1 Samuel capitulo 2
La Biblia de las Américas
1Entonces Ana oró y dijo : Mi corazón se regocija en el SEÑOR, mi fortaleza en el SEÑOR se exalta ; mi boca sin temor habla contra mis enemigos, por cuanto me regocijo en tu salvación. 2No hay santo como el SEÑOR ; en verdad, no hay otro fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios. 3No os jactéis más con tanto orgullo, no salga la arrogancia de vuestra boca ; porque el SEÑOR es Dios de sabiduría, y por El son pesadas las acciones. 4Quebrados son los arcos de los fuertes, pero los débiles se ciñen de poder. 5Los que estaban saciados se alquilan por pan, y dejan de tener hambre los que estaban hambrientos. Aun la estéril da a luz a siete, mas la que tiene muchos hijos languidece. 6El SEÑOR da muerte y da vida ; hace bajar al Seol y hace subir. 7El SEÑOR empobrece y enriquece ; humilla y también exalta. 8Levanta del polvo al pobre, del muladar levanta al necesitado para hacerlos sentar con los príncipes, y heredar un sitio de honor; pues las columnas de la tierra son del SEÑOR, y sobre ellas ha colocado el mundo. 9El guarda los pies de sus santos, mas los malvados son acallados en tinieblas, pues no por la fuerza ha de prevalecer el hombre. 10Los que contienden con el SEÑOR serán quebrantados, El tronará desde los cielos contra ellos. El SEÑOR juzgará los confines de la tierra, a su rey dará fortaleza, y ensalzará el poder de su ungido.
12Los hijos de Elí eran hombres indignos ; no conocían al SEÑOR 13ni la costumbre de los sacerdotes con el pueblo: cuando algún hombre ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote con un tenedor de tres dientes en su mano mientras se cocía la carne, 14lo introducía en la cazuela, la olla, la caldera o el caldero, y todo lo que el tenedor sacaba, lo tomaba el sacerdote para sí. Así hacían en Silo con todos los israelitas que allí iban. 15Asimismo, antes de quemar la grosura, el criado del sacerdote venía y decía al hombre que ofrecía sacrificio: Da al sacerdote carne para asar, pues no aceptará de ti carne cocida, sino solamente cruda. 16Y si el hombre le decía: Ciertamente deben quemar primero la grosura y después toma todo lo que quieras ; él respondía: No, sino que me la darás ahora, y si no la tomaré por la fuerza. 17El pecado de los jóvenes era muy grande delante del SEÑOR, porque los hombres menospreciaban la ofrenda del SEÑOR.
18Samuel siendo niño, ministraba delante del SEÑOR, usando un efod de lino. 19Su madre le hacía una túnica pequeña cada año, y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. 20Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer, y decía : Que el SEÑOR te dé hijos de esta mujer en lugar del que ella dedicó al SEÑOR. Y regresaban a su casa. 21Y el SEÑOR visitó a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante del SEÑOR.
22Elí era ya muy anciano; oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión, 23y les dijo: ¿Por qué hacéis estas cosas, las cosas malas de que oigo hablar a todo este pueblo? 24No, hijos míos; porque no es bueno el informe que oigo circular por el pueblo del SEÑOR. 25Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él ; pero si un hombre peca contra el SEÑOR, ¿quién intercederá por él ? Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el SEÑOR quería que murieran. 26Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con el SEÑOR y para con los hombres.
27Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: Así dice el SEÑOR: “¿No me revelé ciertamente a la casa de tu padre cuando ellos estaban en Egipto, esclavos de la casa de Faraón? 28“¿No los escogí de entre todas las tribus de Israel para ser mis sacerdotes, para subir a mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de mí ? ¿No di a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los hijos de Israel ? 29“¿Por qué pisoteáis mi sacrificio y mi ofrenda que he ordenado en mi morada, y honras a tus hijos más que a mí, engordándoos con lo mejor de cada ofrenda de mi pueblo Israel?” 30Por tanto, el SEÑOR, Dios de Israel, declara: “Ciertamente yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí para siempre ”; pero ahora el SEÑOR declara: “Lejos esté esto de mí, porque yo honraré a los que me honran, y los que me menosprecian serán tenidos en poco. 31“He aquí, vienen días cuando cortaré tu fuerza, y la fuerza de la casa de tu padre, y no habrá anciano en tu casa. 32“Y verás la angustia de mi morada, a pesar de todo el bien que hago a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa. 33“Sin embargo, a algunos de los tuyos no cortaré de mi altar para que tus ojos se consuman llorando y tu alma sufra ; pero todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la juventud. 34“Y para ti, ésta será la señal que vendrá en cuanto a tus dos hijos, Ofni y Finees: en el mismo día morirán los dos. 35“Pero levantaré para mí un sacerdote fiel que hará conforme a los deseos de mi corazón y de mi alma ; y le edificaré una casa duradera, y él andará siempre delante de mi ungido. 36“Y acontecerá que todo aquel que haya quedado de tu casa vendrá y se postrará ante él por una moneda de plata o una torta de pan, y dirá: ‘Asígname a uno de los oficios sacerdotales para que pueda comer un bocado de pan.’”
Nueva Biblia de las Américas
1Entonces Ana oró y dijo: “Mi corazón se regocija en el SEÑOR, Mi fortaleza en el SEÑOR se exalta; Mi boca habla sin temor contra mis enemigos, Por cuanto me regocijo en Tu salvación. 2No hay santo como el SEÑOR; En verdad, no hay otro fuera de Ti, Ni hay roca como nuestro Dios. 3No se jacten más ustedes con tanto orgullo, No salga la arrogancia de su boca. Porque el SEÑOR es Dios de sabiduría, Y por El son pesadas las acciones. 4Quebrados son los arcos de los fuertes, Pero los débiles se ciñen de poder. 5Los que estaban saciados se alquilan por pan, Y dejan de tener hambre los que estaban hambrientos. Aun la estéril da a luz a siete, Pero la que tiene muchos hijos desfallece. 6El SEÑOR da muerte y da vida; Hace bajar al Seol (región de los muertos) y hace subir. 7El SEÑOR empobrece y enriquece; Humilla y también exalta. 8Levanta del polvo al pobre, Del muladar levanta al necesitado Para hacerlos sentar con los príncipes, Y heredar un sitio de honor; Pues las columnas de la tierra son del SEÑOR, Y sobre ellas ha colocado el mundo. 9El guarda los pies de Sus santos, Pero los malvados son acallados en tinieblas, Pues no por la fuerza ha de prevalecer el hombre. 10Los que se oponen al SEÑOR serán quebrantados, El tronará desde los cielos contra ellos. El SEÑOR juzgará los confines de la tierra, Dará fortaleza a Su rey, Y ensalzará el poder de Su ungido.”
12Pero los hijos de Elí eran hombres indignos; no conocían al SEÑOR 13ni la costumbre de los sacerdotes con el pueblo: cuando alguien ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote con un tenedor de tres dientes en su mano mientras se cocía la carne, 14lo introducía en la cazuela, la olla, la caldera o el caldero, y todo lo que el tenedor sacaba, lo tomaba el sacerdote para sí. Así hacían ellos en Silo con todos los Israelitas que iban allí. 15Además, antes de quemar la grasa, el criado del sacerdote venía y decía al hombre que ofrecía el sacrificio: “Da al sacerdote carne para asar, pues no aceptará de ti carne cocida, sino solamente cruda.” 16Y si el hombre le decía: “¿Ciertamente deben quemar primero la grasa y después toma todo lo que quieras;” él respondía: “No, sino que me la darás ahora, y si no la tomaré por la fuerza.” 17El pecado de los jóvenes era muy grande delante del SEÑOR, porque despreciaban la ofrenda del SEÑOR.
