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2 Corintios capitulo 4

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

7Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la alteza sea de la virtud de Dios, y no de nosotros. 8En todo somos atribulados, mas no angustiados; dudamos (de nuestra vida), mas no desesperamos; 9padecemos persecución, mas no somos desamparados en ella; somos abatidos, mas no perecemos; 10llevando siempre por todas partes la mortificación del Señor Jesús en nuestro cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos. 11Porque nosotros que vivimos, siempre somos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. 12De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida. 13Mas porque tenemos el mismo Espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual también hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 14estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros también nos levantará por Jesús, y nos pondrá con vosotros. 15Porque todas estas cosas padecemos por vosotros, para que abundando la gracia por muchos, en la acción de gracias abunde también la gloria de Dios. 16Por tanto, no faltamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior sin embargo se renueva de día en día. 17Porque nuestra tribulación, que al presente es momentáneo y leve, nos obra en sobremanera un alto y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros a lo que se ve, sino a lo que no se ve; porque lo que se ve, temporal es; mas lo que no se ve, eterno.

¿Qué significa 2 Corintios capitulo 4?

Pablo sigue defendiéndose aquí de algunas de las críticas que había recibido, como por ejemplo del hecho de que no fuera un verdadero apóstol de Jesús, ya que algunos corintios creían que Pablo y sus colaboradores estaban sufriendo demasiado como para ser representantes de Jesús. Pablo también habla sobre la confianza que había depositado en el sustento de Dios y la gran esperanza que había puesto en la vida eterna.

Pablo sabe que Dios fue quien le había permitido realizar el ministerio de compartir la verdad acerca de Jesús por todo el mundo. En realidad, no recibió ese trabajo porque se lo mereciera, sino que lo recibió debido a la misericordia de Dios. Esa es la razón por la que Pablo dice que él siempre fue honesto en todo lo que hizo con los corintios y seguiría siéndolo. En lugar de manipular la Palabra de Dios, Pablo y sus colaboradores la compartían abiertamente y querían que las personas que los escucharan hablar evaluaran si lo que decían coincidía o no con la manera en que vivían sus vidas (2 Corintios 4:1–2).

Sin embargo, el hecho de que dijeran la verdad no significaba que finalmente todo el mundo los creyera. Pablo sabía que las buenas nuevas, la realidad de que la salvación solo se alcanza a través de la fe en Jesús, era un mensaje que las personas que se encontraban en el camino de la muerte eterna y una separación de Dios eterna no podían entender bien. El dios de este mundo, Satanás, les ciega la mente a los incrédulos para que no vean la luz de la gloria de Jesús. Esa es la luz que Pablo y sus colaboradores llevaban en sus corazones y les entregaban a los que querían verla (2 Corintios 4:3–5).

A continuación, Pablo hace un resumen de una frase de los ideales culturales más comunes que había en su época. Luego, conecta esa idea con la relación que Dios quiere que tengamos con Cristo. En realidad, lo que una persona desea no importa, ya que la "luz" y la verdad de los hebreos, el "conocimiento" y la sabiduría de los griegos, y la "gloria" y las conquistas de los romanos, solo se encuentra en Cristo Jesús, Su mensaje, y Su manera de vivir (2 Corintios 4:6).

Cristo es la imagen de la gloria de Dios, y saber y crecer en esa idea es algo crucial para todos los cristianos. De hecho, ese conocimiento es mucho más que cualquier otro tipo de conocimiento que podamos alcanzar en el universo. Pablo dice que Dios decidió guardar ese inestimable tesoro en vasijas de barro frágiles y vulnerables, es decir, en él mismo y en sus colaboradores. El poder de Dios fue lo que les permitió seguir adelante en todo momento. Pablo dice que fueron perseguidos, atacados, e incluso perdieron la esperanza de poder seguir viviendo, pero aun así siguieron viviendo con energía, con fuerzas y con fe. Pablo y sus colaboradores sufrieron tal y como Cristo lo había hecho, pero todo lo que hacían en Su nombre también demostraba que Cristo estaba obrando en ellos (2 Corintios 4:7–12).

Pablo sabía que un día el ministerio acabaría con su vida, sin embargo, quería seguir adelante porque también sabía que el que resucitó a Cristo de entre los muertos también lo resucitaría a él. Al final, acabaría estando con Cristo compartiendo la gloria de Dios para siempre. Pablo quería seguir contribuyendo en la misión de expandir la gloria de Dios para que más y más personas recibieran la gracia de Dios por medio de la fe en Jesús (2 Corintios 4:13–15).

Pablo sabía que el ministerio le estaba haciendo mucho daño físicamente. Por fuera se estaba gastando, pero por dentro, el espíritu lo estaba renovando todos los días. Las circunstancias de esta vida, por muy duras que sean, no se pueden comparar con la gloria de la eternidad. Pablo puso toda su confianza en las cosas invisibles, las cosas eternas, y no en las cosas visibles de esta vida, las cuales pronto se acabarán (2 Corintios 4:16–18).
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