¿Qué significa 1 Corintios capitulo 9?
Después de presentarles un caso firme para defender que las personas que ministran en nombre de Cristo tienen derecho a que se les ayude financieramente, especialmente las personas a las que sirven, Pablo entra en detalles sobre el por qué se negó a recibir ese beneficio de los corintios. Pablo está comunicando una idea más general con todo esto: los cristianos de Corinto que tenían conciencias más fuertes en su fe cristiana deberían estar dispuestos a renunciar a su derecho a comer alimentos que se les hubieran ofrecidos a los ídolos por el bien de aquellos que eran más débiles en su fe. Es cierto que los que están en Cristo son libres de comer cualquier tipo de carne. Los ídolos son falsos y no tienen ningún poder real. Al mismo tiempo, Pablo está diciéndoles a los corintios que es mejor dejar de lado un derecho personal en lugar de hacer que otros pequen.Para mostrar que él estaba haciendo lo mismo, Pablo comienza a demostrar que tenía ciertos derechos como apóstol, incluido el derecho de pedirles que lo apoyaran económicamente. Esto es especialmente cierto en el caso de la iglesia de Corinto, ya que él fue quien la fundó. Pablo dice que los cristianos de Corinto llevaban el sello de su apostolado (1 Corintios 9:1–2).
Pablo enumera algunos de los derechos que tenía como apóstol: comida, bebida y ser acompañado por una esposa tal y como lo hacían los otros apóstoles. En cambio, él y Bernabé trabajaban para apoyar su trabajo ministerial. ¿Por qué no se merecería ser apoyado por los corintios, tal y como apoyaron al resto de los líderes espirituales que los ministraron? Pablo ofrece algunos ejemplos para demostrar lo que estaba diciendo: los soldados no pagan por su propia comida. Los agricultores se alimentan de sus cultivos. Incluso la ley de Moisés instruía a los granjeros a no impedir que los bueyes que se usaban para arar el campo se comieran el grano mientras trabajaban. Las personas que trabajaban en los templos judíos y los paganos también compartían la comida que se ofrecía en el altar. El mandamiento claro del Señor es que los que siembran la semilla espiritual entre un pueblo deben cosechar de él algún sustento material (1 Corintios 9:3–14).
Sin embargo, Pablo deja claro que él y Bernabé rechazaron recibirlo. Pablo no está pidiéndoles dinero a los corintios, ya que no quería que nada se interpusiera en el camino de las personas a la hora de creer en el evangelio de Cristo. De hecho, preferiría morirse antes que no poder jactarse de que predicaba el evangelio de forma gratuita. En realidad, no se jactaba de predicar el evangelio en sí mismo. Pablo creía que no tenía otra opción, tal y como ocurre con un esclavo al que se le ha confiado un trabajo importante. Pablo tenía que llevarlo a cabo el trabajo que Dios le había encomendado hacer. Pablo podía jactarse, con alegría, no con arrogancia, de que no les estaba pidiendo dinero a las personas a las que servía, aunque sí tenía el derecho a hacerlo (1 Corintios 9:15–18).
De hecho, continúa Pablo, todo esto limitaba sus libertades de muchas otras maneras. Participaba en la vida religiosa judía con la esperanza de que los judíos seguidores llegaran a la fe en Cristo. Sin embargo, como una persona libre en Cristo, también vivía como una persona que no estaba bajo la ley para ganarse a los gentiles que no estaban bajo la ley. Incluso se volvía "débil", en cierto sentido, por causa de los débiles (1 Corintios 9:19–23).
Pablo se compara a sí mismo con un atleta que está entrenando para competir en los juegos de aquella época. En realidad, nosotros no competimos por alcanzar la salvación, sino por una corona eterna que nos guiará hacia el momento en el que Cristo le dará su reconocimiento a las personas que se hayan salvado. Por eso, Pablo dejó de lado sus libertades y practicó el dominio propio. De esta manera, esperaba recibir este premio y no ser descalificado por su egoísmo pecaminoso antes de llegar al final de su vida (1 Corintios 9:24–27).