18Samuel, siendo niño, ministraba delante del SEÑOR usando un efod de lino. 19Su madre le hacía una túnica pequeña cada año, y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. 20Entonces Elí bendecía a Elcana y a su mujer, y decía: “Que el SEÑOR te dé hijos de esta mujer en lugar del que ella dedicó al SEÑOR.” Y regresaban a su casa. 21El SEÑOR visitó a Ana, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el niño Samuel crecía delante del SEÑOR.
22Elí era ya muy anciano; y oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión, 23y les preguntó: “¿Por qué hacen estas cosas, las cosas malas de que oigo hablar a todo este pueblo? 24No, hijos míos; porque no es bueno el informe que oigo circular por el pueblo del SEÑOR. 25Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el SEÑOR, ¿quién intercederá por él?” Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el SEÑOR quería que murieran. 26Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con el SEÑOR y para con los hombres.
27Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: “Así dice el SEÑOR: ‘¿No me revelé ciertamente a la casa de tu padre cuando ellos estaban en Egipto como esclavos de la casa de Faraón? 28‘¿No los escogí de entre todas las tribus (la de Leví) de Israel para ser Mis sacerdotes, para subir a Mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de Mí? ¿No le di a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los Israelitas? 29‘¿Por qué pisotean Mi sacrificio y Mi ofrenda que he ordenado en Mi morada, y honras a tus hijos más que a Mí, engordándose ustedes con lo mejor de cada ofrenda de Mi pueblo Israel?’ 30Por tanto, el SEÑOR, Dios de Israel, declara: ‘Ciertamente Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de Mí para siempre;’ pero ahora el SEÑOR declara: ‘Lejos esté esto de Mí, porque Yo honraré a los que Me honran, y los que Me desprecian serán tenidos en poco. 31Por tanto, vienen días cuando cortaré tu fuerza, y la fuerza de la casa de tu padre, y no habrá anciano en tu casa. 32Y verás la angustia de Mi morada, a pesar de todo el bien que hago a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa.
33Sin embargo, a algunos de los tuyos no cortaré de Mi altar para que tus ojos se consuman llorando y tu alma sufra; pero todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la juventud. 34Y para ti, ésta será la señal que vendrá en cuanto a tus dos hijos, Ofni y Finees: en el mismo día morirán los dos. 35Pero levantaré para Mí un sacerdote fiel que hará conforme a los deseos de Mi corazón y de Mi alma; y le edificaré una casa duradera, y él andará siempre delante de Mi ungido. 36Y todo aquél que haya quedado de tu casa vendrá y se postrará ante él por una moneda de plata o una torta de pan, y le dirá: “Asígname a uno de los oficios sacerdotales para que pueda comer un bocado de pan.”’”
Nueva Versión Internacional
4»El arco de los poderosos se quiebra, pero los débiles recobran las fuerzas. 5Los que antes tenían comida de sobra se venden por un pedazo de pan; los que antes sufrían hambre ahora viven saciados. La estéril ha dado a luz siete veces, pero la que tenía muchos hijos languidece.
6»Del SEÑOR vienen la muerte y la vida; él nos hace bajar al sepulcro, pero también nos levanta. 7El SEÑOR da la riqueza y la pobreza; humilla, pero también enaltece.
8Levanta del polvo al desvalido y saca del basurero al pobre para sentarlos en medio de príncipes y darles un trono esplendoroso. »Del SEÑOR son los fundamentos de la tierra; ¡sobre ellos afianzó el mundo! 9Él guiará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas!
