2 Samuel capitulo 15
La Biblia de las Américas
1Aconteció después de esto que Absalón se hizo de un carro y caballos, y de cincuenta hombres que corrieran delante de él. 2Y Absalón se levantaba temprano y se situaba junto al camino de la puerta ; y sucedía que todo aquel que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: ¿De qué ciudad eres? Y éste respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. 3Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey. 4Decía además Absalón: ¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia. 5Y sucedía que cuando alguno se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba. 6De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio; así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.
7Y aconteció que al cabo de cuatro años Absalón dijo al rey: Te ruego me dejes ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al SEÑOR. 8Pues tu siervo prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram, diciendo: “Si en verdad el SEÑOR me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al SEÑOR.” 9Y el rey le dijo: Vete en paz. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10Pero Absalón envió espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Tan pronto oigáis el sonido de la trompeta, entonces diréis: “Absalón es rey en Hebrón.” 11Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén como invitados ; fueron inocentemente, sin saber nada. 12Y Absalón envió por Ahitofel gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón.
13Entonces un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de los hombres de Israel está con Absalón. 14Y David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros escapará de Absalón. Id de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada. 15Y los siervos del rey le dijeron : He aquí, tus siervos están listos para hacer todo lo que nuestro señor el rey quiera. 16Salió el rey, y toda su casa con él, dejando el rey a diez concubinas para cuidar la casa. 17Salió, pues, el rey y toda la gente con él, y se detuvieron en la última casa. 18Todos sus siervos pasaron junto a él, todos los cereteos, peleteos y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido con él desde Gat; todos pasaron delante del rey.
19Y el rey dijo a Itai geteo: ¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Regresa y quédate con el rey, porque eres un extranjero y también un desterrado; regresa a tu lugar. 20Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que vagues hoy con nosotros mientras yo voy por donde quiera ir ? Regresa y haz volver a tus hermanos, y que sean contigo la misericordia y la verdad. 21Pero Itai respondió al rey, y dijo: Vive el SEÑOR y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará tu siervo. 22Entonces David dijo a Itai: Ve y pasa adelante. Así Itai geteo pasó con todos sus hombres y con todos los pequeños que estaban con él. 23Mientras todo el país lloraba en alta voz, todo el pueblo cruzó. El rey también cruzó el torrente Cedrón, y todo el pueblo pasó en dirección al desierto.
24Y he aquí, Sadoc pasó también, y todos los levitas con él, llevando el arca del pacto de Dios. Y asentaron el arca de Dios, y Abiatar subió después que había terminado de pasar todo el pueblo que salía de la ciudad. 25Y el rey dijo a Sadoc: Haz volver el arca de Dios a la ciudad, que si hallo gracia ante los ojos del SEÑOR, me hará volver y me mostrará tanto el arca como su morada. 26Pero si El dijera así: “No me complazco en ti ”, mira, aquí estoy, que haga conmigo lo que bien le parezca. 27También el rey dijo al sacerdote Sadoc: ¿No eres vidente ? Regresa en paz a la ciudad, y vuestros dos hijos con vosotros, tu hijo Ahimaas, y Jonatán, hijo de Abiatar. 28Mirad, esperaré en los vados del desierto hasta que venga palabra vuestra para informarme. 29Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí.
30Subía David la cuesta del monte de los Olivos, y mientras iba, lloraba con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. 31Alguien dio aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los conspiradores con Absalón. Y David dijo: Oh SEÑOR, te ruego, haz necio el consejo de Ahitofel. 32Sucedió que mientras David se acercaba a la cumbre donde se adoraba a Dios, he aquí, Husai arquita salió a su encuentro con su manto desgarrado y polvo sobre la cabeza. 33Y David le dijo: Si pasas conmigo, entonces me serás una carga. 34Pero si regresas a la ciudad, y dices a Absalón: “Seré tu siervo, oh rey; como en el pasado he sido siervo de tu padre, así ahora seré tu siervo”, entonces harás nulo el consejo de Ahitofel en favor mío. 35¿Y no están allí contigo Sadoc y Abiatar los sacerdotes? Por tanto, todo lo que oigas de la casa del rey lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36He aquí, sus dos hijos están allí con ellos, Ahimaas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, y por medio de ellos me comunicarás todo lo que oigas. 37Husai, amigo de David, entró en la ciudad cuando Absalón entraba en Jerusalén.
