Cantares capitulo 5
La Biblia de las Américas
2Yo dormía, pero mi corazón velaba, ¡Una voz! ¡Mi amado toca a la puerta! “Abreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía, pues mi cabeza está empapada de rocío, mis cabellos empapados de la humedad de la noche.” 3Me he quitado la ropa, ¿cómo he de vestirme de nuevo ? He lavado mis pies, ¿cómo los volveré a ensuciar? 4Mi amado metió su mano por la abertura de la puerta, y se estremecieron por él mis entrañas. 5Yo me levanté para abrir a mi amado; y mis manos destilaron mirra, y mis dedos mirra líquida, sobre los pestillos de la cerradura. 6Abrí yo a mi amado, pero mi amado se había retirado, se había ido. Tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé ; lo llamé, y no me respondió. 7Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, me golpearon y me hirieron; me quitaron de encima mi chal los guardas de las murallas. 8Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, ¿qué le habéis de decir? Que estoy enferma de amor.
10Mi amado es resplandeciente y sonrosado, distinguido entre diez mil. 11Su cabeza es como oro, oro puro, sus cabellos, como racimos de dátiles, negros como el cuervo. 12Sus ojos son como palomas junto a corrientes de agua, bañados en leche, colocados en su engaste. 13Sus mejillas, como eras de bálsamo, como riberas de hierbas aromáticas; sus labios son lirios que destilan mirra líquida. 14Sus manos, barras de oro engastadas de berilo ; su vientre, marfil tallado recubierto de zafiros. 15Sus piernas, columnas de alabastro asentadas sobre basas de oro puro; su aspecto, como el Líbano, gallardo como los cedros. 16Su paladar, dulcísimo, y todo él, deseable. Este es mi amado y éste es mi amigo, hijas de Jerusalén.
Nueva Biblia de las Américas
2“Yo dormía, pero mi corazón velaba, ¡Una voz! ¡Mi amado toca a la puerta! ‘Abreme, hermana mía, amada mía, Paloma mía, perfecta mía, Pues mi cabeza está empapada de rocío, Mis cabellos empapados de la humedad de la noche.’ 3Me he quitado la ropa, ¿Cómo he de vestirme de nuevo? Me he lavado los pies, ¿Cómo he de ensuciarlos de nuevo? 4Mi amado metió su mano por la abertura de la puerta, Y se estremecieron por él mis entrañas. 5Yo me levanté para abrir a mi amado; Y mis manos destilaron mirra, Y mis dedos mirra líquida, Sobre las manecillas de la cerradura. 6Abrí yo a mi amado, Pero mi amado se había retirado, se había ido. Tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió. 7Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Me golpearon y me hirieron; Me quitaron de encima mi chal los guardas de las murallas. 8Yo les ruego, oh hijas de Jerusalén, Si encuentran a mi amado, ¿Qué le han de decir?: Que estoy enferma de amor.”
10“Mi amado es apuesto y sonrosado, Distinguido entre diez mil. 11Su cabeza es como oro, oro puro, Sus cabellos, como racimos de dátiles, Negros como el cuervo. 12Sus ojos son como palomas Junto a corrientes de agua, Bañados en leche, Colocados en su engaste. 13Sus mejillas, como eras de bálsamo, Como riberas de hierbas aromáticas; Sus labios son lirios Que destilan mirra líquida. 14Sus manos son barras de oro Engastadas de berilo; Su vientre es marfil tallado Recubierto de zafiros. 15Sus piernas son columnas de alabastro Asentadas sobre basas de oro puro; Su aspecto es como el Líbano, Gallardo como los cedros. 16Su paladar es dulcísimo, Y todo él, deseable. Este es mi amado y éste es mi amigo, Hijas de Jerusalén.”
Nueva Versión Internacional
4Mi amado pasó la mano por la abertura del cerrojo; ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo! 5Me levanté y le abrí a mi amado; ¡gotas de mirra corrían por mis manos! ¡Se deslizaban entre mis dedos y caían sobre la aldaba!
6Le abrí a mi amado, pero ya no estaba allí. Se había marchado, y tras su voz se fue mi alma. Lo busqué, y no lo hallé. Lo llamé, y no me respondió. 7Me encontraron los centinelas mientras rondaban la ciudad; los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon; ¡me despojaron de mi manto!
8Yo les ruego, mujeres de Jerusalén, que, si encuentran a mi amado, ¡le digan que estoy enferma de amor! 9Dinos, bella entre las bellas, ¿en qué aventaja tu amado a otros hombres? ¿En qué aventaja tu amado a otros hombres, que nos haces tales ruegos? 10Mi amado es apuesto y trigueño, y entre diez mil hombres se le distingue. 11Su cabeza es oro puro; su cabellera es ondulada y negra como un cuervo. 12Sus ojos parecen palomas posadas junto a los arroyos, bañadas en leche, montadas como joyas. 13Sus mejillas son como lechos de bálsamo, como cultivos de aromáticas hierbas. Sus labios son azucenas por las que fluye mirra. 14Sus brazos son barras de oro montadas sobre topacios. Su cuerpo es pulido marfil incrustado de zafiros. 15Sus piernas son pilares de mármol que descansan sobre bases de oro puro. Su porte es como el del Líbano, esbelto como sus cedros.
Reina-Valera 1960
1Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados. 2Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche. 3Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar? 4Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí. 5Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra, que corría Sobre la manecilla del cerrojo. 6Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió. 7Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros. 8Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor. 9¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
10Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil. 11Su cabeza como oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. 12Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados. 13Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. 14Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros. 15Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros. 16Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.
Biblia del Jubileo
2Yo duermo, pero mi corazón vela por la voz de mi amado que toca a la puerta: Abreme, hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche. 3Me he desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar? 4Mi amado metió su mano por el agujero, y mis entrañas se conmovieron dentro de mí. 5Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del candado. 6Abrí yo a mi amado; mas mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma: lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió. 7Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros. 8Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si hallareis a mi amado, que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
9¿Qué es tu amado más que los otros amados, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que los otros amados, que así nos conjuras? 10Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil. 11Su cabeza, como, oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo. 12Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche; como palomas que están junto a la abundancia. 13Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende. 14Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; su vientre, como blanco marfil cubierto de zafiros. 15Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro; su vista como el Líbano, escogido como los cedros. 16Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi compañero, oh doncellas de Jerusalén.