado múltiples ejemplos de estilos de vida que son pecaminosos, y ha dicho que las personas que los practiquen no podrán heredar el reino de Dios. Entre esos pecados, se incluyen a las personas que son inmorales a nivel sexual, los idólatras, los adúlteros, los que practican la homosexualidad, los ladrones, los codiciosos, los borrachos, los maldicientes (las personas que insultan a otras mientras están enojados) y los estafadores que engañan a la gente con dinero. Este versículo nos deja claro que, al mismo tiempo, todos estos pecados pueden ser perdonados. En cambio, las personas que cometen estos pecados continuamente están demostrando que han rechazado profundamente a Dios y no quieren saber nada de Él.Entonces, Pablo les dice algo increíble a los creyentes en Corinto: algunos de ellos habían sido así. Por eso, en ese estado, no se merecían heredar el reino de Dios y compartir Su gloria para siempre. En verdad, esto es exactamente lo que nos ocurre a todos: quizás nuestros pecados no son los mismos, pero sabemos que todo pecado nos aleja de gloria de Dios (Romanos 3:23). Estábamos muertos en nuestros pecados y, por naturaleza, la ira eterna de Dios yacía sobre nosotros (Efesios 2:3).
Es en este momento cuando Pablo comienza a centrarse en cosas más positivas. Para los creyentes de Corinto, como para todos los cristianos, algo cambió radicalmente en el momento en que nos acercamos a Dios por medio de la fe en Cristo. Dios nos justificó y nos recibió en Su familia, y ahora Dios nos considera como Sus hijos; Dios nos hizo herederos de Su gloria (Romanos 3:21–26).
Por otro lado, el pecado sí define la vida y la naturaleza del no creyente, no la vida de una persona cristiana que supuestamente haya nacido de nuevo (Juan 3:3). Primero, fuimos lavados. En una carta a Tito, Pablo se refirió a esto así: "el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" (Tito 3:5). De esta manera, ya no estamos manchados con esos pecados.
Segundo, fuimos santificados, apartados del resto de la humanidad pecadora para cumplir los propósitos de Dios, ya pertenecemos a su familia. Pablo comenzó esta carta describiendo a los cristianos en Corinto de esta manera (1 Corintios 1:2).
Finalmente, fuimos justificados en el nombre del Señor Jesucristo. Eso representa algo más que una simple declaración de "no culpable", sino que representa un cambio de identidad. En lugar de ser "injustos por haber sido ladrones", somos "justos porque estamos en Cristo Jesús".
Todos y cada uno de esos pecados pueden ser perdonados. En los versículos 9 y 10, Pablo no dijo en ningún momento que Cristo no pudiera perdonar esos pecados. De hecho, no es que estemos obligados a intentar dejar de pecar para llegar a ser como Cristo. Dios ha dicho que los creyentes estamos en Cristo, y esa es la razón por la que debemos dejar de pecar y comenzar a vivir como Él lo hizo.
1 Corintios 6:1–11 habla sobre los cristianos de Corinto que se estaban demandando los unos a los otros ante tribunales seculares por casos pequeños. Los creyentes algún día juzgarán al mundo y a los ángeles, por eso deberían poder juzgar las pequeñas disputas que pudieran surgir entre ellos. De hecho, sería mejor que un creyente fuera defraudado que pedirles a los incrédulos que resolvieran una disputa que pudiera haber surgido entre dos personas que sean hermanos en Cristo. Después de todo, los incrédulos no heredarán el reino de Dios debido a sus pecados y el hecho de no haber confiado en Cristo para alcanzar la salvación. Sin embargo, el sacrifico de Cristo limpia a los cristianos de esos pecados y su fe en Jesús les permite formar parte de la familia de Dios. Pablo también les recuerda algo importantísimo: no hay pecado que esté más allá del poder del perdón de Cristo.
En 1 Corintios 6 Pablo continúa hablando sobre los problemas que había con los cristianos de Corinto dentro de la iglesia. Primero, Pablo habló sobre la inmoralidad sexual, y ahora Pablo comienza a hablar sobre el hecho de que al menos uno de ellos había demandado a otro miembro de la iglesia ante un tribunal civil secular debido a que hubo algún desacuerdo entre ellos. En lugar de demandarse unos a otros ante tribunales formados por incrédulos, deberían resolver los casos pequeños dentro de la iglesia. Pablo los anima a vivir de acuerdo con sus nuevas identidades en Cristo en lugar de vivir de acuerdo con los estándares de inmoralidad sexual de su propia cultura. Este tema sirve como preámbulo del matrimonio, un sujeto sobre el que Pablo también compartirá algunas ideas durante el capítulo 7.