Capítulo
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Verso

1 Corintios capitulo 9

La Biblia de las Américas

3Mi defensa contra los que me examinan es ésta: 4¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber ? 5¿Acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una esposa creyente, así como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas ? 6¿O acaso sólo Bernabé y yo no tenemos el derecho a no trabajar? 7¿Quién ha servido alguna vez como soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto ? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe de la leche del rebaño? 8¿Acaso digo esto según el juicio humano ? ¿No dice también la ley esto mismo? 9Pues en la ley de Moisés está escrito: NO PONDRAS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA. ¿Acaso le preocupan a Dios los bueyes ? 10¿O lo dice especialmente por nosotros? Sí, se escribió por nosotros, porque el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla debe trillar con la esperanza de recibir de la cosecha. 11Si en vosotros sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de vosotros cosechemos lo material ? 12Si otros tienen este derecho sobre vosotros, ¿no lo tenemos aún más nosotros? Sin embargo, no hemos usado este derecho, sino que sufrimos todo para no causar estorbo al evangelio de Cristo. 13¿No sabéis que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte ? 14Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio. 15Mas yo de nada de esto me he aprovechado. Y no escribo esto para que así se haga conmigo; porque mejor me fuera morir, que permitir que alguno me prive de esta gloria. 16Porque si predico el evangelio, no tengo nada de qué gloriarme, pues estoy bajo el deber de hacerlo; pues ¡ay de mí si no predico el evangelio ! 17Porque si hago esto voluntariamente, tengo recompensa ; pero si lo hago en contra de mi voluntad, un encargo se me ha confiado. 18¿Cuál es, entonces, mi recompensa ? Que al predicar el evangelio, pueda ofrecerlo gratuitamente sin hacer pleno uso de mi derecho en el evangelio.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

1¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Cristo el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? 2Si a los otros no soy apóstol, a vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. 3Esta es mi respuesta a los que me preguntan: 4Qué, ¿no tenemos potestad de comer y de beber? 5¿No tenemos potestad de traer con nosotros una hermana para mujer también como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 6¿O sólo yo y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar? 7¿Quién jamás peleó a sus expensas? ¿Quién planta viña, y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el ganado, y no come de la leche del ganado? 8¿Digo esto solamente según los hombres? ¿No dice esto también la ley? 9Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes? 10¿O lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros está escrito; porque con esperanza ha de arar el que ara; y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto trilla. 11Si nosotros os sembramos lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 12Si otros tienen en vosotros esta potestad, ¿por qué no nosotros? Mas no usamos de esta potestad; antes lo sufrimos todo, para no dar alguna interrupción al curso del Evangelio del Cristo. 13¿No sabéis que los que obran en lo sagrado, comen del santuario; y que los que sirven al altar, del altar participan? 14Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio. 15Mas yo de nada de esto me aproveché; ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque tengo por mejor morir, antes que nadie haga vana ésta mi gloria. 16Pues bien que anuncio el Evangelio, no tengo por qué gloriarme porque me es impuesta obligación; porque ¡ay de mí si no anunciare el Evangelio! 17Por lo cual, si lo hago de voluntad, premio tendré; mas si por fuerza, la comisión me ha sido encargada. 18¿Qué premio, pues, tendré? Que predicando el Evangelio, ponga el Evangelio del Cristo de balde, por no usar mal de mi potestad en el Evangelio. 19Por lo cual, siendo libre para con todos, me he hecho siervo de todos para ganar a más. 20Y soy hecho a los judíos como judío, por ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley, como sujeto a la ley, por ganar a los que están sujetos a la ley; 21a los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, (no estando yo sin ley de Dios, sino en la ley de Cristo,) por ganar a los que estaban sin ley. 22Soy hecho a los débiles como débil, por ganar a los débiles; a todos soy hecho todo, por hacer salvos a todos. 23Y esto hago por causa del Evangelio, por hacerme juntamente participante de él. 24¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred pues de tal manera que lo toméis. 25Y todo aquel que lucha, en todo demuestra templanza; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, una incorruptible. 26Así que, yo de esta manera corro, no como a cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire; 27antes sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; para que predicando a los otros, no me haga yo reprobado.