Nueva Biblia de las Américas
1Aconteció después de esto que Absalón consiguió un carro y caballos, y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 2Absalón se levantaba temprano y se situaba junto al camino de la puerta; y sucedía que todo aquél que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: “¿De qué ciudad eres?” Y éste respondía: “Tu siervo es de una de las tribus de Israel.” 3Entonces Absalón le decía: “Mira, tu causa es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey.” 4Decía además Absalón: “¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia.” 5Y sucedía que cuando alguien se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba y lo besaba. 6De esta manera Absalón trataba a todo Israelita que venía al rey para juicio. Así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.
7Después de cuatro años, Absalón dijo al rey: “Le ruego me deje ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al SEÑOR. 8Pues su siervo prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram y dijo: ‘Si en verdad el SEÑOR me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al SEÑOR.’” 9“Vete en paz,” le dijo el rey. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10Pero Absalón envió espías por todas las tribus de Israel y dijo: “Tan pronto oigan el sonido de la trompeta, entonces dirán: ‘Absalón es rey en Hebrón.’” 11Con Absalón fueron 200 hombres de Jerusalén como invitados; fueron inocentemente, sin saber nada. 12Y Absalón envió por Ahitofel el Gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón.
13Entonces un mensajero vino a David y le dijo: “El corazón de los hombres de Israel está con Absalón.” 14Y David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: “Levántense y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros escapará de Absalón. Vayan de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada.” 15Y los siervos del rey le dijeron: “Sus siervos están listos para hacer todo lo que nuestro señor el rey quiera.” 16Salió el rey, y toda su casa con él, dejando el rey a diez concubinas para cuidar la casa. 17Salió, pues, el rey y toda la gente con él, y se detuvieron en la última casa. 18Todos sus siervos pasaron junto a él, todos los Cereteos, los Peleteos y todos los Geteos, 600 hombres que habían venido con él desde Gat; todos pasaron delante del rey.
19Y el rey dijo a Itai el Geteo: “¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Regresa y quédate con el rey, porque eres un extranjero y también un desterrado; regresa a tu lugar. 20Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que vagues hoy con nosotros mientras yo voy por donde quiera ir? Regresa y haz volver a tus hermanos, y que sean contigo la misericordia y la verdad.” 21Pero Itai respondió al rey: “Vive el SEÑOR y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará su siervo.” 22Entonces David dijo a Itai: “Ve y pasa adelante.” Así Itai el Geteo pasó con todos sus hombres y con todos los pequeños que estaban con él. 23Mientras todo el país lloraba en alta voz, todo el pueblo cruzó. El rey también cruzó el torrente Cedrón, y todo el pueblo pasó en dirección al desierto.
24Y Sadoc pasó también, y todos los Levitas con él, llevando el arca del pacto de Dios. Y asentaron el arca de Dios, y Abiatar subió después que había terminado de pasar todo el pueblo que salía de la ciudad. 25Entonces el rey dijo a Sadoc: “Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si hallo gracia ante los ojos del SEÑOR, El me hará volver y me mostrará tanto el arca como Su morada. 26Pero si El dijera así: ‘No me complazco en ti,’ mira, aquí estoy, que haga conmigo lo que bien le parezca.” 27También el rey David dijo al sacerdote Sadoc: “¿No eres vidente? Regresa en paz a la ciudad, y con ustedes sus dos hijos, tu hijo Ahimaas, y Jonatán, hijo de Abiatar. 28Miren, esperaré en los vados del desierto hasta que venga palabra de ustedes para informarme.” 29Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí.
30David subía a la cuesta del Monte de los Olivos, y mientras iba, lloraba con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Entonces todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. 31Alguien dio aviso a David: “Ahitofel está entre los conspiradores con Absalón.” Y David dijo: “Oh SEÑOR, Te ruego, haz necio el consejo de Ahitofel.”
32Sucedió que mientras David se acercaba a la cumbre donde se adoraba a Dios, Husai el Arquita salió a su encuentro con su manto desgarrado y polvo sobre la cabeza. 33Y David le dijo: “Si pasas conmigo, entonces me serás una carga. 34Pero si regresas a la ciudad, y dices a Absalón: ‘Seré su siervo, oh rey; como en el pasado he sido siervo de su padre, así ahora seré su siervo,’ entonces hará nulo el consejo de Ahitofel en favor mío. 35¿Y no están allí contigo Sadoc y Abiatar los sacerdotes? Por tanto, todo lo que oigas de la casa del rey lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36También, sus dos hijos están allí con ellos, Ahimaas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, y por medio de ellos me comunicarás todo lo que oigas.” 37Husai, amigo de David, entró en la ciudad cuando Absalón entraba en Jerusalén.