12Los hijos de Elí eran unos perversos que no tomaban en cuenta al SEÑOR. 13La costumbre de estos sacerdotes era la siguiente: Cuando alguien ofrecía un sacrificio, el asistente del sacerdote se presentaba con un tenedor grande en la mano y, mientras se cocía la carne, 14metía el tenedor en la olla, en el caldero, en la cacerola o en la cazuela; y el sacerdote tomaba para sí mismo todo lo que se enganchaba en el tenedor. De este modo trataban a todos los israelitas que iban a Siló. 15Además, antes de quemarse la grasa, solía llegar el ayudante del sacerdote para decirle al que estaba por ofrecer el sacrificio: «Dame carne para el asado del sacerdote, pues no te la va a aceptar cocida, sino cruda». 16Y, si el hombre contestaba: «Espera a que se queme la grasa, como es debido; luego podrás tomar lo que desees», el asistente replicaba: «No, dámela ahora mismo; de lo contrario, te la quito por la fuerza». 17Así que el pecado de estos jóvenes era gravísimo a los ojos del SEÑOR, pues trataban con desprecio las ofrendas que le pertenecían.
18El niño Samuel, por su parte, vestido con un efod de lino, seguía sirviendo en la presencia del SEÑOR. 19Cada año su madre le hacía una pequeña túnica, y se la llevaba cuando iba con su esposo para ofrecer su sacrificio anual. 20Elí entonces bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: «Que el SEÑOR te conceda hijos de esta mujer, a cambio del niño que ella pidió para dedicárselo al SEÑOR». Luego regresaban a su casa.
22Elí, que ya era muy anciano, se enteró de todo lo que sus hijos le estaban haciendo al pueblo de Israel, incluso de que se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del santuario. 23Les dijo: «¿Por qué se comportan así? Todo el pueblo me habla de su mala conducta. 24No, hijos míos; no es nada bueno lo que se comenta en el pueblo del SEÑOR. 25Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero si peca contra el SEÑOR, ¿quién podrá interceder por él?» No obstante, ellos no le hicieron caso a la advertencia de su padre, pues la voluntad del SEÑOR era quitarles la vida.
27Un hombre de Dios fue a ver a Elí, y le dijo: «Así dice el SEÑOR: “Bien sabes que yo me manifesté a tus antepasados cuando estaban en Egipto bajo el poder del faraón. 28De entre todas las tribus de Israel, escogí a Aarón para que fuera mi sacerdote, es decir, para que en mi presencia se acercara a mi altar, quemara el incienso y se pusiera el efod. Además, a su familia le concedí las ofrendas que los israelitas queman en mi honor. 29¿Por qué, pues, tratan ustedes con tanto desprecio los sacrificios y ofrendas que yo he ordenado que me traigan? ¿Por qué honras a tus hijos más que a mí, y los engordas con lo mejor de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?”
30»Por lo tanto —dice el SEÑOR—, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el SEÑOR, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian. 31En efecto, se acerca el día en que acabaré con tu poder y con el de tu familia; ninguno de tus descendientes llegará a viejo. 32Mirarás con envidia el bien que se le hará a Israel, y ninguno de tus descendientes llegará a viejo. 33Si permito que alguno de los tuyos continúe sirviendo en mi altar, será para arruinarte la vista y abatirte la vida; todos tus descendientes morirán en la flor de la vida. 34Y te doy esta señal: tus dos hijos, Ofni y Finés, morirán el mismo día.
35»Pero yo levantaré a un sacerdote fiel, que hará mi voluntad y cumplirá mis deseos. Jamás le faltará descendencia, y vivirá una larga vida en presencia de mi ungido. 36Y los familiares tuyos que sobrevivan vendrán y de rodillas le rogarán que les regale una moneda de plata o un pedazo de pan. Le suplicarán: “¡Dame algún trabajo sacerdotal para mi sustento!”»
Reina-Valera 1960
1Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. 2No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. 3No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones. 4Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder. 5Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece. 6Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. 7Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. 8Él levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. 9Él guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza. 10Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.
12Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 13Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 14y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 17Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová.
18Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 19Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa.
22Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 25Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir.
27Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 28Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. 29¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 31He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 32Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. 33El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. 34Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 35Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 36Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.