¿Qué significa 1 Corintios capitulo 9?

Después de presentarles un caso firme para defender que las personas que ministran en nombre de Cristo tienen derecho a que se les ayude financieramente, especialmente las personas a las que sirven, Pablo entra en detalles sobre el por qué se negó a recibir ese beneficio de los corintios. Pablo está comunicando una idea más general con todo esto: los cristianos de Corinto que tenían conciencias más fuertes en su fe cristiana deberían estar dispuestos a renunciar a su derecho a comer alimentos que se les hubieran ofrecidos a los ídolos por el bien de aquellos que eran más débiles en su fe. Es cierto que los que están en Cristo son libres de comer cualquier tipo de carne. Los ídolos son falsos y no tienen ningún poder real. Al mismo tiempo, Pablo está diciéndoles a los corintios que es mejor dejar de lado un derecho personal en lugar de hacer que otros pequen.

Para mostrar que él estaba haciendo lo mismo, Pablo comienza a demostrar que tenía ciertos derechos como apóstol, incluido el derecho de pedirles que lo apoyaran económicamente. Esto es especialmente cierto en el caso de la iglesia de Corinto, ya que él fue quien la fundó. Pablo dice que los cristianos de Corinto llevaban el sello de su apostolado (1 Corintios 9:1–2).

Pablo enumera algunos de los derechos que tenía como apóstol: comida, bebida y ser acompañado por una esposa tal y como lo hacían los otros apóstoles. En cambio, él y Bernabé trabajaban para apoyar su trabajo ministerial. ¿Por qué no se merecería ser apoyado por los corintios, tal y como apoyaron al resto de los líderes espirituales que los ministraron? Pablo ofrece algunos ejemplos para demostrar lo que estaba diciendo: los soldados no pagan por su propia comida. Los agricultores se alimentan de sus cultivos. Incluso la ley de Moisés instruía a los granjeros a no impedir que los bueyes que se usaban para arar el campo se comieran el grano mientras trabajaban. Las personas que trabajaban en los templos judíos y los paganos también compartían la comida que se ofrecía en el altar. El mandamiento claro del Señor es que los que siembran la semilla espiritual entre un pueblo deben cosechar de él algún sustento material (1 Corintios 9:3–14).

Sin embargo, Pablo deja claro que él y Bernabé rechazaron recibirlo. Pablo no está pidiéndoles dinero a los corintios, ya que no quería que nada se interpusiera en el camino de las personas a la hora de creer en el evangelio de Cristo. De hecho, preferiría morirse antes que no poder jactarse de que predicaba el evangelio de forma gratuita. En realidad, no se jactaba de predicar el evangelio en sí mismo. Pablo creía que no tenía otra opción, tal y como ocurre con un esclavo al que se le ha confiado un trabajo importante. Pablo tenía que llevarlo a cabo el trabajo que Dios le había encomendado hacer. Pablo podía jactarse, con alegría, no con arrogancia, de que no les estaba pidiendo dinero a las personas a las que servía, aunque sí tenía el derecho a hacerlo (1 Corintios 9:15–18).

De hecho, continúa Pablo, todo esto limitaba sus libertades de muchas otras maneras. Participaba en la vida religiosa judía con la esperanza de que los judíos seguidores llegaran a la fe en Cristo. Sin embargo, como una persona libre en Cristo, también vivía como una persona que no estaba bajo la ley para ganarse a los gentiles que no estaban bajo la ley. Incluso se volvía "débil", en cierto sentido, por causa de los débiles (1 Corintios 9:19–23).

Pablo se compara a sí mismo con un atleta que está entrenando para competir en los juegos de aquella época. En realidad, nosotros no competimos por alcanzar la salvación, sino por una corona eterna que nos guiará hacia el momento en el que Cristo le dará su reconocimiento a las personas que se hayan salvado. Por eso, Pablo dejó de lado sus libertades y practicó el dominio propio. De esta manera, esperaba recibir este premio y no ser descalificado por su egoísmo pecaminoso antes de llegar al final de su vida (1 Corintios 9:24–27).
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