Nueva Versión Internacional
1Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados. 2Se levantaba temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito, Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquel le decía de qué tribu israelita era, 3y Absalón le aseguraba: «Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey». 4En seguida añadía: «¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia».
5Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con un beso. 6Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo.
7Al cabo de cuatro años, Absalón le dijo al rey: ?Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto que le hice al SEÑOR. 8Cuando vivía en Guesur de Siria, hice este voto: “Si el SEÑOR me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio”.
9?Vete tranquilo —respondió el rey. Absalón emprendió la marcha a Hebrón, 10pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: “¡Absalón reina en Hebrón!”» 11Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada. 12Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.
16De inmediato partió el rey acompañado de toda la corte, con excepción de diez concubinas que dejó para cuidar el palacio. 17Habiendo salido del palacio con todo su séquito, se detuvo junto a la casa más lejana de la ciudad. 18Todos sus oficiales se pusieron a su lado. Entonces los quereteos y los peleteos, y seiscientos guititas que lo habían seguido desde Gat, desfilaron ante el rey.
19El rey se dirigió a Itay el guitita: ?¿Y tú por qué vienes con nosotros? Regresa y quédate con el rey Absalón, ya que eres extranjero y has sido desterrado de tu propio país. 20¿Cómo voy a dejar que nos acompañes, si acabas de llegar y ni yo mismo sé a dónde vamos? Regresa y llévate a tus paisanos. ¡Y que el amor y la fidelidad de Dios te acompañen!
22?Está bien —contestó el rey—, ven con nosotros. Así que Itay el guitita marchó con todos los hombres de David y con las familias que lo acompañaban. 23Todo el pueblo lloraba a gritos mientras David pasaba con su gente y, cuando el rey cruzó el arroyo de Cedrón, toda la gente comenzó la marcha hacia el desierto. 24Entre ellos se encontraba también Sadoc, con los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Estos hicieron descansar el arca en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios hasta que toda la gente terminó de salir de la ciudad.
25Luego le dijo el rey al sacerdote Sadoc: ?Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del SEÑOR, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside. 26Pero, si el SEÑOR me hace saber que no le agrado, quedo a su merced y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca.
27También le dijo: ?Como tú eres vidente, puedes volver tranquilo a la ciudad con Abiatar, y llevarte contigo a tu hijo Ajimaz y a Jonatán hijo de Abiatar. 28Yo me quedaré en los llanos del desierto hasta que ustedes me informen de la situación.
29Entonces Sadoc y Abiatar volvieron a Jerusalén con el arca de Dios, y allí se quedaron. 30David, por su parte, subió al monte de los Olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todos los que lo acompañaban se cubrieron la cabeza y subieron llorando. 31En eso le informaron a David que Ajitofel se había unido a la conspiración de Absalón. Entonces David oró: «SEÑOR, haz que fracasen los planes de Ajitofel».
33David le dijo: ?Si vienes conmigo, vas a serme una carga. 34Es mejor que regreses a la ciudad y le digas a Absalón: “Majestad, estoy a su servicio. Antes fui siervo de su padre, pero ahora lo soy de usted”. De ese modo podrás ayudarme a desbaratar los planes de Ajitofel. 35Allí contarás con los sacerdotes Sadoc y Abiatar, así que manténlos informados de todo lo que escuches en el palacio real. 36También contarás con Ajimaz hijo de Sadoc y con Jonatán hijo de Abiatar; comuníquenme ustedes por medio de ellos cualquier cosa que averigüen.
Reina-Valera 1960
1Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres que corriesen delante de él. 2Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. 3Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga de parte del rey. 4Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia! 5Y acontecía que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba. 6De esta manera hacía con todos los israelitas que venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel.
7Al cabo de cuatro años, aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová. 8Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me hiciere volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová. 9Y el rey le dijo: Ve en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón. 10Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón. 11Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada. 12Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David, de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón.
13Y un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón. 14Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada. 15Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están listos a todo lo que nuestro señor el rey decida. 16El rey entonces salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey diez mujeres concubinas, para que guardasen la casa. 17Salió, pues, el rey con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante. 18Y todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante del rey.