Biblia del Jubileo
1Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en el SEÑOR, mi cuerno es ensalzado en el SEÑOR; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salud. 2No hay santo como el SEÑOR; porque no hay ninguno fuera de ti; y no hay Fuerte como el Dios nuestro. 3No multipliquéis hablando grandezas, altanerías; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca, porque el Dios de todo saber es el SEÑOR, y las obras magníficas a él le son prestas. 4Los arcos de los fuertes fueron quebrados, y los flacos se ciñeron de fortaleza. 5Los saciados se alquilaron por pan, y cesaron los hambrientos; hasta dar a luz siete la estéril, y la que tenía muchos hijos enfermó. 6El SEÑOR mata, y él da vida; él hace descender al sepulcro, y hace subir. 7El SEÑOR empobrece, y él enriquece; abate, y ensalza. 8El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso ensalza del estiércol, para asentarlo con los príncipes; y hace que tengan por heredad asiento de honra. Porque del SEÑOR son las columnas de la tierra, y él asentó sobre ellas el mundo. 9El guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será valiente por su propia fuerza. 10SEÑOR, serán quebrantados sus adversarios; y sobre ellos tronará desde los cielos. El SEÑOR juzgará los términos de la tierra, y dará fortaleza a su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías. 11Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba al SEÑOR delante del sacerdote Elí.
12Mas los hijos de Elí eran hijos de Belial, y no tenían conocimiento del SEÑOR. 13Era la costumbre de los sacerdotes con el pueblo que, cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras la carne estaba a cocer, trayendo en su mano un garfio de tres ganchos; 14y hería con él en la caldera, o en la olla, o en el caldero, o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían a todo israelita que venía a Silo. 15Asimismo, antes de quemar el sebo, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que ase para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16Y si le respondía el varón: Quemen luego el sebo hoy, y después tome tanta como quisieres; él respondía: No, sino ahora la has de dar; de otra manera yo la tomaré por fuerza. 17Era, pues, el pecado de los jóvenes muy grande delante del SEÑOR; porque los hombres menospreciaban el presente del SEÑOR. 18Y el joven Samuel ministraba delante del SEÑOR, vestido de un efod de lino. 19Y le hacía su madre una túnica pequeña, y se la traía cada año, cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: El SEÑOR te dé simiente de esta mujer en lugar de esta petición que hizo al SEÑOR. Y se volvieron a su casa. 21Y visitó el SEÑOR a Ana, y concibió, y dio a luz tres hijos, y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante del SEÑOR. 22Elí empero era muy viejo, y oía todo lo que sus hijos hacían a todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo del testimonio. 23Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24No, hijos míos; porque no es buena fama la que yo oigo; que hacéis pecar al pueblo del SEÑOR. 25Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra el SEÑOR, ¿quién rogará por él? Mas ellos no oyeron la voz de su padre, porque el SEÑOR ya había decidido matarlos. 26Y el joven Samuel iba creciendo, y hallando gracia delante de Dios y delante de los hombres. 27Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así dijo el SEÑOR: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 28Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todos los sacrificios de los hijos de Israel. 29¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis presentes, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30Por tanto, el SEÑOR el Dios de Israel dijo: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora dijo el SEÑOR: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me tuvieren en poco, serán viles. 31He aquí, vienen días, en que cortaré tu brazo, y el brazo de la casa de tu padre, que no haya viejo en tu casa. 32Y verás competidor en el tabernáculo, en todas las cosas en que hiciere bien a Israel; y en ningún tiempo habrá viejo en tu casa. 33Y no te cortaré del todo varón de mi altar, para hacerte marchitar tus ojos, y llenar tu ánimo de dolor; mas toda la cría de tu casa morirá en la edad varonil. 34Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 35Y yo me despertaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y él andará delante de mi Ungido todo los días. 36Y será que el que hubiere quedado en tu casa, vendrá a postrársele por un dinero de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me constituyas en algún ministerio, para que coma un bocado de pan.