Capítulo
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1 Corintios 7:5

LBLA No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio.
NBLA No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio.
NVI No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y solo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio.
RV1960 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.
JBS No os defraudéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en ayuno y oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

¿Qué significa 1 Corintios 7:5?

Pablo continúa revelándonos la voluntad que Dios siempre tuvo para el sexo dentro de un matrimonio cristiano. Uno de los propósitos del matrimonio es tener relaciones sexuales que estén basadas en el respeto y la sumisión para vencer la tentación de participar en cualquier tipo de inmoralidad sexual que pudiera surgir fuera del matrimonio.

Con ese fin, tanto el esposo como la esposa deben estar ligados el uno al otro, como parte de su compromiso mutuo, y deben estar sexualmente disponibles el uno para el otro. La conexión que existe entre el hombre y la mujer en un matrimonio cristiano es algo tan íntimo que los dos se deben someter el uno al otro, y es una autoridad compartida entre los dos cónyuges. Este versículo expresa esta idea como si fuera mandamiento, no como si fuera una sugerencia.

Dado que el amor se define por el sacrificio propio (Efesios 5:25), eso no le da a ninguno de los cónyuges ningún tipo de justificación para "forzar" a la otra persona en ningún momento. Sin embargo, tampoco justifica el hecho de negarle el sexo por completo a nuestro cónyuge. Tanto los esposos como las esposas están bajo mandamiento, y esta manera de servirse recíprocamente debe reflejar el amor abnegado de Cristo. Esto quiere decir que nuestros cónyuges deben ir primero. Pablo no nos da detalles al respecto. En cambio, se centra en el hecho de que ambas partes deben estar motivadas tanto por el amor como por el respeto mutuo.

Sin embargo, la excepción que Pablo nos ofrece aquí implica que hay una regla subyacente: la intención es que la unión sexual ocurra regularmente. Pablo permite que, de mutuo acuerdo, el sexo pase a un segundo plano en el caso de que el esposo y la esposa quieran orar por un tiempo. Sin embargo, no significa que una persona no pueda dedicarse a la oración el mismo día que tenga relaciones sexuales con su cónyuge. En cambio, Pablo parece estar hablando de un período de tiempo y devoción especial dedicado a la oración, quizás durante un tiempo de ayuno.

No obstante, una vez concluido ese tiempo, la actividad sexual debe reanudarse. Pablo parece suponer que los seres humanos que experimentan un fuerte deseo sexual acabarán luchando contra todo tipo de tentaciones después de un tiempo. Además, Pablo también dice que Satanás se aprovecha de esos momentos para tentar a los cristianos con el pecado sexual. Lo más parecido a una "regla" que se puede discernir aquí es que parece ser que el sexo entre cónyuges debería ocurrir con una frecuencia que haya sido previamente acordada por ambos cónyuges.
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