19Y dijo el rey a Itai geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar. 20Ayer viniste, ¿y he de hacer hoy que te muevas para ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor permanente y fidelidad. 21Y respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo. 22Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y toda su familia. 23Y todo el país lloró en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.
24Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y asentaron el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad. 25Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo. 26Y si dijere: No me complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere. 27Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con vosotros vuestros dos hijos; Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de Abiatar. 28Mirad, yo me detendré en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé aviso. 29Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá.
30Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. 31Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel.
32Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza. 33Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga. 34Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo; entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel. 35¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; por medio de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis. 37Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.
Biblia del Jubileo
1Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros y gente de a caballo, y cincuenta que corriesen delante de él. 2Y se levantaba Absalón de mañana, y se ponía a un lado del camino de la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba a sí, y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. 3Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga por el rey. 4Y decía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia! 5Y acontecía que, cuando alguno se llegaba para inclinarse a él, él extendía su mano, y lo tomaba, y lo besaba. 6Y de esta manera hacía con todo Israel que venía al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel. 7Y al finalizar un periodo predeterminado de cuarenta años aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido al SEÑOR. 8Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si el SEÑOR me volviere a Jerusalén, yo serviré al SEÑOR. 9Y el rey dijo: Ve en paz. Y él se levantó, y se fue a Hebrón. 10Pero envió Absalón espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oyereis el sonido de la trompeta, diréis: Absalón reina en Hebrón. 11Y fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén por él convidados, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada. 12También envió Absalón por Ahitofel gilonita, del consejo de David, a Gilo su ciudad, mientras hacía sus sacrificios. Y fue hecha una grande conjuración, y el pueblo con Absalón se iba aumentando. 13Y vino el aviso a David, diciendo: El corazón del varón de Israel se va tras Absalón. 14Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos, y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a andar, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada. 15Y los siervos del rey dijeron al rey: He aquí, tus siervos están prestos a todo lo que nuestro señor el rey eligiere. 16El rey entonces salió, con toda su casa a pie; y dejó el rey diez mujeres concubinas para que guardasen la casa. 17Salió, pues, el rey con todo el pueblo a pie, y se pararon en un lugar distante. 18Y todos sus siervos pasaban a su lado, y todos los cereteos y peleteos; y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, e iban delante del rey. 19Y dijo el rey a Ittai geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey; porque tú eres extranjero, y desterrado también de tu lugar. 20¿Ayer viniste, y he de hacer hoy que mudes lugar para ir con nosotros? Yo voy como voy; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; en ti hay misericordia y verdad. 21Y respondió Ittai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que, o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo. 22Entonces David dijo a Ittai: Ven pues, y pasa. Y pasó Ittai geteo, y todos sus varones, y todos sus siervos. 23Y todos los de la tierra lloraron en alta voz; y pasó todo el pueblo el arroyo de Cedrón; y después pasó el rey, y todo el pueblo pasó, al camino que va al desierto. 24Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y asentaron el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que hubo acabado de salir de la ciudad todo el pueblo. 25Pero dijo el rey a Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad; que si yo hallare gracia en los ojos del SEÑOR, él me volverá, y me hará ver a ella y a su tabernáculo. 26Y si dijere: No me agradas; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere. 27Dijo aún el rey a Sadoc sacerdote: ¿No eres tú el vidente? Vuélvete en paz a la ciudad; y con vosotros vuestros dos hijos, tu hijo Ahimaas, y Jonatán hijo de Abiatar. 28Mirad, yo me detendré en los campos del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé aviso. 29Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca de Dios a Jerusalén; y se estuvieron allá. 30Y David subió la cuesta de las olivas; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta, y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, y subieron llorando así como subían. 31Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel también está con los que conspiraron con Absalón. Entonces dijo David: Enloquece ahora, oh SEÑOR, el consejo de Ahitofel. 32Y cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai araquita que le salió al encuentro, trayendo rota su ropa, y tierra sobre su cabeza. 33Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás de carga; 34mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo, entonces tú me disiparás el consejo de Ahitofel. 35¿No estarán allí contigo Sadoc y Abiatar sacerdotes? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, darás aviso de ello a Sadoc y a Abiatar sacerdotes. 36Y he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de Abiatar; por mano de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis. 37Así se vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.